EN ASUNCIÓN
El posible Tratado de Libre Comercio con China estará sobre la mesa y Paraguay también reclama más información.
La duda del gobierno de cara a la Cumbre del Mercosur -que será mañana pero hoy ya se celebrarán las reuniones previas de cancilleres y ministros de Economía- es una sola: el tono que usará Argentina para criticar la decisión de Uruguay de empezar las negociaciones formales en busca de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China.
Desde la semana pasada, cuando el presidente Luis Lacalle Pou anunció en conferencia de prensa que el estudio de factibilidad -paso previo a la negociación formal de un TLC- había llegado a su etapa final con éxito, Argentina ha insistido con sus reparos a que este acuerdo avance. Ha señalado que de concretarse lo que se estaría haciendo sería violar las normas del Mercosur, en el sentido de que todos los países deberían negociar juntos (por consenso) o en caso contrario no hacerlo.
Uruguay, que sostiene que la norma que cita Argentina no tiene vigencia por no haber sido votada en los Parlamentos de cada uno de los países del bloque, ya cuenta con el apoyo de Brasil -que el mes pasado en la Cumbre de las Américas aceptó a través de un documento la flexibilización del Mercosur, en el marco de una negociación por la cual Uruguay dio el visto bueno para la baja del Arancel Externo Común (AEC); además, se pactó bajar el arancel que se paga por las exportaciones en las zonas francas. En tanto, Paraguay, que hasta ahora había optado por no inclinarse a favor de ninguno de los grandes países del grupo, ayer dio señales de estar más cerca de la posición argentina.
“Cuando hablamos de relacionamiento externo, vamos conforme a la normativa del Mercosur, que es el Tratado de Asunción y el Protocolo de Ouro Preto. Somos muy respetuosos del derecho internacional público y nos manejamos de esta manera”, dijo ayer en rueda de prensa en Asunción el canciller paraguayo Julio César Arriola. Luego, consultado por El País sobre si el gobierno de Lacalle Pou violentaría las normas del bloque en caso de llevar adelante el acuerdo con China, Arriola precisó: “No estoy diciendo eso. Yo no dije eso. Lo que digo es que es un tema que hay que hablar entre todos los países del bloque y hay que buscar un consenso. Si esto no se logra hay que seguir conversando”.
En las últimas horas, al menos a nivel de cancilleres, hubo contactos entre los gobiernos de Uruguay y Argentina. Así lo confirmó a El País el ministro de Relaciones Exteriores, Francisco Bustillo, el primer jerarca del gobierno en llegar ayer a Paraguay. Su homólogo, Santiago Cafiero, estará arribando a Asunción en la mañana de hoy. Las conversaciones entre ellos fueron telefónicas y aunque ambos pensaron en coordinar un encuentro antes de la reunión formal de cancilleres que se llevará a cabo sobre las 10 de la mañana de hoy, los esfuerzos fueron infructuosos y no hubo forma de que pudiesen acomodar sus respectivas agendas.
Una de las preocupaciones más grandes de Argentina es saber qué implica verdaderamente el TLC. Para eso pidieron información al gobierno uruguayo, y este señaló que todavía no podía brindar detalles debido a que se estaba en una etapa de negociación. En la conferencia de prensa de la semana pasada, Lacalle Pou, consultado allí por El País, señaló que el estudio de factibilidad no era confidencial, pero sí advirtió que había información que no se haría pública debido a que aún se está conversando. Esto genera molestia en el gobierno de Alberto Fernández, según supo El País, pues este entiende que si Uruguay desea seguir negociando por afuera del bloque, al menos debería mostrar las cartas en cuanto a qué es lo que se podría pactar. En esto Paraguay podría estar de acuerdo y también plantearlo hoy en la reunión de cancilleres, según pudo saber El País. Brasil, en tanto, no se sumaría a este planteo, al menos en un principio.
AunqueBustillo sostuvo a El País que no percibe “un clima de guerra” en el bloque, otras fuentes del gobierno dijeron que el torbellino político que se vive en el vecino país -a poco más de 15 días de haber hecho un cambio obligado de ministro de Economía, dada la presión que ejerce cada vez más la oposición y las diferencias internas entre el presidente Fernández y su vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner- hace que la situación sea un tanto imprevisible, en el sentido que la cumbre podría ser una buena oportunidad para que la administración argentina intente marcar agenda con un tema que no le genere ningún conflicto interno.
Pero también es cierto que el gobierno uruguayo tiene una carta bajo la manga, puesto que -al revés de lo que pasó en la cumbre de marzo de 2021, cuando Lacalle Pou planteó que no quería que el Mercosur fuera un “lastre” y Fernández contestó: “Si nos hemos convertido en una carga lo lamento, lo más fácil es bajarse del barco”- el mandatario ahora tendrá la última palabra, ya que es él quien asumirá la presidencia protempore del bloque.
Tanto en la reunión de cancilleres, como de ministros de Economía, como de presidentes, el primero en tomar la palabra será el representante de Paraguay, luego el de Argentina, después el de Brasil (hasta la noche de ayer estaba en duda si Jair Bolsonaro asistiría o no a la cumbre) y más tarde el de Uruguay. De esta manera, Lacalle Pou podría equilibrar el tono de su discurso en virtud de lo que puedan plantear los otros jefes de Estado.