Por Joaquín Silva
En momentos en que el oficialismo encontró un respiro de los constantes ataques de la oposición por el caso Astesiano -pero al mismo tiempo se ha registrado un crecimiento del Frente Amplio en las encuestas-, el presidente Luis Lacalle Pou salió ayer a defender todos los ejes de su gobierno.
Lo hizo, también, en tiempos en los que el gobierno viene buscando recuperar protagonismo en la agenda informativa e intentar “acelerar” y concretar sus principales líneas de gestión, ya entrando en la antesala de los lanzamientos de campañas que, como sugirió el presidente, se esperan para cuando “despunte la primavera”.
Y es un particular momento, además, en el que el Ejecutivo viene buscando -y seguirá haciéndolo por mucho tiempo- capitalizar al máximo la rebaja impositiva a los contribuyentes del IRPF y el IASS y el alivio tributario para pequeñas y medianas empresas, que el Parlamento ha aprobado -con el voto de todos los partidos- en las últimas horas.
El propio presidente, de hecho, hizo referencia a este tema, sabedor de que -más allá de las críticas que igualmente recibió de los frenteamplistas, que apuntaron a la baja “magnitud” de las medidas o a la cantidad de gente que no se verá afectada- la oposición quedó en una posición incómoda en el debate público.
“Por suerte se votó por unanimidad en el Parlamento -dijo Lacalle Pou-, porque la verdad que sería para el récord Guinness que no se vote por unanimidad una rebaja de impuestos en el país”.
El discurso de 43 minutos que dio ayer el primer mandatario -como orador del primer ciclo de eventos de este año de la Asociación de Directores de Marketing (ADM)- tuvo varios puntos de contacto con el que dio el pasado 2 de marzo ante la Asamblea General, pero en esta oportunidad -más libre del marco protocolar- interpeló directamente a la oposición, sobre todo por su rechazo a las reformas estructurales que Lacalle Pou pretende dejar como legado tras entregar su banda presidencial el 1° de marzo de 2025.
El presidente habló entonces de la “continuidad” que espera que tengan no solo esas transformaciones que por naturaleza se postulan de largo plazo, como la de la seguridad social o la educativa -la primera en plena negociación parlamentaria, la segunda comenzándose a aplicar en las aulas-, sino también gran parte del articulado de la Ley de Urgente Consideración -ratificada en las urnas el 27 de marzo pasado-, que abarcan desde “la regla fiscal, el régimen de adopciones (y) la libertad de trabajo”, tal como enumeró el jefe de Estado.
“Todas esas cosas van a tener continuidad y estoy hablando (para) después del 1° de marzo de 2025. Y si no van a tener continuidad -desafió el presidente- estaría bueno saberlo porque son reformas profundas, importantes, (para las que) hacen falta convicción, decisión (...) y coraje, y nosotros tuvimos el coraje que había que tener”.
En otro momento, en el espacio de las preguntas, Lacalle Pou subrayó que “estaba convencido” que “estas cosas, gane quien gane, no las van a cambiar”, y específicamente aseguró que, en su opinión, la oposición está “deseando” que el Parlamento aprueba la reforma jubilatoria para evitar lidiar con ese problema en un eventual futuro gobierno.
“Porque todos los que aspiran a ser gobierno -dijo-, la coalición o el Frente Amplio, van a estar aliviados, y los candidatos van a estar aliviados si se aprueba esta reforma de la seguridad social”.
También hubo espacio para un anuncio concreto, que vi-no a cuento luego de destacar -como lo ha hecho otras veces- el trabajo que lleva adelante el ministro de Desarrollo Social, Martín Lema, en la atención a los más vulnerables. Ya pensando en la última Rendición de Cuentas para aumentar el gasto -aumento en el que ya se incluye la renuncia fiscal de US$ 150 millones implicada en la rebaja de impuestos-, el presidente adelantó, enfático, que identificó la necesidad de reforzar con recursos una nueva prioridad: la atención en “salud mental y adicciones”, el “gran desafío” que, dijo, tiene su gobierno por delante.
“Me importa que la coalición confluya”
El presidente también fue consultado por la propuesta, planteada por el senador colorado Germán Coutinho, de que la coalición acuerde de antemano un programa común de cara a 2024, incluso antes de las elecciones nacionales. Aunque recordó que no podía hablar de política, respondió: “A mí me importa, o debería importarme, que se confluya. No me abrazaría a los tiempos”. Luego dijo que el hecho de que la alianza tenga cinco partidos y matices es “no es un problema, (sino) una virtud”.
Las señales
Como hilo conductor de un discurso que quiso ser al mismo tiempo de actualidad y de razonamiento político, el presidente volvió a recurrir a tres conceptos que formula como encadenados: la “esperanza” que entiende se produce en la gente a mediano plazo, posible gracias a la ratificación de la “confianza” otorgada a un gobierno -su gobierno-, fenómenos que en una dinámica de círculo virtuoso, terminan generando a su vez la “certidumbre” necesaria para continuar atrayendo inversiones al país.
Fue entonces que también dijo que Uruguay se encuentra en un “momento especial”, con señales particularmente alentadoras del sector empresarial, que también ven con buenos ojos la “historia democrática de Uruguay” y las costumbres que permiten, por ejemplo, que entre las mesas de la sala del Hotel Radisson estuvieran presentes el presidente de la coalición de izquierda, Fernando Pereira -que volvió a ser duro en sus críticas- y el intendente frenteamplista Yamandú Orsi -la figura que hoy se proyecta como favorita a ganar la interna de su fuerza política-.
Pereira insistió con críticas al “modelo de concentración”
Para Fernando Pereira -y esto es algo que ha repetido más de una vez- el debate político que está instalado entre el oficialismo y la oposición pone en directa confrontación dos percepciones de la realidad prácticamente sin contacto. “Vivimos en países diferentes -señaló ayer en rueda de prensa luego de la exposición de Luis Lacalle Pou-. En el Uruguay que yo vivo hay el doble de personas en situación de calle, hay 66.000 uruguayos más pobres que en 2019 y el impuesto más importante que tuvieron los trabajadores fue la rebaja salarial que costó a los uruguayos US$ 1.000 millones”.
El presidente del Frente Amplio insistió entonces con su visión de que, estas diferencias de perspectiva, expresan “dos modelos” diferentes de conducción nacional. “El herrerismo tiene ideas de que si la economía da bien globalmente, la situación de la gente va a mejorar y la realidad es muy otra”, dijo y, en otro momento, apuntó: “La gente va a optar entre dos modelos: el frenteamplista, de crecimiento con distribución o el herrerista, de crecimiento con concentración.”
Consultado también sobre la reforma previsional, dijo que si se aprueba, el FA -de ser gobierno- buscará derogar todo lo que consideran negativo. Asimismo, afirmó “que han sido más duros criticando la reforma de la seguridad social los miembros de Cabildo Abierto que los miembros del Frente Amplio”.