Porzecanski: “Los candidatos son una de las incertidumbres” de la campaña y los grandes “motivadores del voto”

“A dos meses de las elecciones nacionales, quizá el Frente Amplio tiene dos modos de alcanzar la victoria y la coalición tiene uno”, plantea el director de Opinión Pública de Opción Consultores.

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Rafael Porzecanski
Porzecanski: "El desafío del PN es que apela al concepto de reelección cuando Lacalle Pou no corre"
Foto: Francisco Flores

Rafael Porzecanski, director de Opinión Pública y Estudios Sociales de Opción Consultores, presentó el lunes en Telenoche (canal 4) los resultados de la encuesta de agosto sobre preferencias partidarias de cara a octubre, que ubica al Frente Amplio (FA) con 43% de intención de voto y a los socios de la coalición con 42%: el Partido Nacional (PN), 23%; el Partido Colorado (PC), 14%; Cabildo Abierto (CA), 4%; y el Partido Independiente (PI), 1%. Además, PERI e Identidad Soberana también marcan 1%, mientras que quienes votan en blanco, anulado y los indecisos suman 13%.

El sociólogo presentó en entrevista con El País los tres escenarios más probables para las elecciones de octubre y noviembre, dos de ellos favorables al FA.

—¿Qué explica que con un gobierno tan bien evaluado (50% aprueba la gestión del presidente y 28% la desaprueba, según una medición de junio), la oposición tenga un nivel de intención de voto tan alto?

—Son un conjunto de factores. En primer lugar, la coalición republicana perdió un activo: cuando asume este gobierno una de las expectativas centrales era la mejora de la situación de la seguridad. Cuando obviamente un gobierno no satisface una expectativa en un área clave, se pierde un activo. No se le quitó la nota total al gobierno, pero ¿qué hubiera pasado si el gobierno sin tocar más nada llegaba con una mirada positiva de la gente sobre la gestión de seguridad? Probablemente hubiera tenido sus impactos electorales. Estamos hablando de lo que la ciudadanía considera el principal problema del país. Segundo elemento: aunque buena parte de la ciudadanía reconoce que el gobierno pasó por etapas difíciles, por adversidades externas, hay un humor económico que es cauto; no es un clima de gran optimismo. No es de un gran descontento, como sí lo encontrábamos en 2019, pero… Y el último punto son los candidatos, y ahí está una de las incertidumbres de la campaña. Esta es una campaña, por el momento, de candidatos, pero no de líderes. Por lo menos no de líderes indiscutidos de sus partidos ni de las alas de sus partidos. ¿Yamandú Orsi es el líder indiscutido del MPP? No, todavía estamos en un proceso de transición donde la figura número uno es José Mujica. ¿Qué pasará con la sucesión de Mujica? ¿Quién asumirá? ¿Será Orsi? Obviamente podría apuntalarlo ser presidente de la República, pero no es el líder ni de su sector, mucho menos de su partido. ¿Álvaro Delgado es el líder de su partido? No, tampoco es el líder de su sector; es la figura del presidente. ¿Andrés Ojeda es el líder indiscutible del PC? No, tuvo una victoria muy interesante, pero el PC está en una conformación ahora de dos alas donde una está liderada por Ojeda y otra por Pedro Bordaberry; hay que ver cómo termina esta historia. Son candidaturas todas en construcción, debutan todos. ¿Cuándo es que más se va a ver el grado de sintonía de la gente con estas candidaturas? En estos dos meses que quedan, menos de dos meses. Eso es una incertidumbre grande.

—¿En un escenario muy parejo de cara a octubre y noviembre, los candidatos tienen la mochila?

—En un escenario donde tenés dos bloques que no van a bajar del 40%, el resto en el 10-15% que queda por repartir aproximadamente, yo creo que sí, que ahí hay uno de los grandes motivadores de voto. Después hay elementos de campaña que pueden ser por la negativa o la positiva, eventuales escándalos que surjan, cosas de ese tipo que siempre pueden alterar un poco el humor. Queda un 10% de la ciudadanía auténticamente por repartir su voto ya sea entre bloques o dentro del bloque de la coalición, que ahí hay otra disputa.

—¿Cuáles son las posiblidades del PC de llegar al balotaje?

—Las mejores perspectivas de llegar a segunda vuelta o de ser el segundo partido más votado son para el PN. Es una ventaja interesante la que tiene, es un partido con mayor estructura en el interior, con más recursos también en función de sus votaciones pasadas, pero nunca perdamos de vista en una mirada de un poco más de largo plazo la alta porosidad de ese electorado que vota al PN o al PC.

