Santiago Gutiérrez: “Uruguay tiene un poquito de verdad y un poquito de justicia"

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Santiago Gutiérrez. Foto: Estefanía Leal
Santiago Gutiérrez.
Foto: Estefanía Leal

PASADO RECIENTE, GOBIERNO Y WILSONISMO

Santiago Gutiérrez Silva es nieto de Héctor Gutiérrez Ruiz. Desde su militancia activa en “Por La Patria” fue crítico sobre la falta de avances en esclarecer los delitos vinculados al pasado reciente.

Santiago Gutiérrez Silva es nieto de Héctor Gutiérrez Ruiz, “El Toba”, quien fue asesinado en Buenos Aires durante la última dictadura militar. También se ha vuelto uno de los referentes de la juventud blanca del ala wilsonista. Desde su militancia activa en el grupo blanco “Por La Patria” fue crítico sobre la falta de avances en esclarecer los delitos vinculados al pasado reciente.

Gutiérrez cree que es vital para los blancos reconstruir el ala wilsonista para evitar un fracaso electoral en la próxima campaña. Para eso, dijo, es central reunificar a todos los grupos que se desperdigaron luego del desarme de la Alianza Nacional que lideró Jorge Larrañaga.

-¿Está conforme con este Partido Nacional de hoy? Porque su sector, el wilsonismo, no es el mayoritario actualmente.

-Uno nunca está del todo conforme. Porque si no, dejaría de militar. Los jóvenes tenemos que ser ese motor de cambio y de actualización constante. Algunas cosas deberían ser diferentes. Estamos gobernando, y creo que lo estamos haciendo de buena manera y con mucha responsabilidad.

-¿Por qué cree que al ala wilsonista le ha costado tanto crecer dentro del PN?

-Porque tratamos de encontrar otro Wilson, y otro Wilson no hay ni va a haber, como no va a haber otro Herrera. Nos costó mucho encontrar a una persona que realmente nucleara al wilsonismo y lo representara. En su momento fue Alianza Nacional, por distintos motivos Alianza se desarmó. Ahora estamos en la búsqueda de conformar un sector fuerte. El partido lo necesita y estamos en la búsqueda de esa persona que logre nuclear a todo eso que está muy desperdigado.

-¿Para usted el gobierno es herrerista?

-No.

-¿Cómo lo define?

-Pragmático. Bueno, eso también es herrerismo de alguna manera. Pero no, creo que el presidente tampoco es un furibundo herrerista. Obviamente tiene su concepción, su origen y su recorrido, pero no creo que Luis Lacalle Pou sea un herrerista ortodoxo. Para nada.

-¿Le falta wilsonismo al gobierno?

-Quizás un poco, sí.

-¿En dónde?

-Hay un tema que a mí me apasiona mucho, y creo además que es la llave del progreso del país, que es la descentralización.

-¿Le molesta cuando la oposición dice que es un gobierno de derecha?

-No, es parte del juego. El FA dice despectivamente que el gobierno es de derecha. No me molesta, y no creo que sea un gobierno de derecha y neoliberal. Si este fuera un gobierno neoliberal, no quiero saber lo que hubiera sido un gobierno neoliberal de derecha en serio.

-Cuando empezó a militar para llegar al gobierno, ¿imaginaba hacerlo con esta coalición que se conformó?

-No, jamás. Nadie se imaginó que naciera y floreciera Cabildo Abierto y fuera a tener ese respaldo popular.

-¿Le incomoda estar en una coalición con Cabildo?

-Primero, me incomodan las coaliciones. Creo que es un elemento de la política actual en el mundo donde, salvo EE.UU. o algunos lugares muy puntuales, ya se rompió el bipartidismo y tiende a atomizar. Ojalá no hubiera una necesidad electoral. Entendemos que en pos de un proyecto de país mejor, hay que dejar algunas diferencias históricas de lado y acordar, como se acordó.

-El jueves 20 de mayo se dio una discusión a raíz de una publicación del senador Manini Ríos celebrando el Día Mundial de las Abejas cuando se conmemoraba la Marcha del Silencio. ¿Esperaba un pronunciamiento diferente?

-(Piensa). No esperaba nada. Lo primero es que me alegró verlo en el homenaje al Toba y a Zelmar en el Palacio. Después, me cuesta entender si la publicación es una provocación o qué es. La verdad es que no lo entiendo. Me pareció sumamente innecesario, porque si él representa a determinado segmento de la sociedad a la que no le gustaría que Manini se manifestara el 20 de mayo, que no me gusta pero lo respeto, la omisión hubiese sido mucho mejor que eso que de verdad parecía una tomadura de pelo.

-El presidente de la República tampoco se manifestó por la marcha. ¿Usted cree que hubiese sido importante que lo hiciera?

