"Uruguay conoce poco a Brasil a pesar de nuestra cercanía", señaló el embajador uruguayo en el país vecino

Guillermo Valles está afincando en el gigante norteño desde 2020 y este año cumplió 50 años de carrera diplomática. Una figura clave de la inserción internacional habló de los desafíos que enfrenta Uruguay.

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Presentacion de Observatorio de Insercion Internacional
Guillermo Valles: "En el vínculo de Uruguay con Brasil "no hay ningún cambio radical".
Foto: Fernando Ponzetto

Desde 2020, es embajador de Uruguay en Brasil y continúa en este cargo hasta el traspaso, previsto para mitad de año, con el exvicepresidente Rodolfo Nin Novoa. Guillermo Valles Galmés alcanzó en 2025 los 50 años de carrera diplomática. Décadas atrás fue una pieza clave para el establecimiento de relaciones diplomáticas con Beijing y fue el primer embajador de Uruguay en China.

El exembajador ante la Unión Europea, exrepresentante permanente ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) y subsecretario de Relaciones Exteriores desde 2000 a 2005, entre otros cargos, habló en entrevista con El País sobre los desafíos que enfrenta Uruguay.

-Usted alcanzó 50 años de carrera diplomática. ¿Cómo se debe posicionar Uruguay hoy en un nuevo orden internacional, con gran incertidumbre por las definiciones de las principales potencias?

-Es la primera vez que veo una incertidumbre tan clara y tan extendida en el globo, particularmente en Occidente. Hay una incertidumbre política y económica como no hemos tenido en muchísimas décadas. Uruguay siempre ha sido un defensor, y creo que hoy más que nunca cobra sentido, del posicionamiento en favor de un sistema internacional en su conjunto regido por reglas y no por el uso de la fuerza. Desgraciadamente, la realidad que tenemos hoy en día es una en la cual el ideal de Immanuel Kant de un mundo de una paz perpetua y perfecta está cada vez más distante, porque lo que se está yendo es hacia una predominancia de relaciones de poder. Uruguay se debe posicionar buscando alianzas, y buscando defender las instituciones. Además, en un mundo de narrativas, con una pérdida del razonamiento lógico, eso también da oportunidades para países como el Uruguay de defender la razón, la lógica y las evidencias.

El presidente electo Yamandú Orsi y el mandatario de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva
El presidente electo Yamandú Orsi y el mandatario de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
Foto: AFP

-Trabaja en Brasil desde hace cinco años. ¿Observa un cambio radical de las relaciones entre ambos países a partir de la asunción del presidente Yamandú Orsi?

-No, de ninguna manera, nadie podría decir eso. No hay ningún cambio radical. En las relaciones bilaterales con Brasil, más allá de las diferencias evidentes entre el gobierno actual, el pasado y el anterior inclusive, lo que advierto es un hilo conductor. En el marco bilateral, Brasil y Uruguay han tenido una buena relación independientemente de la orientación política de los gobiernos en Brasil o Uruguay. Hay diferencias de estilo, ni que hablar, de objetivos que se persiguen, pero los intereses son los que mandan, y hasta ahora no he advertido un cambio radical. Las relaciones bilaterales, proyectándome un poco más al futuro, podrán tener otro tipo de orientación en cuanto a los instrumentos, las visitas, la participación orgánica de ministerios, los enfoques de cómo hacer las cosas, pero los objetivos perseguidos me parece que siguen siendo los mismos, en la relación bilateral.

-¿Uruguay no corre riesgo de perjudicar su vínculo con Argentina por el acercamiento más profundo con Brasil?

-Ese es un tema que mientras sea embajador en Brasil voy a cuidarme bien de no emitir juicios. Pero Uruguay, en cualquiera de las circunstancias, siempre ha tenido y ha procurado un equilibrio en sus relaciones bilaterales. Estoy absolutamente convencido que Uruguay procura un buen relacionamiento tanto con Argentina como con Brasil. Las conversaciones más privadas que hemos tenido no me cabe ninguna duda. Otra cosa, completamente diferente es cuáles son las actitudes de los distintos gobiernos. Hay, sin ninguna duda, nadie lo puede negar, afinidades políticas con el gobierno actual en Brasil. Pero la Cancillería, y estoy seguro que el canciller y todas las autoridades saben muy bien de dichas afinidades y también de los procesos políticos que tanto en Brasil como en Argentina habrán de tenerse también por delante. Uno tiene que proyectar las cosas no en función de amistades y afinidades ideológicas. A los efectos de la defensa de los intereses nacionales no he advertido, ni cambios radicales, ni desafíos mayores, ni mucho menos de parte de Uruguay una intención de dejar de lado con otros países.

Ministerio de Relaciones Exteriores
Ministerio de Relaciones Exteriores.
Foto: Estefania Leal

-¿En qué punto Uruguay podría beneficiarse con este nuevo vínculo con Brasil?

-Los intereses uruguayos son los mismos, no han variado. Lo que puede dar una relación de este tipo, pero eso son teorías, es una mayor asiduidad de contactos. Suele suceder que cuando hay afinidades pueden ser contactos más frecuentes en una comunidad de visiones sobre cómo vincularse con el resto del mundo. Hay que ir bien despacito, y con mucho cuidado, en todas estas cosas. Mirando para atrás, las afinidades ideológicas no son garantía de la mejor defensa de los intereses nacionales. Las afinidades ideológicas pueden ayudar a interpretar la realidad y en la búsqueda de soluciones comunes, pero no son garantía de absolutamente nada. Hay que cultivarlas, hay que trabajarlas y hay que planificar los encuentros.

