5 Y 6 DE DICIEMBRE EN MONTEVIDEO
El gobierno de Lacalle tiene la firme determinación de firmar un Tratado de Libre Comercio con China.
La cumbre del Mercosur que se hará a principios de diciembre en Montevideo -el lunes 5 y el martes 6- tendrá algunas particularidades que ya están en la mesa de análisis de los expertos en política exterior y del gobierno de Luis Lacalle Pou.
Para empezar, muchos creen que, más allá de los temas de fondo en agenda y aunque parezca broma, habrá un asunto que inevitablemente se llevará la atención: el mundial de fútbol ya tendrá varios días de iniciado y, de hecho, la fecha del encuentro coincide con la fase de octavos de final del campeonato, en la que es posible que Uruguay y Brasil pueden estar enfrentándose el lunes 5 a media tarde. De manera que un foco importante -para culturas tan futbolísticas como la de los socios del bloque- estará en Qatar y no en el Río de la Plata.
Eso por un lado. Por el otro -y ya entrando en temas de agenda para el Mercosur- Uruguay pasará la Presidencia Pro Témpore a Argentina en un escenario de cambios políticos importantes en la región. O más bien, sin entrar en los que pueden asomarse en el horizonte, uno solo: el reciente triunfo de Luis Inácio Lula Da Silva en Brasil, y el consiguiente cambio de signo en el país del norte que, tal como ya mostraron varios indicios -como la declaración del excanciller y actual asesor de Lula, Celso Amorim, que días atrás dijo que “cada país no puede negociar de forma unilateral”- es posible y verosímil que traiga aparejado una política brasileña más proteccionista.
Y esto no significa otra cosa que malas noticias para los intereses de Uruguay, que hasta el momento se vio beneficiado con el aval implícito del gobierno de Jair Bolsonaro a la vocación aperturista de la gestión de Lacalle Pou, y la firme determinación uruguaya de firmar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China -aunque hasta ahora no ha pasado de anuncios y tratativas en proceso y sin mayores novedades, a la espera de una ronda de consulta interna de los chinos, quienes tienen ahora la pelota en su cancha.
Por lo que la pregunta es: ¿qué tiene que hacer en concreto Lacalle Pou y el canciller Francisco Bustillo, en una cumbre en la que se espera que ni siquiera asista Bolsonaro? La postura de Uruguay es clara y seguirá siéndolo, como ya dijo el presidente en rueda de prensa al volver de Japón a fines de octubre, cuando sostuvo que esperaba que Brasil “entienda que hay que modernizar el Mercosur y abrirlo al mundo”. O como lo expresó en Twitter unas horas antes al saludar la victoria de Lula: “Confiamos en trabajar para un Mercosur moderno y abierto al mundo”.
Según señalaron a El País fuentes del gobierno, la idea “general” es que Uruguay no debe desviarse del trillo de “machacar” con los conceptos de “flexibilización” y “modernización” del bloque, pese a que -en principio- se espera una cumbre “medianamente tranquila”.
El problema es de qué forma volver a transmitir la importancia de los objetivos uruguayos. Y es que caben distintas visiones.
“Si nos ponemos livianos y decimos que estamos dispuestos a que todo el bloque negocie con China, ahí abrimos la puerta a que Lula luego diga que él se encarga y podemos perdernos la ventana de oportunidad” de avanzar en el acuerdo bilateral con el gigante asiático, dijo Ignacio Bartesaghi, director del Instituto de Negocios Internacionales de la Universidad Católica.
El académico entiende “riesgoso” la posibilidad de cambiar esa frontalidad, que en todo caso solo se tendrá -nuevamente- con Argentina, porque el gobierno brasileño está de “salida” y con Paraguay no hay antecedentes de grandes choques.
“Lo que hay que hacer -siguió- es mandar mensajes a Lula y ya transmitir que Uruguay no va a retroceder en los pasos que ya se han dado respecto a China, y que lo que se hizo ya es un hecho consumado”, más allá de estar abiertos a negociar el mismo acuerdo con el bloque, respetando las distintas “velocidades” de los socios.
Otra visión, como la que sostiene Marcel Vaillant -docente de comercio internacional en la Universidad de la República-, plantea que, en un ámbito en el que puede esperarse un crecimiento del discurso integracionalista en el mediano plazo, no tiene mucho sentido “levantar el perfil” con discursos que contraríen ese espíritu, cuando también se entiende que la cumbre “dura” no será esta sino la siguiente. “Incluso si hay chisporroteo puede ser entre Brasil y Argentina y estar el foco en otro lado”, dijo Vaillant.
Tener una postura pragmática y atenta al nuevo entorno es, asimismo, la posición que adoptó el Frente Amplio, y en particular el senador Daniel Caggiani, integrante de la comisión de Asuntos Internacionales de la cámara alta.
“Tendría que haber un reposicionamiento más acorde a la nueva realidad política de la región y tratar de fortalecer la agenda interna y externa del bloque regional, en la medida en que a Uruguay le sirve tener fuertes socios comerciales, como son Brasil y Argentina”, opinó el dirigente del MPP.
En el gobierno, en tanto, como informó El Observador días atrás, prima la cautela, y no hay tampoco seguridades en cuanto a qué política exterior pasará a tener Itamaraty con el gobierno de Lula. “El presidente electo aún no ha sido claro al respecto”, señalaron a El País desde el Ejecutivo.
Las posturas de los miembros del bloque
Flexibilización y modernización
El gobierno del presidente Luis Lacalle Pou ha sido enfático y varias veces: Uruguay pretende un Mercosur más flexible que permita a sus socios negociar acuerdos con otros países, de manera de poder abrirse al mundo lo antes posible.
Negociación en conjunto
Alberto Fernández ha sostenido la mayor oposición a Lacalle Pou. En la última cumbre, de todos modos, dijo que “unidos somos más”, y se mostró abierto a un TLC con China, pero en conjunto.
Transición hacia un mayor proteccionismo
El gobierno de Jair Bolsonaro no ha puesto trabas a la intención de Uruguay, y el acuerdo sobre zonas francas fue una muestra de sintonía con Uruguay. No se sabe con certeza -las pistas no son buenas- qué ocurrirá con Lula Da Silva.
Distancia moderada respecto a TLC con China
Mario Abdo Benítez -cuyo mandato termine en agosto- no había puesto mayores reparos a la aspiración de Uruguay hasta la cumbre pasada. Allí dijo que un eventual TLC con China “puede amenazar a las industrias” de todos los socios.