Santiago Gutiérrez. Foto: Estefanía Leal
Santiago Gutiérrez. Foto: Estefanía Leal

-A mí me hubiese gustado, pero es un tema de Luis Lacalle Pou.

-La consigna de los familiares es clara: “Memoria, verdad y justicia”. Pero el paso del tiempo empieza a jugar en contra de esa verdad. ¿Tiene que ser con “verdad y justicia” o se puede negociar la información para que haya “verdad”?

-Yo creo que es una discusión que tenemos que dar maduramente. La experiencia de Sudáfrica, a partir del Apartheid, es todo verdad y nada de Justicia. Yo creo que Uruguay tiene un poquito de verdad y un poquito de Justicia. Y no alcanza, porque nos falta mucha verdad y mucha justicia. No lo tengo claro, pero es una discusión que tendríamos que dar en serio, si es que en un momento llegamos a esa dicotomía. No tienen nada para perder los militares, porque se van a morir. Parto de la base de que estoy hablando de personas que no van a recapacitar en lo que hicieron. Parto de la base de que José Gavazzo, Manuel Cordero y todos sus secuaces son malas personas. Y que no tienen ningún problema en defender lo que hicieron una vez más.

-¿Siente que el hecho de que CA esté en la coalición de gobierno puede dificultar la obtención de información?

-No necesariamente. Yo puedo suponer, por algunos prejuicios o declaraciones puntuales, que sí. Pero no necesariamente en la práctica es así.

-Hay una frase de Manini de octubre del año pasado. El senador dijo a portal Mejor Dicho, de la UCU, que hay “familiares que siguen prisioneros de ese odio que los ha movido toda la vida” y que ven “en Cabildo Abierto a su enemigo que tienen que fabricar porque, si no, no tienen razón de existir, si no hay un enemigo presente”. ¿Cómo tomó eso?

-Es una falta de respeto gigante. No se puede juzgar de ninguna manera si tienen odio o rencor madres, padres, amigos y familiares que están buscando a sus seres queridos hace casi 50 años. Si fuera ese el caso, ¿con qué cara nosotros les decimos que tienen odio o rencor? Y segundo, los problemas discursivos -que han sido por ahora discursivos- que ha tenido CA con la organización Familiares, se los ha generado CA a raíz de sus propias declaraciones, que no comparto. Me parece innecesario y creo que parte de esos integrantes son los que fogonean el rencor y el odio.

-¿El FA se apoderó de las banderas de la agenda de derechos?

-Sí, totalmente.

-¿Pero no se las dieron ustedes? Porque en algunos casos como la ley de la marihuana, la ley del aborto, el matrimonio igualitario o la discusión actual de la eutanasia, el PN siempre se posicionó en contra.

-Hay una importante falta de capacidad dentro del PN de actualizar con sustento histórico. Los blancos hemos tenido en el último tiempo una dificultad de hacer evolucionar nuestro ideario con la misma raíz nacionalista, de evolucionar a la misma velocidad que evolucionó el mundo. Y en eso, la izquierda (y el FA particularmente) fue mucho más hábil y veloz, y obviamente tiene fundamento genuino también. El PN todavía tiene muchos dirigentes que representan a un Uruguay distinto.

-Los blancos llegaron al gobierno después de 30 años. Si no logran retener el mandato en 2024, ¿para usted es un fracaso?

-Por un lado sí, porque en términos simples la lectura es que si perdemos no hicimos un buen gobierno, o la gente no está conforme con nosotros. Pero hay un valor intrínseco que el PN tiene, y es que no es dependiente del poder. Tenemos 185 años, y de hecho casi 100 pasamos fuera del poder. El PN y el poder no se necesitan, o no hacen un baile necesario uno con el otro. Nosotros podemos vivir y servir al país no estando necesariamente en el poder. El Partido Colorado desde que perdió el poder se vació y creo que el FA le robó el alma al Partido Colorado y se la apropió. El FA desde que nació siempre tuvo más poder y siempre fue más grande. Es la primera vez en su historia que tiene menos poder que antes, y lo vemos ahora, que están como con la espuma en la boca. Les ha costado mucho dar un paso atrás.

Santiago Gutiérrez. Foto: Estefanía Leal
Santiago Gutiérrez. Foto: Estefanía Leal

-¿Cómo ve las discusiones internas del PN sobre candidaturas?

-Me parece una discusión inevitable, propia de la política. Obviamente hay gente que está posicionada por su ambición propia, y hay gente a la que la posiciona el imaginario colectivo o la manija. No entro en el discurso típico de “no es momento de hablar de candidaturas”. Lo cierto es que siempre se habla de candidaturas y lo cierto es que un partido que pretende volver a ganar elecciones obviamente que tiene que estar gobernando, pero tiene que tener un partido, una institución partidaria fuerte y sólida que siga viviendo y generando contenido.

-¿Ve candidatos fijos?

