Por Joaquín Silva / Carlos Tapia
Nicolás Olivera, intendente de Paysandú, pidió un master plan a uno de los arquitectos más famosos del mundo, pagó “más o menos” un millón de dólares y sorprendió a varios de su partido. Ahora dice que espera un shock de inversiones. En agosto dejó Alianza Nacional (el sector de Larrañaga), y aunque no se visualiza aun detrás de ningún precandidato, advierte que si Todos “se sigue comiendo” al partido los blancos corren el riesgo de “marchar” en 2024.
-Este año la Intendencia de Paysandú encargó al estudio del prestigioso arquitecto Rem Koolhaas un master plan. Este fue entregado hace pocos días. ¿En qué consiste?
-El estudio es OMA, que entre otros socios tiene a Koolhaas, y el trabajo que han hecho es impactante. Se interiorizaron en los hábitos, en las calles, en lo que la gente hace en Paysandú. Son personas que ahora están haciendo torres en Manhattan y si todo va bien vamos a tener también edificios en el departamento. Estamos avanzando ahora en una construcción icónica, que se incluye en el proyecto, y en un espacio público de calidad avanzada. Esto es una hoja de ruta y ahora tenemos que tomar decisiones sobre lo que queremos hacer. Algo en lo que tenemos que trabajar es en una adaptación normativa, porque las normas de Paysandú no acompasan la propuesta. Vamos a necesitar un nuevo ordenamiento territorial.
-¿Y hay dinero para llevar adelante esta idea?
-Esto es muy ambicioso. Lo que tenemos por primera vez es una herramienta que nos permite saber qué pedir, y saber qué podemos hacer en cada lugar. Ahora estamos haciendo los estudios económicos que nos van a decir cuánto sale cada cosa. Si hay algo que sabemos en Paysandú es que la inundación va a volver, el agua siempre vuelve; sobre esa base tenemos que ver cómo nos movemos, en qué zonas trabajamos y de qué manera.
-¿El edificio icónico lo va a hacer la intendencia?
-Estamos viendo el plan de costeo.
-¿Lo va a hacer OMA?
-Si llegamos a un acuerdo, sí. Lo que está acordado es que tiene que ir con la firma de ellos. El edificio ya está conceptualmente insinuado en el master plan.
-¿Y cómo va a ser?
-La idea es que tenga varios usos, que esté sobre el río, que exprese un concepto, que muestre la simbiosis entre el agua y la tierra. Lo que nos da el master plan es una visión de oportunidad. En Paysandú siempre vimos el agua como el factor que nos complicaba la vida. El agua cuando crece te come tierra, te saca gente, te genera problemas para recomponer lo que se llevó; ahora vemos una luz, una oportunidad.
-Se ha anunciado también la construcción de un casino y además Paysandú es parte importante del plan Avanzar. ¿Se espera que haya un shock de inversión?
-Tanto el gobierno como nosotros estamos esperando que se concrete. Hay voluntad política y burocrática. Avanzar es un hecho y se van a regularizar a 270 familias. Además está el aeropuerto, que antes de setiembre de 2024 tiene que estar pronta la nueva obra. Y después ya está anunciada y adjudicada una planta de tratamiento de OSE, lo que implica entre otras cosas puestos de trabajo. A esto se suma un casino y un hotel, con una iniciativa privada ya aceptada.
-Lo de Koolhaas generó una revolución en el mundo de los arquitectos, ¿pero cómo lo ven sus compañeros de partido? ¿Lo entienden?
-Hay gente que dice: “por fin alguien que piensa por fuera de los ciclos electorales”. Pero otros dicen: “estás loco gastar esa plata para eso, por cosas que vos no vas a ver”.
-Se dijo que salió un millón de dólares.
-Sí… más o menos.
-¿Más o menos?
-Más.
-¿Cuánto?
-Por ahí…
-¿Pero cuánto?
-Un millón… cerca (se ríe).
-¿Ya se pagó?
