Uruguay enfrenta dos cumbres claves en pocos días: ¿qué se juega el gobierno y a qué apuesta?

En la cumbre del Mercosur, Uruguay buscará señales de Brasil sobre acuerdo con la Unión Europea.

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Luis Lacalle Pou y Francisco Bustillo.
Luis Lacalle Pou y Francisco Bustillo.
Foto: Juan Manuel Ramos

Como en todos los planos del gobierno, en la política exterior la gestión de Luis Lacalle Pou también va ingresando en la recta final, y las instancias para lograr resultados se van agotando. En los hechos, lo que tienen claro en la Cancillería y el Poder Ejecutivo es que por lo pronto quedan dos paradas claves: la cumbre del Mercosur que se hará esta semana en Puerto Iguazú (Argentina), y la que tendrá lugar en Europa a mediados de mes entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y la Unión Europea (UE).

Y el gobierno llega a estas instancias con una mezcla de resignación con la realidad política regional sintetizada en la limitación que impone el Mercosur para que Uruguay busque por sí solo acercamientos a otras economías -al tiempo que el bloque no tiene la actitud aperturista que desea Lacalle Pou- con la esperanza que supone el giro estratégico que comenzó a poner en práctica la Cancillería, y que apunta ahora a lograr resultados alcanzables en la forma de acuerdos comerciales menos ambiciosos que sus dos grandes apuestas: la firma de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China y el ingreso al Acuerdo Transpacífico.

Porque estas dos últimas metas -a las que podría agregarse el TLC con Turquía sobre el cual también se han dado ciertos pasos-, aceptan en el gobierno, es casi imposible que se concreten en este período. A lo sumo se dejará el “testigo” más cerca de la línea de llegada, como ha dicho el canciller Francisco Bustillo públicamente, o en todo caso se intentará “empujar” -este es un verbo que utiliza el primer mandatario- todo lo que se pueda las negociaciones que tengan en el horizonte una apertura sustancial de la economía nacional, así sea para dejar un camino trazado a las futuras administraciones.

Ahora bien, yendo al grano, es bien sabido en la Cancillería que China “tomó nota” del interés mostrado por Luiz Inácio Lula da Silva de avanzar eventualmente hacia un TLC con todo el Mercosur, aunque es un objetivo -y esto el brasileño lo dejó claro en la visita que hizo a Montevideo en enero- supeditado a cerrar primero el postergado acuerdo de libre comercio entre el bloque regional y la UE.

Por eso entonces el gobierno espera que en las próximas semanas las delegaciones que viajen tanto a Puerto Iguazú como a Bruselas (Bélgica) regresen “con algo”, así sean señales concretas por parte de Brasil sobre su verdadera voluntad de avanzar con la comunidad europea para luego hacerlo con el gigante asiático.

“Las balas empiezan a agotarse”, resumió a El País un integrante del Poder Ejecutivo.

El pesimismo que mostró Bustillo en el Parlamento

En su comparecencia al Parlamento el pasado 7 de junio, Bustillo señaló que Uruguay preferiría negociar con China junto con el Mercosur, pero que el problema es que el bloque no se mueve. Más adelante, de acuerdo a la versión taquigráfica de la sesión, el canciller se explayó: “El Mercosur no avanza con ningún acuerdo de los tantos que están planteados. (...) Lo reitero ahora con conocimiento de causa y con la experiencia de estos años. Lamentablemente, en materia de inserción internacional, el Mercosur deja mucho que desear”, criticó.

Misma línea

La primera parada de este último tramo del gobierno en el plano de la política exterior está a 1.360 kilómetros al norte, en el hotel Gran Meliá Guazú, del lado argentino de la Triple Frontera. Como toda cumbre del Mercosur tendrá su reunión de cancilleres y de ministros de economía -esto mañana lunes, en la primera parte de la jornada-, y el encuentro de los presidentes el martes.

Las cumbres anteriores han tenido cierta “tensión” generada por los cruces protagonizados por Lacalle Pou y el presidente Alberto Fernández en torno al rol, la actualidad, los problemas de funcionamiento y la rigidez en las normas -o su necesaria flexibilización- que afectan a sus socios, reclamos en los que Uruguay ha sido particularmente insistente en los últimos dos años.