-¿Qué medida prioritaria debería aplicar Uruguay para potenciar la relación comercial con Brasil?

-No es una medida. Esto excede a los gobiernos y a las cosas hay que verlas más en un mediano plazo para poder entender lo que un gobierno tiene que hacer. El primer elemento que veo, que antes de alguna manera también, pero sobre todo lo he visto en estos cinco años, es que Uruguay conoce poco Brasil, a pesar de nuestra enorme cercanía geográfica e histórica. En términos generales, nosotros desconocemos Brasil. Tenemos un conocimiento turístico porque está más vinculado a nuestro contacto con la realidad costera de Brasil. ¿Cuánto se sabe en Uruguay sobre la capacidad productiva de Mato Grosso? ¿Exporta más granos que Argentina o menos? ¿Cómo es el funcionamiento de las élites en Brasil? ¿Hemos llegado realmente a penetrar esas élites económicas, políticas, comerciales, inversiones? Entonces, el primer desafío profundo que nosotros tenemos es de estar más en contacto con la realidad. Y al revés también, pero Brasil obviamente tiene fronteras con todos los países de América del Sur, salvo con Ecuador y con Chile, entonces la obligación, por así decirlo, de un país gigante no es tal como la de Uruguay con Brasil. Tenemos que interpenetrarnos más en materia de formación académica, de trabajar juntos, de estar más cerca de instituciones de investigación. El cambio profundísimo de Brasil en materia de producción agropecuaria, convirtiéndolo en los últimos 15 años en una potencia a nivel mundial, no es un hecho dado. ¿Cómo fue dado eso? ¿Dónde se produjo? ¿Quiénes fueron los partícipes de todo eso? ¿Por qué? ¿Cómo? Entender todo eso es lo que nos puede dar muchas mayores posibilidades. Y después, una interrogante que yo tengo, ¿por qué nosotros que somos un fuerte exportador de servicios sobre todo en el campo de la informática y las telecomunicaciones tenemos, supuestamente, poca vinculación con Brasil? ¿Es un tema tributario, de demanda, qué tipo de dificultades tenemos estando tan cerca?

Embajador de Uruguay en Brasil, Guillermo Valles. Foto: Archivo
Embajador de Uruguay en Brasil, Guillermo Valles. Foto: Archivo

-Usted plantea una distancia a pesar de la cercanía...

-Es una distancia cultural muy, muy grande. Brasil es el segundo o primer socio comercial de Uruguay, según cómo se mida. Tenemos que acordarnos cuántos Brasil hay acá adentro, porque se habla del país como un colectivo, que es uno de los problemas también. Cada estado brasileño es una realidad que se desconoce.

-Cómo observa la designación de Rodolfo Nin Novoa...

-De ninguna manera voy a entrar en eso. Pero no por Nin Novoa, ni por Valles, sino porque creo que un embajador que emite cualquier tipo de juicio sobre su antecesor o su sucesor es un pésimo diplomático. Entonces yo no voy a hacerlo. Las obligaciones que yo tengo como funcionario diplomático, después de 50 años de carrera, es asegurarme que mi sucesor o mi sucesora sean lo más exitosos posible y que yo le pueda dejar un legado de información, de contribución personal, para que él o ella sean exitosos.

-¿Brasil trancó el TLC de Uruguay con China?

-Ese es un tema bastante complejo. A mí no me consta de la existencia de una instancia o de más instancias en las cuales, consultado o no, Brasil haya expresado en China o con China una opinión contraria. No me consta, pero en Uruguay mismo hay mucha gente que entiende que nosotros no tenemos derecho a negociar ni TLC ni nada en materia de comercio puesto que se supone que existiría una política comercial común en el Mercosur.

Nin Novoa este lunes durante su participación en la Asamblea General de la ONU. Foto: Reuters
Rodolfo Nin Novoa, futuro embajador de Uruguay en Brasil
Foto: Archivo El País

-¿Cuál es su postura?

-Mi postura siempre ha sido que el Tratado de Asunción claramente permite las negociaciones externas en el período de transición hasta la conformación de un mercado común. El Uruguay jamás cedió, ni Argentina, ni Brasil, sus derechos soberanos a negociar con cualquier país del mundo en materia comercial. El ar- tículo 8D del Tratado de Asunción es bien claro en esta materia desde el punto de vista jurídico, y después hay también razones económicas que lo explicarían.

-¿Cuál es su balance de esta trayectoria de 50 años de carrera diplomática?

-Lo único que estoy es agradecido a la vida y a los cientos de personas que me han ayudado en esta carrera, empezando por mis padres, mi familia y mi esposa. Creo que es una magnífica carrera para servir al país. Mi norte siempre fue pensar en el desarrollo económico y social del país y esta ha sido una magnífica carrera en la cual siento que he contribuido, quizás en forma muy modesta, pero he contribuido a ese objetivo. Tuve el gran privilegio de comenzar mi carrera en Japón, que además de país es una civilización realmente que está en cierto modo en las antípodas del Uruguay en cuanto a tradición cultural e historia y eso me ayudó a enriquecer enormemente y ampliar mis horizontes de comprensión. En la medida de las posibilidades, siempre busqué estar donde, de alguna manera, la historia estaba construyéndose.

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