-Sí, y no. Podemos decir cuatro o cinco nombres.

-Su problema es que los que se han asomado -Martín Lema, Álvaro Delgado y Beatriz Argimón- son todos del ala en la que usted no está.

-(Se ríe). Primero creo que las decisiones que tomen todos los que integran “Todos” son de ellos y no me corresponde a mí juzgar. Nuestra obligación es trabajar mucho, porque nosotros tenemos que conformar un sector que necesariamente tiene que ir detrás de una figura. El sector debe tener mucho contenido, una imagen y una identidad. Y creo que de ese trabajo va a surgir el mejor candidato que podamos tener.

-¿Esa figura es Gandini?

-Puede ser Gandini.

“Es nuestra responsabilidad juntarnos”

-¿Cómo califica la pérdida de Larrañaga para el ala wilsonista que pretenden rearmar?

-Es una pérdida enorme. Pero para todos los blancos, para el país. Con su partida terminó una época. Jorge levantó al partido en 2004, volvió a crear un espacio wilsonista. Fue el candidato blanco más votado desde la vuelta a la democracia. Más de 20 años en los que marcó una impronta, reunió a muchos y representó una forma de hacer política. Gran parte de la nueva generación de blancos empezamos a militar atrás de él. Muchos hoy integran el gobierno. A pesar de las diferencias que tuvimos en el último tiempo, creo que es nuestra responsabilidad volver a juntarnos.

-¿Cuál es el legado de Larrañaga?

-Lo veremos en perspectiva con el tiempo: un tipo frontal, sincero, trabajador y luchador incansable. Un fiel continuador de esa frontera difusa entre razón y emoción de los blancos, cercano a las más lindas tradiciones sin dejar de pensar en un país dinámico y de progreso. Con nuestras diferencias, puso delante de todo al Partido Nacional, y donde lo necesitó él estuvo. Le dedicó su vida al servicio público; ese legado es difícil de cuantificar. También debemos aprender de no haber podido conformar un sector con identidad, contenido e imagen que no dependiera únicamente de los nombres, sino que tuviera cimientos más sólidos que las personas. Que perdurara en el tiempo.

-Usted decía que el sector necesita rearmarse. ¿Es tiempo de nuevas alianzas o de tratar de agrupar a los diferentes subgrupos wilsonistas que han quedado desperdigados?

-Creo que lo principal es que todos los que nos sentimos wilsonistas coincidamos en la necesidad de juntarnos y dejar de andar desperdigados. La necesidad es del Partido Nacional, y por lo tanto del país. Bajo esta coincidencia y con un objetivo de largo aliento, la ingeniería electoral será la que les quede más cómoda a todos. Eso no me preocupa. Creo que lo más viable hoy en día es que construyamos un espacio que tenga una clara identidad, un contenido renovador, esperanzador, donde los distintos grupos que hoy existen puedan integrarlo como tales y además ese sea un lugar donde puedan sumarse otros. Heterogéneo. Debemos todos olvidarnos de viejas peleas y rencores, egos y personalismos, porque la responsabilidad que tenemos hoy es mucho mayor. Según mi criterio, ese nuevo espacio debe ser justamente eso: nuevo, distinto a lo que ya tuvimos. Allí surgirán en su momento nuevos liderazgos. Esa impronta debe ser realmente wilsonista. Eso implica alcance nacional, una concepción y contenido que tenga a la libertad, la justicia social, el desarrollo y la nación como faro.

El caso moreira y su vuelta al PN
Carlos Moreira: "He recibido el apoyo de la gente del departamento". Foto: Estefanía Leal

-Se archivó la última indagatoria contra Carlos Moreira. ¿Está de acuerdo con que se vuelva a afiliar al PN?

-El Partido Nacional es un estricto defensor del orden jurídico y de las leyes. Y a su vez, hay cosas que escapan al ámbito legal. A Carlos Moreira le archivaron la causa dos o tres veces, o sea que él no cometió ningún delito y está más que comprobado. Lo que a mí me genera mucho ruido es que, en Colonia, que son los que están ahí y se conocen unos a los otros, gana con una mayoría abrumadora. Y nosotros, desde Montevideo, opinamos lo que se nos canta porque escuchamos un audio y leímos dos notas.

-Hay quienes critican que hay distintos códigos de tolerancia entre Montevideo y algunos lugares del interior.

-Eso para mí es una falta de respeto y es producto del Uruguay centralista y montevideano. Esa es la peor imagen del Uruguay centralista. Yo no lo creo. Me parece que ahí hubo una situación que parece muy compleja, que tiene elementos que parecían muy jodidos, pero que no se sabe si son tan así. Porque después todos escuchamos que fueron pareja, y que los audios fueron editados. Después, de lo único de lo que nos podemos agarrar más, que un chusmerío que lo defienda o que lo ataque, es de la Justicia, y tres veces le archivó la causa.

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