—La última encuesta de Opción Consultores da una diferencia de siete puntos en favor del FA sobre el PN en un escenario de balotaje (41% a 48%). ¿Una diferencia tan grande es reversible?

—Hace cinco años llegamos a tener diferencias en favor del actual gobierno de entre siete y 10 puntos en el balotaje, y el FA, sobre todo con una campaña de balotaje muy intensa, la terminó reduciendo a la mínima expresión, logrando una conversión de nivel inédito de algún voto coalicionista hacia el FA y también el regreso de algún voto blanco/nulo. Y usted me dirá: ‘Pero no, el voto blanco/nulo fue el mismo que en primera vuelta’. Porcentualmente, sí, pero no fueron las mismas personas, porque hubo un voto de coalición que fue blanco/nulo, y un voto de blanco/nulo que fue al FA. El resultado fue un saldo neto de cero, pero no fue el mismo voto. Son fenómenos granulares que uno puede ver con datos finos. Por tanto, nosotros decimos que sí, que es reversible, porque además está el tema del efecto binario: si tres puntos desde Orsi se mueven a Delgado hoy, la cosa queda con un punto de diferencia; entonces, es reversible. Lo que sí hay que decir es que hoy, a dos meses (de las elecciones nacionales), quizá el FA tiene dos modos de alcanzar la victoria y la coalición tiene uno. Los modos del FA serían un triunfo a la 2014, con mayoría parlamentaria. Más improbable sería que gane en primera vuelta, pero no es del todo descartable. Si yo con ocho puntos por repartir, tengo al FA en 44% (tras la repregunta a indecisos), tengo que tener la cautela suficiente, sabiendo que hay variaciones en la campaña, que puede haber. Pero pensemos lo más probable, los escenarios más lógicos: un triunfo a la 2014, con una mayoría parlamentaria y un balotaje casi que de modo testimonial. Ahí hay una ruta para el FA. Hay otra ruta, que es un triunfo a la 2019 invertido, sin mayoría parlamentaria o con mayoría parlamentaria para definir en función de la vicepresidencia y un triunfo exiguo, corto, en el balotaje. ¿Cuál es, en cambio, el modo de la coalición? ¿Un triunfo a la 2019 con una mayoría holgada parlamentaria? Difícil. Holgada del modo 54-39 parece muy poco probable. Sí se podría dar un triunfo de algunos puntos de diferencia, o sea, puede haber un corrimiento del electorado. Nosotros hemos tenido en algunas encuestas durante este ciclo diferencias para la coalición de cinco, seis puntos, siete puntos. Y ahí debería lograr una fidelización mejor que la que tuvo en 2019, aprovechando una marca coalición republicana que debería estar más asentada que hace cinco años, y lograr un triunfo en modo balotaje 2019, de mucha paridad. Lo que uno no vislumbra como algo de probabilidad es un triunfo cómodo del socio de la coalición que clasifique al balotaje.

Rafael Porzecanski
Rafael Porzecanski, director de Opinión Pública y Estudios Sociales de Opción Consultores.
Foto: Estefanía Leal

El PN propone la reelección del gobierno. ¿Apelar a la continuidad, si no te genera algún vértigo, algún cambio, es atractivo por el votante?

—Depende. En 2009 hubo un cambio de estilos, pero la continuidad fue un elemento importante para que el FA ganara; de algún modo también para 2014 en muchos aspectos. Además acá tenés bases para apelar, hay racionalidad en el hecho de que el PN apele a este concepto de la reelección. Obviamente uno de los datos que te indican eso es el nivel de aprobación de la gestión en general, que es alto, que llega con parámetros altos, más parecido a la primera gestión Vázquez, a la gestión de Mujica, que al gobierno de Jorge Batlle, que a la segunda gestión Vázquez, o que a gobiernos anteriores, ni hablar, donde no había bloques ya propiamente estructurados. El desafío me parece que está por otro lado. El desafío es que se apela a un concepto de reelección cuando el actual presidente no corre, que es uno de los pilares de la buena imagen del gobierno, en buena parte del electorado, cuando hay bajas sensibles también adicionales: el ex ministro Salinas fue a la campaña, se retiró siendo el mejor ministro evaluado; la ministra Arbeleche no está hoy en un rol protagónico de la campaña y se desconoce cuál puede ser, si va a ser alguno, su rol en la campaña; no está el ex ministro Larrañaga por su fallecimiento prematuro, otro puntal de imagen del gobierno en su momento. Hay varias bajas en el gobierno, empezando por el presidente, por lo tanto el desafío es lograr instalar un concepto de reelección sin los principales líderes de imagen que sostuvieron la buena imagen del gobierno. Hay algunos que sí están, por supuesto: la evaluación de la gestión del actual candidato a presidente del PN, como secretario de Presidencia, era buena. La de Martín Lema como ministro de Desarrollo Social era buena. Pero tiene varias bajas el gobierno en el sentido del marco de la campaña.

