"¡Qué me iba a imaginar esto!": la historia de Laura, una fanática de la danza que se convirtió en primera dama

Laura Alonsopérez se casó con Yamandú Orsi en 2008 y es madre de los mellizos Lucía y Victorio. Vive aferrada a la danza y cosechando un bajo perfil.

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Laura Alonsopérez.
Laura Alonsopérez.
Foto: Francisco Flores.

El beso de la primera dama suele ser un gesto mecánico, incluso protocolar, pero toda sospecha de rigidez queda descartada para quienes conocen a Laura Alonsopérez y dicen con la seguridad con que se anuncia una verdad incuestionable que el beso que le dio a su marido Yamandú Orsi la noche que fue electo presidente, fue como un aleteo en el escenario, “como si fueran a salir volando”.

Y después está el abrazo; tomándolo a él por la cintura y también a Carolina Cosse, arrimándolos para que avanzaran juntos en el estrado, más que un ademán cariñoso para sus amistades refleja “un típico movimiento de danza”.

A menudo las acciones esconden más de lo que parecen, pero viniendo de Laura ningún movimiento debe ser tomado como un simple movimiento.

—Para Laurita la danza es como la vida misma, es una pasión pero de amor profundo —dice su mentora, la bailarina Graciela Figueroa.

Figueroa la eligió a Laura para integrar el grupo Espacio en el que forjó una compañía de danza contemporánea vanguardista, a contrapelo de la severidad de la danza clásica, más laxa en sus exigencias estéticas pero intensa en sus reglas creativas, que parten de consignas espirituales y obligan al trabajo sobre uno mismo, “sacando todos los fantasmas”, “atravesando la oscuridad” —describe una de sus integrantes— para exponerse en una danza que busca ser “transformadora”. Una descarga eléctrica que abra los caminos hacia la salud, hacia la convivencia en paz con uno mismo y con los otros.

Espectáculo Tercer Fuerzx.
Espectáculo Tercer Fuerzx.
Foto: Difusión.

No es una propuesta amable. Estimular las emociones exige una templanza particular, por eso la especialista en danza Ana Rosa Rodríguez opina que además del movimiento esta vertiente trae consigo una filosofía de vida. “Es una búsqueda profunda de la serenidad y un camino de compresión hacia el otro”, define.

“Laurita ese trabajo lo pone arriba del escenario pero también lo vuelca en el escenario de la vida”, opina su amiga Sonia Wolf.

Durante los 17 años que Laura fue bailarina, coreógrafa y docente junto al grupo Espacio, participó en decenas de obras. Le dio cuerpo a formas abstractas y a personajes, que si eran interpretados por ella se destacaban por su “elasticidad”. Puede ser una bailarina dramática y también dramáticamente cómica, explica su mentora. “Despegada” en su encare, “especial” en su enfoque. “Movediza”. “Una mujer chispita”, dice una colega.

Últimamente a Laura se la ve más por televisión; en fotos familiares que repasan la vida de su marido, y acompañándolo a Orsi pero siempre en un segundo plano.

—Me dan ganas de verla, de que aparezca y cuando aparece con el marido siempre es algo muy diferente, muy fresco, que me da tanta alegría —apunta Figueroa—. Es como una danza también.

Cuando aparece, parece estar repeliendo la atención mediática. “Tiene un perfil muy bajo”, repiten en el entorno del presidente; “ella no habla”, advierten desde el equipo de comunicación para descartar una entrevista. Pero su presencia huidiza alimenta la curiosidad y así aparecen por aquí y por allá artículos que invitan a “descubrir” su historia, aunque lo que se reúne siempre conduce al mismo lugar: su inquebrantable vínculo con la danza.

Apellido con peso.

Había quienes pronosticaban que debido a la carrera de su marido, algún día le tocaría el hombro la fama. Le decían que sería “una primera dama oriental”.

Ella, con una evasiva, minimizaba las chances.

—¡Yo me casé con un profesor de historia!

El director teatral Roberto Jones, afín al Partido Nacional, antiguo jefe de Laura, cuenta:

—Yo le dije, “vos vas a ser primera dama”. En aquel momento Yamandú era intendente de Canelones y me dijo, “qué disparate, qué decís”… porque ella siempre fue muy humilde.

Jones se encargó de la dirección de la prestigiosa Escuela Maldonado de Arte Escénico en la década de 1990. En el plantel docente estaba Laura. “Era una gran, gran, docente de danza, muy querida por el alumnado. Nunca faltó. Nunca falló en nada. Fue uno de los mis apoyos fundamentales”, resume.

Laura Alonsopérez junto a sus hijos, su marido Yamandú Orsi y Carolina Cosse.
Laura Alonsopérez junto a sus hijos, su marido Yamandú Orsi y Carolina Cosse.
Foto: Leo Mainé.

En esa época coincidió con la actriz Patricia Álvarez que la recuerda especialmente por su risa “constante” y “contagiosa”.

—Cuando la vi al lado del presidente, vi a la misma Laurita de siempre. Es una persona sencilla que viene de una familia muy prestigiosa y nunca hizo alarde de eso.

