Por Delfina Milder y Joaquín Silva
La primera preocupación que mostró Félix Ulloa fue que no le sacaran fotos sin corbata, porque entendía que la informalidad de su vestimenta -camisa y chaqueta- no era acorde al cargo de vicepresidente de El Salvador. La segunda era que el sonido ambiente del lobby del Hotel Radisson interfiriera en lo que tenía para decir. Y lo que tenía para decir, con voz tranquila y el dominio del habla propio de un experto abogado y asesor jurídico -el otro rol que también tiene Ulloa en el gobierno de Nayib Bukele- era cómo en su país le están ganando la guerra a las maras, esos grupos criminales que tenían dominado más de un tercio del territorio del país centroameri-cano y que habían matado a 41.000 ciudadanos en los últimos 10 años.
Pero esa batalla que está ganando El Salvador puede tener consecuencias, advirtió Ulloa sentado a la mesa de la cómoda suite de su habitación -desde donde se domina la vista de la bahía de Montevideo y en donde probó entusiasmado por primera vez la grappamiel. Pues Uruguay y demás países de la región pueden ser receptores de los prófugos pandilleros que no han sido capturados y huyen en todas las direcciones. “En algún momento van a llegar para acá”, advirtió el vicepresidente salvadoreño en una entrevista que concedió a El País en el marco de una gira que hizo por Uruguay la semana pasada, organizada por el Centro de Estudios Nueva Generación que preside Enrique Arezo, y que incluyó un encuentro con el mandatario Luis Lacalle Pou.
El gobierno de Bukele cumplió cuatro años en el poder este jueves 1° de junio. Su popularidad -del 87%- lo ubica en el podio de América Latina, pero tiene un costo: en estos cuatro años de gobierno, la aprobación del presidente creció al ritmo de las denuncias de organismos internacionales de derechos humanos por su publicitada política de seguridad. Negar los “abusos”, admitió Ulloa sin pruritos, “sería tapar el sol con un dedo”.
¿Por qué no es inconstitucional la reelección que pretende Bukele? El artículo 152 de la Constitución parece ser claro.
Porque se olvidan del numeral 1 de ese artículo, que permite que la persona que ejerce la Presidencia de la República pueda presentarse a un segundo mandato. Allí se dice que no podrá presentarse como candidato a la Presidencia quien hubiera ejercido la Presidencia en el período inmediato anterior o la ejerciera seis meses antes de que se inicie el próximo período presidencial. Pero Bukele no fue presidente en el período anterior. Entonces lo único que se le aplica a él es que tiene que dejar el cargo seis meses antes de que empiece el nuevo período.
¿Cómo resumiría la política de su gobierno para terminar con las maras?
Como la mejor que hay. Ya lo dijo Bukele: si nos presentan un plan mejor que este, cambiamos inmediatamente. Aquí ya se ensayaron todos los planes. Incluso se ensayaron las treguas, que sirvieron solo para empoderarlas más, hasta que pasaron a controlar los territorios.
Han recibido muchas críticas por esta política. Se denuncia que se han suspendido las garantías individuales y que hay gente inocente que ha caído presa. ¿Ustedes lo asumen como un costo o niegan que eso ocurra?
No, no. Negar que eso ocurra sería tapar el sol con un dedo. Si ya salieron más de 5.000 personas que fueron capturadas este año y han demostrado que no tenían ninguna relación con las pandillas... Fueron 5.220, según el último informe de la Procuraduría de los Derechos Humanos. O sea pues que sí, ha habido errores, ha habido excesos, ha habido abusos de algunos agentes de autoridad. Ya hay más de 14 policías denunciados por abuso de autoridad, por excederse, porque hay un protocolo de captura.
Se ha creado un delito específico que penaliza el hecho de pertenecer a una pandilla.
Claro, es decir, aquí tienen que ver… El plan se llama Plan de Control Territorial, es un plan de siete etapas. Ahora estamos en la quinta. La primera era intervenir los territorios para recuperarlos de las manos de los delincuentes. La segunda era llevar los servicios del Estado a las comunidades. La tercera etapa fue equipar a las fuerzas del orden, pues se tenía una asimetría de poder de fuego con los delincuentes. Entonces el primer paso para entrar a esta gran batalla fue dotar a los policías de los recursos necesarios para dar una guerra y ganarla. Se consiguió un préstamos de US$ 109 millones con el Banco Centroamericano de Integración Económica. El gobierno lo firmó y eso llegó al Congreso y ahí los dos partidos que todavía lo controlaban se negaron a aprobarlo (N.d.R: el préstamo fue votado con el cambio de la legislatura, en mayo de 2021). Era entendible, ellos tenían nexos, vínculos, acuerdos con las pandillas.
¿Los pandilleros estaban infiltrados en los partidos?
No infiltrados. Tenían acuerdos. Eran pactos. Así se llama ese delito y por eso ahora están presos varios funcionarios y otros huyendo. Dos grandes dirigentes del FMLN, el ministro de Gobernación, Francisco Valencia, y Benito Lara, están grabados cuando están ofreciendo a una de las pandilla darles US$ 10 millones. Eso lo publicó El Faro.
El Faro también publicó acerca de una tregua que ha hecho Bukele con las mismas maras.
Eso es mentira.
Pero lo otro también es de El Faro...
Lo otro está grabado. En este caso, son dos funcionarios que, por estar en las zonas donde operan los mareros, tenían que tener un contacto con ellos. No decimos que las grabaciones son falsas. Yo no estoy desmintiendo. Decimos que si hubo acuerdos, fueron personales.
¿Bukele no negocia con las maras?