—En el último informe de Opción se ve cómo se distribuirían los votos de los socios de la coalición después de octubre: 16% de los que eligieron a otro candidato de la coalición votaría a Orsi en noviembre.

—Dieciséis porciento del 20% (del total); o sea, 3% del electorado. Esos tres puntos te hacen todo. Yo te acabo de decir que son siete puntos de ventaja de Orsi a Delgado; esos tres puntos, si estuvieran del lado Delgado, convierten la diferencia en un punto.

—¿Qué explica que la gente que vota a la coalición votaría a Orsi?

—Hay que pensar en el electorado no solo como un bloque ideológico homogéneo con una marca asentadísima. Además, la naturaleza multipartidaria del bloque de la coalición republicana es una cosa que le da una ventaja en octubre, pero le da una desventaja de cara a noviembre. No es igual fidelizar el voto de un mismo partido entre octubre y noviembre que buscar la fidelización de votantes que votaron por otro candidato en primera vuelta y tienen que votar al candidato del bloque, pero ya no de su propio partido, en segunda.

—El FA siempre ha crecido en los balotajes.

—La coalición sumada, sea al viejo modo colorado, siempre pierde votos. El tema es cuántos votos pierde, pero siempre cierta fuga tenés: un segmento de la coalición que es minoritario pero nada despreciable, pensando en bloques parejos. Después están los electores no alineados. Pensemos que puede que haya más o menos tres puntos del electorado que se vuelque por partidos como el PERI, Unidad Popular, Identidad Soberana, Partido Por Los Cambios Necesarios; ese electorado puede llegar a ser decisivo.

—Un alto porcentaje de la población estaría dispuesto a votar el plebiscito de la seguridad social, lo que implica de alguna manera un rechazo a la reforma que hizo el gobierno. ¿El gobierno perdió votos por haber hecho esa reforma? En su momento se hablaba de que esto iba a tener un costo político.

—Nosotros no lo tenemos tan detectado de que venga por ese lado. El nivel de apoyo a la reforma es muy dividido, pero también hay gente que no apoya la reforma y no votaría el plebiscito. De hecho, tenemos todo un sector del FA diciendo eso: no nos gusta la reforma, no queremos el plebiscito tampoco. Otra puntualización: nuestros datos hasta ahora nos han mostrado una minoría que apoya el plebiscito, que es una minoría interesante porque supera el 40%. El porcentaje que dice que no la votará es parejo respecto al que dice que la votará y hay un núcleo de un quinto del electorado aproximadamente que no sabe lo que haría. Tiene varios desafíos por delante la campaña del Sí. Primero, el ensobrado. Segundo, la división interna dentro del FA, que se ha hecho muy visible. No es una campaña silenciosa, con el no quedando callado. Este pronunciamiento de los economistas (del FA en contra del plebiscito) y el debate que se da posteriormente es un elemento que mueve las aguas, genera olas. Es un tema en el que no está callado el FA, está en debate, y eso puede terminar en que los frenteamplistas que se sientan más cercanos con sus referentes que estén opuestos al plebiscito no ensobren la papeleta. Y del lado de la coalición, un rechazo unánime al plebiscito. Nadie va a ensobrar. Y otros sectores sociales, empresariales, también muy en contra del plebiscito. Por lo tanto, es verdad que algunas propuestas de plebiscito pueden resultar atractivas para una parte importante de la población, sobre todo la fijación de la edad jubilatoria en 60 años y fijarla por Constitución. De todas formas, los desafíos que tiene el Sí son relevantes. El plebiscito de los allanamientos nocturnos está un poco en una situación inversa, porque está por encima de la mayoría absoluta. Yo creo que la clave va a terminar siendo el votante frenteamplista. Para el electorado de la coalición esta es una medida que tiene sentido; la aprueba unánimemente. Este electorado casi unánimemente viene de apoyar el plebiscito de Vivir sin miedo, que tenía esta medida entre las cuatro, a pesar de que la mayoría de la coalición no ensobró. Para este electorado es una medida tentadora, que gusta; el tema es si hay un segmento suficiente de electores del FA que simpatiza con la medida y además se va a acordar y va a querer ensobrar la papeleta. Eso también va a estar asociado a la campaña que haga el FA sobre el tema.

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