ASUNCIÓN DE ALBERTO FERNÁNDEZ
Vázquez viajó junto a Lacalle Pou a la toma de mando de Alberto Fernández. Antes, mantuvieron una reunión a solas de unos 20 minutos y luego almorzaron juntos en un restorán del microcentro porteño.
Era la única matrícula uruguaya acreditada en las delegaciones oficiales. El auto personal del presidente de la República Oriental del Uruguay, Tabaré Vázquez, viajó un día antes para trasladarlo desde el aeropuerto al Congreso de la Nación y así asistir a la asunción de Alberto Fernández.
Pasado el mediodía la delegación uruguaya fue la última en arribar al parlamento argentino. Vázquez y su sucesor, Luis Lacalle Pou, viajaron juntos en el avión presidencial desde Montevideo a Buenos Aires para representar ambos al país. Un mensaje de unidad republicana e institucional que costaba entender por varios periodistas argentinos.
Llegaron juntos sentados en el asiento trasero del auto en que recorrieron las calles porteñas para asistir al cambio de mando. Algo casi impensado en otro país.
Y el mensaje de unidad no solo fue para la foto. Vázquez y Lacalle Pou tuvieron varias largas instancias mano a mano para conversar, intercambiar opiniones y preparar el cambio de mando, donde el primer presidente de izquierda en la historia del Uruguay le pasará la banda presidencial al joven dirigente del Partido Nacional el 1° de marzo de 2020.
Es más que conocida la mala relación que los dos mantuvieron a lo largo del actual período de gobierno. Pero eso quedó atrás y enterrado en los asuntos del pasado ayer en Buenos Aires. La cordialidad y amabilidad entre ambos fue tal que incluso almorzaron juntos en la ciudad porteña.
Al terminar la ceremonia en el Congreso de la Nación, Vázquez invitó a Lacalle Pou para ir a almorzar juntos antes de viajar hasta la Casa Rosada donde saludarían al nuevo mandatario argentino. En un restaurante del microcentro de Buenos Aires comieron junto al canciller Rodolfo Nin Novoa y al embajador uruguayo en Argentina, Héctor Lezcano, comentaron a El País fuentes del gobierno saliente así como también del entrante.
El presidente Vázquez aprovechó para comer el clásico corte de carne porteña: bife de chorizo, mientras que el líder del Partido Nacional optó por una milanesa.
Allí poco se habló de política pura y dura. “Fue una charla distendida, sin cuestiones de transición ni asuntos de trabajo”, contó un participante a El País. El mandatario, elpresidente electo, el canciller y el embajador intercambiaron anécdotas y comentaron “a grandes rasgos” el discurso de Alberto Fernández.
La conversación más formal entre Vázquez y Lacalle Pou había sido unas horas antes cuando en la Base Aérea N° 1 -en el Aeropuerto de Carrasco- ambos líderes políticos conversaron durante unos 20 minutos. Allí dialogaron sobre algunos puntos organizativos de la transición y el cambio de mando, pero no estuvieron sobre la mesa las diferencias entre el gobierno saliente y el entrante, como son el tema de las tarifas públicas y los nombramientos de generales en el Ejército.
Sobre las 14:30 de la más que calurosa tarde, la delegación uruguaya viajó hasta la Casa Rosada para ingresar al Salón Blanco donde serían los segundos en el listado de mandatarios en saludar el nuevo presidente argentino.
Mario Abdo Benítez, presidente de Paraguay, fue el primero en la lista. Al demorarse el ingreso de Fernández al salón, acompañado de su canciller Felipe Solá, Vázquez y Lacalle Pou tuvieron chance de dialogar unos diez minutos con Abdo Benítez.
El mandatario paraguayo les comentó que estaba contento porque había podido estrenar su nuevo avión presidencial que era de especial comodidad y le permitía trabajar en los viajes. Intercambiaron algunos comentarios de la situación regional y luego les avisaron que era el momento de iniciar la ceremonia protocolar.
Vázquez y Lacalle Pou se colocaron en la fila y el blanco dejó que el actual presidente avanzase primero. Pero Vázquez tuvo el gesto de tomarlo del brazo, y con una sonrisa, adelantarlo para ponerse ambos a la par. De todos modos al llegar al estrado, el blanco le dejó el primer saludo. “Querido Tabaré”, le dijo Fernández y ambos se estrecharon en un apretado abrazo.
Vázquez le presentó protocolarmente a Lacalle, a quien ya conoce por el amigo en común que tienen: Francisco Bustillo. Allí otro apretado abrazo con unas tres palmadas en la espalda. El futuro mandatario lo felicitó, le deseó suerte, y el argentino le tomó las manos para decirle que “van a trabajar juntos” pensando en los asuntos regionales.
Sonó himno de Los Redondos
El 9 de diciembre de 2015 los militantes kirchneristas despidieron a Cristina Fernández de Kirchner entre llantos al grito de “vamos a volver”. Ayer la ciudad porteña ardía de calor, pero no fue obstáculo para que los grupos peronistas celebrarán la asunción de Alberto Fernández. Las pancartas y banderas anunciaban la misión cumplida: “Volvimos”, eran las más repetidas, acompañados del eslogan: “No fue magia” con que celebraron. El nuevo presidente salió al balcón de la Casa Rosada a buscar unidad. Pidió frenar algunos cánticos de agravio a Mauricio Macri y prometió “poner de pie al país” y trabajar para cortar con el hambre que vive la gente. El cierre fue puro festejo, y por los parlantes explotó el himno ricotero: “Ji, ji, ji ... No lo soñeeeeé”, coreó la gente mientras Fernández y Fernández sonreían desde el balcón.
José Mujica y Lucía Topolansky no formaban parte de la delegación oficial de Uruguay acreditada en el estricto protocolo. Pero sí eran invitados de Alberto Fernández para asistir a su asunción como jefe de Estado de Argentina. El expresidente uruguayo y la actual vicepresidenta de la República son amigos de varios años atrás del actual presidente argentino. Por eso ambos se aprontaron en la larga fila de autoridades que fueron a saludar a Fernández. Mientras esperaban el turno, el expresidente de Ecuador, Rafael Correa, le pidió a Topolansky para retratar el momento y hacer una selfie.
“No, así no sale”, le advirtió Topolansky notando que el celular estaba con la cámara frontal. “Bueno, tómanos tu una foto”, le dijo Correa a una chica de la Casa Rosada. Topolansky no encontraba la cartilla de presentación que se debía entregar a una funcionaria de Casa Rosada para que los anunciase. La tenía Mujica. La funcionaria le advirtió que el saludo tenía que ser corto porque la fila era larga. Y que no había mucho tiempo para conversar. “No, está claro. Lo importante es saludar a un amigo”, le respondió la vicepresidenta, a lo que Mujica acotó: “¿Y qué le voy a decir? Si se está comiendo el tal plantón ahí”. “¿No tiene corbata?”, consultó un funcionario de protocolo con una compañera suya al observar que el expresidente uruguayo estaba rompiendo el protocolo. “Y ya ves que no”, le respondió y él, en broma, se ofreció a prestarle una.