Por Joaquín Silva
La visita que hará a Montevideo el flamante presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva, es considerada en el oficialismo como un logro personal de Luis Lacalle Pou, que aprovechó los breves minutos que tuvo durante la ceremonia de la asunción presidencial en Brasilia para cursarle la invitación al mandatario del país vecino.
Aquella particular comitiva uruguaya, integrada también por dos expresidentes -José Mujica (Frente Amplio) y Julio María Sanguinetti (Partido Colorado)- logró el efecto deseado a los ojos de la región y el mundo, y una valoración más que positiva por parte de Itamaraty. Y a los pocos días llegó la confirmación de la visita, que se hará al otro día de la VII cumbre de mandatarios de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
La visita de Lula del próximo miércoles, sin embargo, incluirá otros encuentros a la tarde, luego de la primera reunión con Lacalle Pou y un almuerzo en la residencia presidencial de Suárez y Reyes. Según está previsto, el líder del Partido de los Trabajadores se reunirá con Mujica y con el presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira.
Y esto, aunque no es unánime, despertó cierta preocupación en algunos dirigentes del oficialismo, e incluso hay voces en el Ejecutivo que han reparado en lo inconveniente de que el mandatario brasileño tenga “agenda oficial libre” luego del encuentro con Lacalle Pou.
En la coalición de gobierno, uno de los disconformes con este tema es el exmandatario Sanguinetti. Luego de recalcar que de todos modos es una “gran noticia” haber concretado la visita de Lula, el secretario general de los colorados entiende que, a priori, hay al menos dos situaciones que no le convencen.
La primera observación que tiene el expresidente es que le hubiera “gustado que se agregara una reunión parlamentaria”. Esto es, que el brasileño fuera recibido por la comisión permanente del Poder Legislativo, que es el cuerpo parlamentario que se encuentra actualmente en actividad, en pleno receso de los legisladores.
“Una visita institucional tiene que tener la mayor presencia institucional. Es algo obvio. Es una cuestión de poderes del Estado; hemos perdido conciencia de estas cosas”, lamentó el expresidente en diálogo con El País.
Lo segundo que le preocupa a Sanguinetti es que sea la coalición de izquierda quien reciba luego, en exclusividad, al presidente brasileño.
“Esto último no me parece. No creo que deba ser posible, porque representa un acto de política interna al establecerse una preferencia clara sobre un determinado partido político del país”, aseguró el dirigente colorado, que ante la consulta acerca de quién cree que es el más responsable de esta situación, respondió: “Estos programas se negocian bilateralmente entre las cancillerías. Por eso, digo que no me parece lógico que se haya previsto una visita a un solo partido político del país”.
Su crítica se enmarca en el entendido, agregó, de que “las formas en las relaciones institucionales son fundamentales”, y que ese es el mismo argumento para cuestionar, por ejemplo, “a los presidentes que no entregan la banda” a su sucesor en las ceremonias de transmisión de mando, como justamente ocurrió en Brasil días atrás.
“En el caso de una visita presidencial, solo puede considerarse privado algo muy familiar, pero no una reunión con un solo partido político. Esto es algo que no está confirmado -siguió Sanguinetti- y confío en que la agenda definitiva sea cuidadosa de estas formalidades”. Y, sobre todo, concluyó el colorado, teniendo en cuenta que una reunión en territorio nacional con cualquier jefe de Estado de Brasil es siempre “muy trascendente y de enorme peso” para Uruguay, algo que en este caso incluso crece al tratarse de “la figura de Lula”. “Por lo mismo -concluyó- no debe empañarse con gestos que la parcializan”.