-Estamos pagando, cumpliendo con todos los parámetros…. Paysandú era un departamento industrial, pero todo en un momento empezó a cerrar. Estuvimos 20 años mirando la fiambrera, diciendo que tenía que venir un político que trajera de nuevo las industrias. Pero hoy, con el mundo como está, no aparece nadie que pueda venir y dar 600 puestos de trabajo. Entonces, en algún momento había que cortar ese ciclo. Había que pensar afuera de la caja, y para eso hay que invitar a gente. Me he gastado los pies yendo a Córdoba y Buenos Aires, y logramos que la principal exportadora de limones del mundo eligiera Paysandú como sede de su planta industrial. Se va a instalar una empresa de medidores inteligentes, de agua, de luz y de gas. También se está invirtiendo muchísimo en software. Y creamos la escuela de oficios digitales. Es lento, pero se está haciendo.
-¿Hay empresarios que digan: “esta parte del proyecto de Koolhaas la pago yo”?
-Hay, pero le tengo más fe a los que no son de Paysandú que a los que sí lo son.
-¿Pero hay gente con plata para meterse a hacer una inversión de esas características en el departamento?
-Hay plata, sí. Hay gente de campo con mucha guita, hay empresarios, hay profesionales…. Pero invierten en temas muy tradicionales: en ladrillos.
-Estos son ladrillos…
-Sí, pero hay que hacer otras cosas también. No es hacer algo así nomás.
-¿Hay empresarios argentinos interesados?
-Sí. Por ejemplo los del casino, que se terminaron convenciendo por el master plan.
-¿Cuántos años tenía cuando Larrañaga era intendente?
-En el 90 tenía nueve años.
-¿Lo inspira su legado?
-Es que Larrañaga rompió el molde. La vara la puso altísima. En Tiatucura, donde vivían 50 personas, hizo un puente impresionante. Y alguno habrá dicho que esa guita se podría haber puesto en un lugar donde vivían miles, pero él lo hizo para que esa gente pudiera ir al liceo, al médico. Ese sí fue un verdadero descentralizador.
-¿Dejó un vacío?
-Enorme.
-¿Es difícil para el wilsonismo generar una candidatura competitiva?
-Más que de candidatos yo hablaría de liderazgo. Porque con el candidato te podés poner de acuerdo, pero el tema es que sea alguien con sustancia. No sé si se puede seguir hablando como se habló siempre del wilsonismo. Históricamente en los blancos hubo dos corrientes: herrerismo y wilsonismo. Pero ahora el esquema es otro, se mezcló todo.
-¿Cómo es ahora?
-Hay un grupo muy fuerte, con vocación hegemónica, que quiere ser cada vez más grande; y hay otro espacio de pensamiento que está inorgánico. Me refiero a todo lo otro que no es Todos. Eso está disperso.
-En agosto dejó Alianza Nacional, ¿cómo ve ahora ese sector?
-Me duele porque hay muchos compañeros, pero Alianza siento que está en un modo sobrevivencia. Hay un solo lugar para agarrar y es para adelante.
-¿Y qué hay hacia adelante?
-Construcción y proposición. Al gobierno hay que proponerle agenda, hay que mostrarle otra mirada. En los ministros que son blancos uno puede ver que hay una posición hegemónica.
-¿Jorge Gandini y Beatriz Argimón, que suenan como posibles precandidatos, pueden construir esa mirada distinta?
-Si abrevan de eso yo creo que sí. No sé si juntarán o no juntarán.
-Hay varios que ya adelantaron su apoyo a Álvaro Delgado...
-Yo veo un grupo hegemónico, que quiere crecer más y que para mí debería parar ahí. Si ese grupo se sigue comiendo todo el partido va a haber un solo sector y así se corre el riesgo de marchar.
-¿En qué temas tiene matices con el gobierno nacional?
-Descentralización es uno…. Personalmente tengo un matiz con lo que se va a hacer con el IASS y el IRPF. Antes de rebajar hay que ver si no faltan lugares donde poner esa plata. El IRPF me puede parecer más justo, pero el IASS… Una vez que se rebaja no la tenés más. A mí no me asusta hablar de redistribución. Capaz que esa guita, antes que resignarla, habría que ponerla en otro lado. Hay cosas en las que nunca terminás de poner plata porque son necesarias, como la salud. Se podría hacer un plan de impacto vial. Se está poniendo ya una buena moneda, pero falta. ¿A un tipo que tiene determinado ingreso por una jubilación y lo afecta el IASS, lo cambian 1.000 o 2.000 pesos?