Los Alonsopérez son una familia tradicional de Maldonado, pioneros del desarrollo de Punta del Este. Nombraron a dos avenidas y a una calle en su honor. El gallego Laureano —bisabuelo de Laura— había llegado por recomendación médica, después de un pasaje por Argentina dónde comenzó su fortuna vendiendo huevos. Instalado en el balneario, fundó una fábrica de cerámicas que abasteció, por ejemplo, la construcción del derrumbado hotel San Rafael. Joaquín —el padre de Laura— fue dirigente nacionalista, edil y ocupó algunos cargos dentro del partido. Jaime —su tío— fue profesor de historia, candidato a diputado y jerarca municipal.

—Llevar nuestro apellido es una responsabilidad —dice Francisco, primo de la primera dama. A ella le tocó ser la hija de Joaquín Alonsopérez y no va a tener problemas en ser la esposa del presidente.

Laura Alonsopérez y Yamandú Orsi.
Laura Alonsopérez y Yamandú Orsi.
Foto: Difusión.

Que para las amigas no es el político Orsi, sino “el marido de Laura”. Al que conoció en Maldonado, donde él se había mudado para enseñar historia. Que la vio actuar una noche en un escenario under. Con el que se casó en 2008 y bailó una coreografía de folklore para agasajar a los invitados. El que siempre la acompañó a las funciones de danza; al que ella acompañó durante su trayectoria política, primero en la Intendencia de Canelones y ahora en la Presidencia de la República.

Como un pacto.

No fue solo la danza, también estudio actuación y canto —junto al músico Ney Peraza—, pero cuentan que Laura por la danza lo hizo todo. Lo dio todo. “Su fuerza y amor al arte eran puestos a prueba”, señaló Figueroa en una reciente carta de recomendación, recordando que por años viajó a diario desde Maldonado a Montevideo para ensayar y dar clases.

La danza también la ayudó a ella. Por ejemplo cuando no lograba quedar embarazada y a punto de rendirse el padrino político de su esposo, Marcos Carámbula, los convenció de consultar a un experto en fertilidad.

Yvonne Pahlen, amiga y colega, recuerda esto:

—Fue muy fuerte para todos nosotros su embarazo. El tema estaba casi desahuciado y ella hizo un baile para convocar esa gestación.

Colocó velas en la entrada de la sala y a lo largo de un camino que conducía al escenario, alumbrado únicamente por una luz color miel.

Bailó sola, frente a sus amigos y familiares.

—Ella convocó esa gestación. Y después apareció embaraza de mellizos.

Años más tarde, cuando su marido peleaba la presidencia, volvió a recurrir a la danza.

Una vez que quedó atrás la denuncia de la trabajadora sexual trans que había acusado falsamente a Orsi de violentarla luego de contratar sus servicios, Laura craneó un espectáculo al que tituló Tercer fuerxa.

Reunió a un grupo de bailarines de Canelones y presentó a la obra en el Solís. Hubo pocas funciones, la primera el mismo día del acto de cierre del Frente Amplio antes de las elecciones nacionales. Orsi pisaba un escenario y ella otro.

¿Fue una casualidad que se pisaran las fechas?

—No, no fue una casualidad —opina su amiga Yvonne.

Desde la platea la observaba Carámbula, que había priorizado el espectáculo ante el acto.

—Pensé: esto define bien a Laurita, porque es una gran compañera para Yamandú pero ella siempre ha llevado su vida con mucha autonomía.

El futuro.

De las tres hermanas Alonsopérez, dos quebraron la tradición familiar para apoyar al Frente Amplio. Pero Laura nunca tuvo actividad política. Ahora muchos se preguntan si tendrá un rol específico durante el gobierno de su marido. “Va a acompañarlo pero sin inmiscuirse, sin tener una ambición personal, bien al estilo de María Auxiliadora con Tabaré Vázquez”, apuesta una fuente cercana al matrimonio.

Carámbula coincide.

—Por su personalidad entiendo que Laurita va a seguir siendo lo que es: una artista.

Dicen que fue ella la que decidió que la familia no se mueve de Salinas, de una casa bautizada en honor al músico Eduardo Mateo, cercana al mar como le gusta a ella, del centro de estudio de sus hijos, del almacén donde hacen las compras a diario; a la que esta mañana se arrimaron los vecinos y la alentaban al grito de “Lauriiita”.

—Son francos, leales, frontales, muy buenos amigos. En medio de todas las dificultades que pasamos juntos, ella siempre lo apoyó desde su frescura, desde su musicalidad, creo que tiene una condición extraordinaria para ayudarlo a Yamandú —opina Carámbula.

Hoy su vida cambió para siempre. “¡Pero qué me iba a imaginar yo esto!”, se la escuchó decir por estos días. Entre quienes sospechan que tal vez sorprenda mostrando un perfil más activo, quizás en el área cultural, algunos le enviaron mensajes un tanto sugerentes.

Uno de ellos fue Jones, su exjefe:

—Le escribí: Laurita, no te olvides de los artistas pobres.

Biografía

Laura Alonsopérez tiene 54 años. Nació en Punta del Este. En 2008, contrajo matrimonio con Yamandú Orsi al que conoció tras una función de teatro. Él era entonces un profesor de historia. Su vida entera la dedicó a la danza. Es bailarina, coreógrafa y docente. En 2012 la pareja tuvo a los mellizos Victorio y Lucía, luego de una búsqueda prolongada. “Graciosa”, “leal”, “franca”, “cercana”, son algunos de los adjetivos que repiten quienes mejor la conocen. Muchos no pueden creer que ahora la verán convertida en una primera dama.

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