Para los rusos el Registro está cerrado porque hay "un asunto de Astesiano”, dice Maxim. El joven tiene 29 años y ha logrado reiniciar su vida en Uruguay luego de huir de la guerra que Rusia lleva adelante en territorio ucraniano. Hace un año y cinco meses que vive en Montevideo donde también llegaron su hermano menor, su cuñada y sus padres. Y si bien asegura a El País estar bien, trabajando como gestor para otros rusos y en una inmobiliaria, teme que si no logra obtener la cédula y la residencia definitiva tendrá “problemas”.
“No he pensado en volver a Rusia, por eso voy a hacer todo lo que puedo”, afirma en un fluido español. Tanto él como sus familia ya solicitó hace más de un año inscribir en el Registro Civil su partida de nacimiento rusa para así obtener la misma en formato uruguayo. Sin embargo, hasta el momento no tuvo respuesta.
Esta situación viven otros compatriotas suyos que llevan más de un año a la espera de que les entreguen la partida de nacimiento emitida por Uruguay para así poder avanzar en otros trámites que les permitan permanecer y radicarse en el país u obtener documentación.
Si bien comparten nacionalidad con los casos de rusos que pretendían tener cédula y pasaportes a través del exjefe de la custodia presidencia Alejandro Astesiano -que cumple condena en la cárcel luego de alcanzar un acuerdo tras un proceso abreviado-, un escribano y dos gestores, sus procesos son diferentes y por eso no comprenden el porqué de la demora.
El caso Astesiano continúa en etapas de investigación con la fiscal Sabrina Flores a cargo. Una de las líneas de indagatoria que inició su antecesora, Gabriela Fossati, y sobre la que se sigue investigando, apunta a los vínculos laborales. De acuerdo a lo que indicaron fuentes judiciales a El País, hubo ciudadanos rusos que para tramitar sus documentos presentaron contratos laborales con diversas empresas, presuntamente apócrifos. Además, se busca dilucidar si hubo empresas que permitieron que figuren empleados rusos que en los hechos no realizaban las tareas por las cuales figuraban en los contratos.
Mientras las solicitudes de rusos vinculadas al caso Astesiano se amparaban en presentar abuelos o padres uruguayos inexistentes para acceder a los documentos, en estas situaciones son partidas originales de nacimiento y lo que solicitan es obtener la misma en formato uruguayo.
Con ella pueden tramitar la residencia legal definitiva que les da derechos, por ejemplo para abrir cuentas bancarias, empresas e incluso Fonasa. La solicitud se inicia en la Dirección Nacional de Migraciones.
Entre los requisitos está presentar certificados de estado civil (nacimiento, matrimonio o divorcio) emitidos por la Dirección Nacional del Registro Civil. Allí se paga el trámite, se entregan las partidas originales, traducidas, apostilladas y legalizadas en Rusia para luego obtener la documentación en formato uruguayo.
Una situación similar vive Marina (53 años). Ella ya conocía Uruguay porque lo visitó dos veces y decidió radicarse en Montevideo junto a su novio que es uruguayo. “Tengo miedo a vivir en Rusia”, dice y relata que allí dejó a su hijo, su nuera y dos nietos.
Llegó al país hace un año y siete meses, aprendió español, es contadora y trabaja en la inmobiliaria de su pareja. Sin embargo, dice que hace más de un año aguarda por su partida para poder acceder a la residencia definitiva e instalarse.
“Yo no puedo hacer planes de mi vida, no puedo recibir tarjetas de crédito en el banco y no estoy segura cuánto tiempo puedo vivir acá”, afirma. Y agrega: “Mi partida no tiene abuelo, ni tío, ni nada uruguayo. Por eso no entiendo por qué necesitamos esperar tanto. En el Registro nos dicen que no dan partidas para rusos. Le escribí una carta a la directora pero no recibí respuesta”.
Otra dificultad que enfrentan a mediano plazo es que las cédulas y residencias provisorias se renuevan hasta cuatro veces, cada una por un año.
Denis (46 años) llegó con su esposo hace más de un año. Es cirujano pero aún no pudo revalidar su título para ejercer en Uruguay. Al igual que Marina y Maxim aún espera.
“Me habían dicho que la podía obtener en seis a siete meses como máximo pero después de un año no tengo la partida. Quiero recibir una ciudadanía, quiero vivir acá. Uruguay es el mejor país del mundo para vivir”, asegura.
Otro caso es el de otra mujer también llamada Marina, que es abogada especializada en tecnologías informáticas. Su marido es programador y puede trabajar a distancia pero ella desde que llegaron, en marzo de 2022, no pudo finalizar los trámites para ejercer.
“El Registro Civil no registra las partidas y no hay respuesta. Hice una queja por el rechazo y hace más de un año que estamos esperando pero no pasa nada. Visité dos veces la oficina de la directora y con sonrisa me dijo que no podían hacer nada porque hay orden de la Fiscalía”, cuenta.
