Inder Bugarin - El Universal/GDA
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, está convencida que luego de décadas en las que la Unión Europea y el Mercosur negocian un acuerdo comercial, llegó el momento de concretar. Por eso, se compromete “personalmente a sellar este acuerdo, y con rapidez”.
Asimismo, advierte que los populismos, en auge tanto en América Latina como en Europa, constituyen un “riesgo para la democracia”. Afirma que, para no ser víctima de los “cantos de sirena” de los populistas, América Latina debe reforzar y promover la democracia, construir instituciones sólidas, aumentar la transparencia y ofrecer plataformas políticas fiables.
-Más allá de lo que es de todos conocido, las obvias similitudes entre las regiones, ¿cuál es la razón última del intento de la Unión Europea de reactivar el diálogo político con los países de América Latina? ¿Las reservas estratégicas de América Latina? ¿La necesidad de aliados ante el deterioro del multilateralismo mundial y el riesgo de que la Unión Europea termine siendo una potencia mediana entre dos polos?
-La Unión Europea y los países de América Latina y el Caribe son socios naturales. Compartimos valores, nos enfrentamos a retos comunes y ambos priorizamos el desarrollo sostenible e integrador. Nuestras dos regiones albergan el mayor número de democracias. Ambas defendemos el Estado de Derecho frente a la ley del “más fuerte”. Y también la apertura y el multilateralismo frente al aislacionismo.
Estas similitudes son algo que debemos cultivar, especialmente en el mundo geopolítico actual. Ya somos socios naturales, pero tenemos que convertirnos en socios preferentes. Por lo tanto, reviste la máxima importancia reforzar nuestra asociación, defender los valores que tenemos en gran estima y defender nuestra visión común de unas sociedades democráticas, libres y justas.
La Cumbre UE-Celac marca un punto de inflexión en la relación entre nuestras dos regiones. Tenemos unos vínculos arraigados, entre ambos bloques, pero queremos construir una asociación política y económica más sólida. El interés existe, en ambas partes. Esto ya quedó patente durante mi visita de junio a Brasil, Argentina, Chile y México, y sé que lo comparten muchos otros países de la región.
-¿Ve un acuerdo de libre comercio entre la UE y el Mercosur que entre en vigor a más tardar en 2030?
-Efectivamente, las negociaciones con el Mercosur llevan más de dos décadas en curso. Sin embargo, veo una clara voluntad política de ambas partes para celebrar el Acuerdo UE-Mercosur. Ahora hay una oportunidad real de llegar a la meta. El Acuerdo UE-Mercosur es, en primer lugar, un instrumento de cooperación y diálogo susceptible de sellar una alianza estratégica entre ambas regiones. También es un poderoso motor de crecimiento económico. La UE ya es el primer socio comercial y de inversión del Mercosur, así como el mayor inversor extranjero en este mercado. Con el Acuerdo UE-Mercosur podemos conseguir mucho más. Al eliminar los obstáculos al comercio, el Acuerdo nos ayudará a integrar y reforzar nuestras cadenas de valor. Se animará a nuestras industrias a innovar y a seguir siendo competitivas, juntas, en la escena mundial.
La diversificación refuerza nuestra resiliencia, lo que nos fortalece a ambos para resistir las perturbaciones y evitar dependencias económicas perjudiciales. Fomentará un mejor entorno empresarial y facilitará la atracción de más inversión extranjera directa, creando más y mejores puestos de trabajo y ofreciendo prosperidad a nuestros ciudadanos. Y desde luego, el Acuerdo UE-Mercosur es también una plataforma para abordar los retos comunes, desde la acción por el clima o la deforestación hasta el respeto de los derechos laborales.
Sin duda hablaremos del Acuerdo UE-Mercosur en la Cumbre. Estamos dispuestos a escuchar las preocupaciones planteadas por el Mercosur con el fin de encontrar la manera más pragmática de abordarlas. Me comprometo personalmente a sellar este acuerdo, y con rapidez.