Tal vez el momento más fuerte se dio en la cumbre del 26 de marzo de 2021 -aún por Zoom pero formalmente en la Casa Rosada-, en la que Lacalle Pou se quejó del “lastre” y el “corset” que entendía suponía esta alianza para Uruguay, lo que le valió la metafórica invitación de Fernández a retirarse del Mercosur si así de grave era el diagnóstico del uruguayo. “Si somos un lastre que tomen otro barco, pero lastre no somos de nadie”, fueron las palabras del argentino.

La última, que se hizo bajo el intenso calor montevideano de principios de diciembre del año pasado, tuvo también una dialéctica particular de ambos mandatarios que suscitó la atención mediática.

Allí Fernández volvió a arremeter contra la determinación de Montevideo de avanzar en acuerdos por fuera del Mercosur, recordando que “una de las condiciones para convivir en la sociedad es cumplir las reglas” y que cuando estas “se incumplen, alguien está rompiendo”. Y ya el día anterior el canciller argentino había asegurado que Uruguay debía elegir si estaba “con el Mercosur” o si iba “con China”.

La respuesta de Lacalle Pou había sido que, si así se planteaba el asunto, debía recurrirse al VAR, como se hace en el fútbol, para determinar “quién ha cumplido y quién no las reglas del Mercosur”, pues la tesis uruguaya se basa en gran parte a que los incumplimientos han sido la regla en estos 32 años de existencia del bloque.

El gobierno, por lo pronto, irá a esta nueva cumbre manteniendo, en lo formal, su línea discursiva, señalaron a El País fuentes oficiales, lo que a grandes rasgos implica seguir insistiendo en la necesidad de flezibilizar y modernizar el bloque a la realidad actual, y en que Uruguay tenga libertad para avanzar en otras negociaciones, si el ritmo en que lo hace el Mercosur es lento al criterio uruguayo -que lo es.

En este sentido, Bustillo fue claro semanas atrás, cuando asistió a la comisión de Asuntos Internacionales del Senado para informar sobre las negociaciones con China.

Los socios del bloque, lamentó el canciller ante los legisladores, “no tienen las necesidades del Uruguay; esa es la triste realidad” (ver recuadro). Y luego fue un poco más allá: “Algún día tendremos que encarar este tema y decir: ‘señores, ¿qué vamos a hacer con el Mercosur’. No estoy planteando que nos tengamos que ir; (pe-ro) quizás podamos cambiar el estatus del Mercosur”. O sea, concluyó: “Algún día va a haber que encarar seriamente qué se hace con este Mercosur”.

La clave que tranca hoy la negociación con Europa

España asumió este mes la Presidencia del Consejo de la Unión Europea, un hecho que en el Mercosur era esperado con expectativa por los mensajes que ha dado el gobierno español a favor de concretar un acuerdo que formalmente fue cerrado en 2019 pero que aún no fue ratificado. Está trancado desde entonces, pero el cambio en el liderazgo de la comunidad europea, y las señales que por su parte ha transmitido el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva en pos de concluir este proceso de una vez por todas, han al menos modificado las expectativas.

Sin embargo, las negociaciones enfrentan por estos días un nuevo escollo, porque los europeos esperan la respuesta del Mercosur a la adenda al acuerdo que enviaron -en realidad, de Brasil- con grandes exigencias ambientales, en especial relativas a la incontrolable deforestación de la Amazonía. Y esto encuentra dificultades en el gigante de Sudamérica.

“Hoy la pelota está del lado del Mercosur”, señalaron a El País fuentes diplomáticas. Y eso significa que el que deberá mover es Brasilia, y sobre esto hay un manto de incertidumbre en la Cancillería de Francisco Bustillo, pues no se sabe si Da Silva tiene “una visión” clara sobre la respuesta que deberá enviar a los europeos.

De modo que el escenario actual es otro, aunque el gobierno de Lacalle Pou necesita que este obstáculo se resuelva cuanto antes para conocer qué veracidad hay de parte del presidente brasileño sobre sus intenciones de avanzar con China.

Semanas atrás, en entrevista con El País, el embajador de la UE en Uruguay, Paolo Berizzi, dijo que su bloque nunca prestó “tanta atención en América Latina” como este año. Los europeos, de hecho, ya piensan en un plan B en caso de que fracase la negociación con el Mercosur: buscar acuerdos bilaterales con todos los socios de la alianza sudamericana

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