Mayores controles.
Cuando la entonces fiscal Gabriela Fossati estaba a cargo de la investigación se propuso que fueran analizados uno a uno los trámites hechos por ciudadanos rusos para conocer si lo habían realizado a partir de documentación apócrifa o si estaban en regla. Esto, de acuerdo a lo que relataron a El País fuentes judiciales, implicó que Fossati solicitara que no se otorgaran ni partidas de nacimiento, ni pasaportes, ni cédulas a rusos hasta no tener claro cuál era el alcance de la maniobra delictiva que investigaba.
Pese a las demoras, desde la órbita judicial entienden que estos procesos requieren de un mayor análisis a partir del caso Astesiano y que se desarrollen las capacidades para cotejar la documentación de forma segura.
El “abuelo muerto” de rusos que destapó maniobra y abrió la causa
La Dirección Nacional de Identificación Civil (DNIC) fue la primera en constatar la maniobra que Astesiano, el escribano y el gestor Alexey realizaban para que ciudadanos rusos accedieran a pasaportes uruguayos. Les llamaba la atención ya en 2019 la gran cantidad de solicitudes amparándose en las leyes 16.021 y 19.362 que permiten a hijos y a nietos de uruguayos acceder a cédula y pasaporte. Por eso se propusieron intentar dar con los parientes que decían tener los rusos y cotejar su relación.
Fue así que en 2019, tal como informó El País, los funcionarios de DNIC dieron con el supuesto abuelo fallecido -de acuerdo a la documentación que había presentado un ciudadano ruso para acceder al pasaporte uruguayo- que ni tenía nietos rusos ni tampoco estaba muerto.
Al recibir la llamada el hombre se sorprendió y quedó incrédulo. Inmediatamente, los funcionarios le consultaron si podría declarar ante la Justicia sobre su caso y así se comenzó a gestar la carpeta que luego reuniría más de 60 casos que los funcionarios entregarían a la entonces fiscal Gabriela Fossati.
Por este tipo de gestión para obtener los documentos un ciudadano ruso llegó a pagar US$ 50.000.
Unos 3.700 llegaron al país en el año 2022
A más de un año y medio de que se iniciara la invasión de tropas rusas en Ucrania, la crisis migratoria que provocó la guerra se esparció a lo largo y ancho de los cinco continentes. Más de ocho millones de ucranianos huyeron de sus tierras hacia otros países de Europa. Los rusos también emigraron escapando del conflicto, pero al no ser bienvenidos en territorio europeo debieron optar por otras zonas del mundo.
Son ciudadanos contrarios a las decisiones del líder ruso Vladimir Putin, que se alejan de la guerra y sobre todo, de la posibilidad de que, en el caso de los hombres, los recluten para combatir.
Muchos de estos rusos eligieron asentarse en América Latina por la lejanía y por compartir una cultura occidental. El Washington Post informó en febrero de este año que por lo menos 500.000 personas se fueron de Rusia y se estima que puedan llegar a ser un millón en total. En Uruguay durante el año pasado ingresaron 3.714 rusos.
A varios de ellos los atrajo la tranquilidad de un país con pocos habitantes, que no los rechaza y que cuenta con una democracia estable. Del total de los rusos que ingresaron, 2.018 son mujeres y 1.696 son hombres, según los datos de Migraciones a los que tuvo acceso El País. Entre ellas 312 son menores de 18 años y 44 son personas mayores de 65 años.
De ese total, hubo 314 que en 2022 iniciaron su solicitud para obtener la residencia.
Ekaterina Germanovich nació en la Unión Soviética y se mudó a Uruguay hace 10 años para trabajar como cónsul en la embajada rusa. Actualmente brinda servicios de traducción del ruso al español para sus compatriotas que llegan a Uruguay y necesitan hacer trámites en el país, sobre todo las residencias.
La traductora dijo a El País en una nota publicada en marzo de este año que la mayoría de los rusos que se asientan aquí son de clase media o alta, principalmente por el costo que implica viajar a Uruguay.
La mayoría son profesionales y muchos son desarrolladores de software, según dijo Germanovich. El fenómeno que, sin embargo, no ocurrió en el país fue la oleada de mujeres rusas embarazadas que llegaron a Argentina con la intención de obtener la doble nacionalidad para sus bebés.
A Uruguay lo eligen “conscientemente”, según la traductora, porque se corrió la voz de que es un buen lugar para vivir y tiene fuertes raíces europeas.
-
Astesiano declaró ayer miércoles y la fiscal pedirá pericias por denuncia de Mario Layera
"Condena inflada": Astesiano envió una carta a su hermano y dijo por qué firmó un acuerdo abreviado
Alejandro Astesiano declarará como testigo en Fiscalía sobre temas vinculados a caso de pasaportes
Dos imputados por el caso Astesiano abandonan la prisión domiciliaria y recuperan su libertad