Era inevitable, pero Yamandú Orsi parecía un poco incómodo con el revuelo mediático a su alrededor. Registraban cada una de sus acciones y le preguntaban desde su perspectiva acerca de la política internacional hasta cuál es su comida predilecta para un domingo. Le puso buen humor, es cierto, porque se propuso vivir esta jornada “disfrutando del gusto por la actividad política”, enfatizando que -aunque parezca una obviedad- “en el mundo de hoy es un hermoso privilegio que los uruguayos celebren 40 años ininterrumpidos de elecciones en democracia”.
A pesar de la ansiedad, pasó las horas previas “tranquilo”, en compañía de su esposa y sus dos hijos pequeños, interrumpiendo el descanso con algunas reuniones de último momento “para afinar algunos detalles” y repasando “ideas sueltas” para el discurso de la noche.
A lo largo del día cumplió con una serie de rituales, como visitar a su mentor Marcos Carámbula, algo así como un padre político junto a José Mujica; “esos referentes que uno los tiene en su tienda”, dijo.
Llegó un momento en el que dejó de revisar encuestas, contó, “si no te enloquecen los cálculos”. “Lo que se podía hacer ya se hizo, aunque es cierto que hay gente que decide su voto en las última horas”.
Al igual que en las internas, le tocó votar en la UTU en la que años atrás había dado clases de historia, en la que había integrado la mesa donde sufragó un joven Luis Lacalle Pou, la misma en la que ayer se encontró con una exalumna.
¿Cómo es votarse a sí mismo? “Rarísimo, pero lo que uno está haciendo es una opción por una propuesta bastante más colectiva que la idea de un superhéroe”, dijo. Llegó a la elección “comprometido y sin olvidar su origen”; “soy de este barrio, soy de esta ciudad”, insistió, “y me siento cada vez más orgulloso de ser uruguayo”.
Pensando en el día después, se mostró proclive al diálogo e incluso planteó que “los partidos deberían tener niveles de acuerdo mínimos en temas como seguridad, infancia y educación”.
“El Frente llega con más fuerza, desde el 2019 hizo autocrítica y un proceso de siembra permanente para poder cosechar después”, advirtió. ¿Fue una campaña fría? “A mí no me pareció, estábamos metidos adentro y al llegar a una ciudad del interior era una fiesta”, opinó.
Y envió un saludo especial para la militancia, la de su equipo y la de los otros partidos también: “Les digo que muchas gracias. No tengo otras palabras”.
Primeras horas
A las 7.30 de la mañana ya había actividad en la casa de Orsi en Salinas, llamada La Contumancia -en homenaje al músico Eduardo Mateo-. En el patio: una hamaca, una tela colgada de un árbol, una cama elástica para niños. Detrás de la ventana se asomaba el candidato para ver el movimiento, mientras que su perro Ramón ladraba a los medios que iban llegando.
La previa: Un madrugón, “ideas sueltas” y charla con Cosse
Las últimas horas Orsi las pasó con su esposa y sus dos hijos, pero tuvo un par de reuniones “para afinar detalles” que frustraron sus planes de ver el sábado el clásico futbolístico de España con su hijo y la ida al autódromo de El Pinar. “No me dio”, se lamentó Orsi. Ayer se levantó pasadas las 6, habló con Carolina Cosse y anduvo pensando en “ideas sueltas” para el discurso que daría en la noche. ¿Encuestas? Las dejó de lado, para bajar el nerviosismo.
¡Bienvenido a casa!
“¡Adelante!”, le dijeron a Orsi al ingresar al comité Víctor Deri del que es “adherente cotizante”, mientras lo conducían hacia un cartel pintado que ya celebraba su victoria. “Esta es como mi casa”, explicó el candidato. “En el balneario él es un vecino más que te lo podés encontrar en el súper o en la escuela de los nenes”, dijo Gabriela Chiachio, encargada del local.
Comité: Lluvia de fotos, surtido de listas y la firma en una camiseta
“Quiero listas, quiero varias, porque no las tengo”, dijo al llegar al comité de Salinas. “¡No me saquen foto de todo!”, bromeó con los periodistas que captaban cada acción, “¡soy coleccionista de figuritas!”, agregó. Después de las fotos con “la barra” del comité, y con varios militantes que se acercaron, firmó una camiseta de Peñarol que será enviada a las Islas Canarias. De salida se encontró con una prima, con quien se crió en la zona rural de Canelones.
“Orsi, ¿nos jugás un Coca Cola?”
Decenas de militantes esperaban a Orsi en la UTU donde votó. Para destacarse de la avalancha de medios, cantaban “Clara” de No Te Va Gustar y otros cánticos de aliento. Los más desfachatados fueron dos niños del club de baby fútbol Tres Esquinas, que lo desafiaron a cabecear con la pelota “un coca cola”. Orsi, con simpatía, declinó la invitación.
Votación. El reencuentro con una exalumna y la vuelta al origen
Para Orsi “fue rarísimo” votarse a sí mismo, “aunque lo que uno está haciendo es más una opción por una propuesta política bastante más colectiva que la idea de un superhéroe”, dijo a un escuadrón de medios en la UTU, donde años atrás dio clases y ayer se cruzó con una exalumna convertida en policía. Llegó a esta elección “con mucho compromiso”, “no me olvido del origen; soy del barrio, de esta ciudad y me siento cada vez más orgulloso de ser uruguayo”.
La virtud de Orsi, según su mentor
Consultado sobre quiénes son sus referentes, Orsi nombró a Carámbula -su antiguo “jefe” en la intendencia- y a José Mujica. “Uruguay está lleno de gente con mucho trajín político y también en mi caso con mucha generosidad”, dijo. Carámbula le agradeció: “Tiene esa virtud de reconocer en el otro su historia y su formación”.
Ritual. Compartir un asado con el “jefe” de un “canario de alma”
Igual que en las elecciones internas, como un ritual, después de votar Orsi pasó a saludar a su hermana y compartió un breve almuerzo con Marcos Carámbula, su principal mentor. “A nosotros esta perspectiva de Yamandú nos llena de emoción”, dijo quien fuera intendente de Canelones, recientemente recuperado de un accidente de tránsito. “Es un hombre muy inteligente, que escucha y aprende, muy cercano y siempre fue un canario de alma”, lo definió.
El candidato que sumó cábalas
Orsi no cree en los rituales, pero su entorno sí. “Después se empieza a transformar en eso y como algunos compañeros sí tienen cábalas, me dicen ‘vamos a hacerlo’”, contó. Siempre vota por la mañana, aunque no demasiado temprano. Y pasa por el comité del barrio. Otra fija: visita a su hermana, la que le enseñó a leer, recordó. Pero ahí allí no ingresan los medios. Incancelable es también la visita a su mentor y referente, su exjefe en la Intendencia de Canelones, Marcos Carámbula. Lo visita al mediodía de la jornada electoral y comparten un asado.
Esta vez, Orsi sumó un amuleto simbólico: en el auto llevaba consigo la boina que solía usar su padre, una prenda que cuando llegó su vejez no se quitaba nunca. “Es un poco por cábala y también para recordarlo”, dijo Orsi.
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