-Lo que una vez era un problema lejano se está convirtiendo en uno muy cercano. Europol y el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT) afirman que las organizaciones de delincuencia organizada de América Latina, como los cárteles mexicanos, suponen una amenaza para la seguridad de la UE. ¿Cómo hacer frente al reto?
-La delincuencia organizada es solo un ejemplo de reto común en el que podemos ser mucho más eficaces afrontándolo juntos. Por lo tanto, nos comprometemos a intensificar nuestra cooperación con los socios de América Latina y el Caribe en la lucha contra la delincuencia organizada y el tráfico de drogas. Ya hemos tomado una serie de medidas importantes.
En primer lugar, mantenemos diálogos sobre estas cuestiones, de forma bilateral con Colombia o Perú, por ejemplo, o en un formato regional. La próxima reunión entre la UE y el Comité Latinoamericano de Seguridad Interior en otoño también permitirá intensificar el diálogo al respecto.
En segundo lugar, la UE ya está trabajando en términos operativos con los países de América Latina en diversos formatos entre los organismos policiales y las instituciones de justicia penal para luchar contra el tráfico de drogas, en particular con operaciones exitosas coordinadas a nivel internacional por Europol y Eurojust. Y esperamos que nuestra nueva Agencia de la Unión Europea sobre Drogas también desempeñe un papel internacional más importante. Nuestras propuestas de celebrar acuerdos internacionales con Ecuador, Brasil, Bolivia, Perú y México para permitir el intercambio de datos personales con Europol también constituyen un avance hacia una mayor cooperación. El refuerzo de la justicia y la seguridad, aunque respetando plenamente el Estado de Derecho, seguirá siendo un tema central de nuestra cooperación entre las dos regiones.
-Ambas regiones se enfrentan al peligroso aumento del populismo, pero los contextos son diferentes. América Latina es la región más desigual del mundo, que sufre corrupción, violaciones de las libertades fundamentales, delincuencia, inseguridad y falta de acceso a la justicia, lo que es munición para las fuerzas autoritarias. ¿Está preocupada la UE por el auge de los gobiernos populistas en la región?
-El populismo va en aumento en nuestras dos regiones, lo que supone un riesgo de deterioro de nuestras democracias. Y aunque los contextos son diferentes, los líderes democráticos a ambos lados del Atlántico tienen el deber de reforzar y proteger la democracia, construir instituciones sólidas, aumentar la transparencia y la rendición de cuentas y ofrecer plataformas políticas fiables a nuestros ciudadanos, de modo que no sean víctimas de los «cantos de sirena» de los populistas, que solo vuelven la vista atrás, rechazan el cambio y sacan provecho de los temores.
Se está produciendo un cambio. El cambio climático, el cambio tecnológico, todo esto está sucediendo y con rapidez. No podemos quedarnos sentados sin actuar. Podemos y debemos convertir estos cambios en oportunidades, sin dejar a nadie atrás. Así es como el mundo democrático produce resultados.
Necesitamos trabajar para garantizar que estas transiciones sean justas e inclusivas. Esto significa proteger a los ciudadanos de sus posibles impactos negativos proponiendo políticas sociales sólidas para reducir las disparidades socioeconómicas, promover la creación de empleo y garantizar el acceso a una educación y una asistencia sanitaria de calidad. Este esfuerzo constituye el núcleo de nuestra asociación con los países de América Latina y el Caribe y, sin duda, será sobre lo que conversaremos ampliamente durante nuestra Cumbre. Estudiaremos cómo Global Gateway puede apoyar mejor estos esfuerzos.
La segunda parte de nuestra respuesta debe ser mostrar que la democracia puede garantizar la seguridad de nuestros ciudadanos. Esto significa reforzar nuestra lucha contra la delincuencia organizada y la corrupción. Pero también es fundamental salvaguardar nuestro orden mundial y defender los principios del Derecho internacional, la soberanía y la integridad territorial, que están directamente relacionados con nuestra seguridad. Por esta razón la respuesta europea a la guerra de agresión de Rusia a Ucrania ha sido tan enérgica. La invasión rusa violó principios básicos del Derecho internacional y de la Carta de las Naciones Unidas, que los países europeos, latinoamericanos y caribeños tienen en gran estima.
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