-¿Cree que hay un componente electoral también en llevar adelante la rebaja?
-No sé si electoralmente esto tiene repercusiones.
-Cae simpático que te cobren menos impuestos.
-Sí, pero la memoria del elector es fugaz. El primer mes me bajaron 3.000 pesos, al segundo mes ya hice una cuenta por 3.000 pesos y me olvidé. El ser humano es el único ser vivo que ante la obtención de un logro siente satisfacción; lo que siente automáticamente es el anhelo de más.
-En una entrevista con El País, el senador nacionalista Gustavo Penadés decía que si hubiera estado en la oposición también hubiera pedido la renuncia de algún ministro por el caso del excustodia presidencial Alejandro Astesiano. ¿Qué opinión le merece esto?
-Eso fue garrón y la oposición se está haciendo un festín. Y además la va tirando en pastillitas, de a poquito. Probablemente si estaba en la oposición estaría diciendo alguna cosa, pero habrá que ver si esto no termina pariendo un ratón. El Partido Nacional probablemente hubiera reaccionado duramente, pero también es cierto que nosotros hemos garantizado más la gobernabilidad que el Frente Amplio a lo largo de la historia. Un ejemplo claro es lo del Congreso de Intendentes, donde hubo tres intendentes de la oposición que no lograron ponerse de acuerdo a ver quién lo presidía y el Partido Nacional se hizo cargo. Tres tipos del mismo partido, que aspiran a cargos nacionales y que no lograron ponerse de acuerdo. Es insólito.
-¿Quién es mejor interlocutor, Carolina Cosse o Yamandú Orsi?
-¿Pero cómo va a ser una interlocutora alguien que no va nunca? Llama la atención que busca posiciones internacionales y nacionales, pero en el día a día no la transpira.
-¿Yamandú es distinto en este sentido?
-Sí, claro, tiene vocación de diálogo.
-¿Hay que cortarle el paso a Orsi en el interior, como han dicho algunos entendiendo que puede ser un potencial rival difícil en 2024?
-No, hay que hacer las cosas bien. Tenemos que estar pendientes de nosotros.
-¿Va a ir por la reelección?
-Si al final del camino siento que lo que puede hacer sirvió, sí. Es un camino que quiero recorrer.
“No es por fideos; cruzan, comen barato y clavan un surtido”
-Ha reclamado políticas de frontera. ¿Cómo está impactando esto a Paysandú?
-Obviamente nos impacta, se puede ver en el ranking de desempleo. Nosotros hasta la última medición trimestral estábamos terceros, ahora estamos sextos a nivel país. Pero los tres primeros éramos Salto, Río Negro y Paysandú, y eso no es casualidad.
-¿Por qué cuesta arreglar esto?
-No puede ser que seamos los únicos tipos a lo que nos pasa esto. Esto en el mundo ya debe haber pasado 100.000 veces. No hay una sola medida para tomar, es un macramé donde tirás de un hilito y se te empiezan a desatar nudos y nudos. Uno instintivamente piensa en el comestible: la harina, la sal y el fideo. Pero no es solo eso. Yo el otro día vine de Buenos Aires y cuando cruzaba para Paysandú veía los supermercados llenos, y hay autos y camionetas buenas. No van a buscar fideos. Cruzan, comen barato, compran alguna cosa en ópticas o farmacias, que están muy baratas, a la vuelta llenan el tanque y clavan un surtido. Van hasta al odontólogo allá. ¿Y cómo frenás eso? ¿Restringiendo la libertad de circulación? Eso no se va a hacer. Todos hemos reclamado, pero también soy consciente de que es difícil tomar una medida. No digo que me resigné, pero estoy concentrado en lo que puedo hacer.
-¿Y qué puede hacer?
-Como intendencia puedo generar un flujo de entrada a Paysandú que busque emular, compensar, el flujo de salida.
-El proyecto de Koolhaas lo que busca, obviamente, es convertir a Paysandú en una ciudad turística…
-Claro…
-Pero eso no es inmediato.
-Pero hay cosas que sí. Estamos explotando la playa, estamos teniendo una inversión en termas. No es de un día para el otro, claro...