Bruselas - El País en Bélgica
The future is Europe”, señala un mural gigantesco detrás de los edificios más importantes de la compleja maquinaria de la Unión Europea (UE), en plena Bruselas (Bélgica). En este entorno, miles de funcionarios de los 27 países miembros analizan cómo actuar frente a la guerra en Ucrania, el conflicto en Israel, y hasta el tratado de libre comercio (TLC) con el Mercosur.

En ese evento, del que El País participa invitado por la delegación de la UE en Uruguay a una recorrida con medios de prensa nacionales, argentinos y paraguayos por las sedes del bloque, fuentes de la UE en Bruselas aseguraron que “es posible” arribar “este año” a la conclusión de las negociaciones, un nuevo paso del TLC que lleva 25 años de varias idas y vueltas, con un acuerdo primario de 2019, que aún no fue ratificado.

Todos los consultados coincidieron en que Uruguay, considerado un “socio importante” para el bloque europeo, no ha presentado resistencias para avanzar con este acuerdo. E incluso no prevén un cambio de postura gane quien gane las elecciones presidenciales.

En caso de llegar a una rúbrica de todos los puntos del TLC, se debe aguardar un extenso análisis a la interna del bloque europeo y el pulgar para arriba de todos los parlamentos, un proceso que podría llevar, por lo menos, dos años para empezar a ver sus efectos.

Fuentes de UE indicaron que en diciembre pasado hubo “posibilidades reales” de culminar las negociaciones. Sin embargo, Brasil presentó reparos con el capítulo de compras públicas, así como había incertidumbre por la posición que tomaría el nuevo gobierno de Javier Milei en Argentina.

Pese a que han seguido las negociaciones por la postura de Brasil y que el bloque considera que Argentina tiene voluntad de avanzar con el TLC, ahora se suma otro punto: entre el 6 y 9 de junio hay elecciones del Parlamento europeo, que ocurren cada cinco años. Fuentes de la Cancillería uruguaya indicaron a El País que hasta estas elecciones no habrá novedades del TLC.

Estas negociaciones las encabeza la comisión europea, con funcionarios de UE que representan a los miembros y sus intereses comunes, que mantienen contactos con la comisión y el Parlamento europeo para informar avances y evitar una marcha atrás posterior.

En caso de llegar a un acuerdo, el texto pasa de la comisión europea al consejo, otro ámbito donde se hace una revisión jurídica y lingüística, que implica traducirlo a los 24 idiomas de UE. Si se aprueba, ocurre la firma oficial, que incluye el consentimiento del Parlamento europeo, que puede decir si o no a lo acordado.

De todos modos, el resultado de los próximos comicios podría cambiar un potencial acuerdo. La previsión en Bruselas es que los partidos de derecha ganen más terreno, que con medidas más proteccionistas podrían frenar el TLC.

Si bien al momento de la firma puede ocurrir una aplicación provisional, los parlamentos involucrados deben ratificar el acuerdo. La voluntad contraria de un Estado puede hacer caer todo lo negociado.

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Pese a que el aspecto comercial se acordó años atrás, el punto ambiental ha generado múltiples choques, principalmente con Brasil, luego de que UE aumentara sus exigencias. En el marco de su Pacto Verde, resolvió prohibir la importación de productos provenientes de zonas deforestadas.

Desde el gobierno de Bolsonaro este punto ha generado crispaciones con UE, ante la denuncia de la afectación de la Amazonía -considerado el pulmón del mundo- pero también forma parte del discurso político de varias figuras europeas.

Es el caso del presidente francés Emmanuel Macron, quien hizo sucesivas críticas a este acuerdo y hasta se reunió con su par Lula da Silva para buscar alternativas, pese a que no interviene en el proceso que fija UE.

Desde Bruselas, hay lecturas de que la postura de Macron no es generalizada en Europa, pese a planteos similares, y que busca evitar una crispación con agricultores franceses contrarios al acuerdo, que ya se movilizaron en contra previendo una invasión de productos locales, de probada calidad.

Macron planteó activar “acuerdos de colaboración” en varias áreas, sustituyendo los TLC. Mientras que desde Bruselas varias voces insisten con que se debe alcanzar un acuerdo “ambicioso” con Mercosur.

Fuentes de UE puntualizaron que “no hay ningún plan” de la comisión europea para negociar “bilateralmente” con los países del bloque. “Es el acuerdo o nada”, graficó un informante en Bélgica.

La diputada europea Mónica González, integrante de Socialistas y Demócratas, la segunda fuerza con 140 de 705 escaños, dijo ayer en una entrevista en Bruselas que “no ve” un acuerdo “a corto plazo” con Mercosur, y que este “no salió por una posición proteccionista” de varios países europeos, pero “fundamentalmente de Francia”. Como UE “va a necesitar productos que no tiene en la cantidad que consume y va a ir haciendo acuerdos bilaterales” con países del bloque, estimó.

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