No. Fue con este gobierno que se empezó a golpear en serio a las pandillas. Y cuando empezamos el año pasado a golpearlas, hubo un fin de semana en que mataron a 80 personas, pensando que el gobierno iba a negociar; ahí fue cuando El Faro dijo que había fallado la negociación. Y no, no había forma de negociar. Entonces, ese 27 de marzo se decretó el estado de excepción y con eso se suspendieron dos de las cuatro garantías constitucionales. Solo dos: la detención administrativa -lo que significa que te pueden detenerte durante 15 días antes de ver a un juez y no durante 72 horas, como era antes- y el derecho a la privacidad de tus comunicaciones y correspondencia.
¿Cómo determinan cuáles son sospechosos?
Tenemos una base de datos, 76 mil nombres con direcciones. No hay nada al azar. Eso es lo que la gente no entiende. Se imaginan que tú vas pasando y la Policía te ve cara de malo, te agarra y te quita el teléfono. Y no, es a las personas que están perfiladas, que se sabe dónde operan.
Las imágenes de un video del gobierno de El Salvador mostrando a los pandilleros entrando a la nueva prisión recorrieron el mundo por lo impactantes...
De eso se trata. Fue el presidente el que lo presentó. Fue una política de transparencia: aquí van a estar.
¿Tienen menos derechos?
No, la situación jurídica de ellos es la situación de cualquier reo que está condenado. O sea, un reo común está en las instalaciones penales. Este penal se llama Centro Internacional de Contención del Terrorismo.
¿Cuánto tiempo van a estar presos?
Mínimo, 20 años. Pero van a estar más, porque 20 años es solo por pertenecer a las pandillas. Hay uno que acaba de ser condenado a 365 años.
¿Cuánto territorio llegaron a controlar las maras?
Más de un tercio. Pero ya no tienen nada.
¿Habló de seguridad con Luis Lacalle Pou?
Sí. Preguntó por las condiciones de los presos. Sabemos que nuestra fórmula no es aplicable mecánicamente en otros países, pero en lo que podamos contribuir, con todo gusto. Porque hay algunos delincuentes que han logrado escapar a Estados Unidos, México, o países de Centroamérica pero otros fueron para el sur. Con lo cual en algún momento van a llegar para acá, por lo que queremos también que sean conscientes de que en algún momento ustedes pueden vivir esta pesadilla.
Declaración de Layera “sirvió” para mejorar
Hace unos años, en 2018, quien entonces era director nacional de la Policía en Uruguay, Mario Layera, había hecho una advertencia que caló muy hondo en la sociedad y el sistema político y era que si Uruguay no corregía su seguridad iba a terminar como, entre otros, El Salvador. ¿Cómo lo tomó?
Éramos el país más violento del mundo. Tenemos esa medalla.
¿No les ofendió?
Al contrario. Nos sirvió mucho a nosotros para decir: “¿Se dan cuenta? Esta es la imagen que tenemos”. El presidente usaba una imagen: ustedes denle click en Google a El Salvador y les va a salir advertencia, 100 muertos, 100 muertos... Eso era lo que salía de El Salvador. Él dijo que iba a cambiar. Y en tres años logró cambiar la imagen total. Ahora ponés El Salvador, surf. Ponés El Salvador, y ahora este año, la apuesta del turismo nos está llevando a tener, ya, seis campeonatos mundiales de surf. El Salvador ya es otro país gracias a que hemos decretado esta guerra que estamos ganando y sin que se reporte un solo enfrentamiento que reporte víctimas como pasa en todo conflicto.
¿No hay víctimas inocentes?
Hasta hace poco, que mataron a un policía, no había.
¿Quedan reductos de las maras?
Sí, pero no vamos a descansar hasta que los hayamos agarrados a todos, porque es como cuando una persona sufre un cáncer: tú le estás dando quimioterapia al cuerpo, pero si te queda una cédula ahí, se te reproduce. Entonces el cuerpo social salvadoreño necesita intervención quirúrgica y una quimioterapia de intensidad.
Invasión rusa en Ucrania “es problema de las superpotencias”
La victoria de Nayib Bukele y luego la de Joe Biden hicieron que sus gobiernos se sacaran chispas. Tras dos años de tensión a nivel político y diplomático, recién en febrero de este año llegó un nuevo embajador a la sede estadounidense en San Salvador.
Pero para Ulloa, el distanciamiento no ha sido más que algo generado por los medios. “Las relaciones siempre han estado bien. Hubo un momento en que la prensa, sobre to-do, la prensa liberal de Washington, el Washington Post, el New York Times, la CNN, empezaron a querer generar ese conflicto”, opina el vicepresidente. “Y le quisieron dar un sentido político” a la noticia del viaje de Bukele a China en agosto del año pasado, asegura.
“Era como que estábamos cambiando la ecuación y dejando de tener una buena relación con nuestro socio tradicional”, sugiere Ulloa. Más allá de “lo que dice la prensa liberal”, las relaciones “de Estado a Estado, de gobierno a gobierno, son excelentes”, apunta. Sobre la guerra en Ucrania, El Salvador decidió no firmar la declaración propuesta por Guatemala en la Organización de Estados Americanos (OEA) que condena la invasión rusa, lo que le valió al gobierno el reclamo de la Unión Europea. Ulloa explica esa decisión así: “No queremos caer en eso. Ya vivimos esa experiencia. Ya a mi generación le tocó estar durante la Guerra Fría, siendo parte de ese juego. El problema de las superpotencias, que lo resuelvan ellos. Los países pequeños no podemos ser el pasto donde pelean los elefantes”.