ELECCIONES DEPARTAMENTALES
Fue parte de la 99, se desencantó de la política y luego volvió siendo blanco.
Este contenido es exclusivo para nuestros suscriptores.
"Ven/ dame la mano/ volemos/ hagamos una pirueta/ sentémonos en el borde de una nube”. Estos versos de Alejo Umpiérrez Cabrera, el intendente electo de Rocha por el Partido Nacional, con los que abre su poemario “no me mal interpretes” (2013), pueden sintetizar la clave de su triunfo electoral: se animó a prometer sueños de grandeza, como un hotel cinco estrellas, en una tierra donde estos no abundan. “El triunfo en Rocha se debe a que logramos instalar en el imaginario colectivo un proyecto para todos los rochenses, algo que nos genere esa mística de desarrollo que perdimos”, cuenta Umpiérrez a El País.
Alejo tiene 55 años y no quepan dudas de que los ha vivido intensamente. Es escribano, abogado, poeta, investigador, diputado y fue edil y dirigente de fútbol. Tiene cuatro hijos y un quinto que siente como suyo. Se casó dos veces, la primera con la actual presidenta de la Institución Nacional de Derechos Humanos, la abogada Mariana Blengio. No le escapa a la riña política y le fascina el trabajo de campo.
Su madre, Violeta, era ama de casa y su padre, Abayubá, camionero primero y dueño de un bar después. Alejo se crió en Lascano, una ciudad que hoy tiene unos 7.600 habitantes, y se mudó a Montevideo en 1978, a los 13 años. “Mi viejo se fundió y perdimos todo: la casa y el comercio. Entonces nos fuimos a Gonzalo Ramírez y Yaro, a un mini conventillo, en el que mi cama estaba separada de la de mis viejos por un ropero”, recuerda.
Cuando terminó el liceo, ingresó a Facultad de Derecho. “Entré por el aro en la militancia universitaria. Me acerqué a la izquierda en la FEUU (Federación de Estudiantes Universitarios Uruguay). Fui consejero federal y secretario ejecutivo del centro de estudiantes”, recuerda.
En 1987, con 21 años, participa junto a Felipe Michelini, el diputado que falleció el año pasado, de la fundación de Frezelmi (el Frente Estudiantil Zelmar Michelini). “Fui el que le puso el nombre a Frezelmi. Era un movimiento que se nucleaba alrededor del Partido por el Gobierno del Pueblo (PGP), la lista 99, de Hugo Batalla, que en ese momento estaba en el Frente Amplio”.
En su primera elección, la de noviembre de 1984, Umpiérrez vota al Frente Amplio, pero pronto se da la separación del PGP de la coalición de izquierda, y la consecuente fundación del Nuevo Espacio. En ese momento, Umpiérrez integraba el ejecutivo de la 99, representando a la juventud del sector, y fue uno de los que votó a favor de la separación. “Después de las elecciones del 89, cuando voto al Nuevo Espacio, abandono la militancia activa, desilusionado con la izquierda”.
Retorno
En 1991 regresa a Rocha, donde desarrolla su tarea como escribano y abogado con estudios jurídicos en cuatro ciudades: Rocha, Cebollatí, Lascano y Chuy. En la misma década, empieza a trabajar en el campo que heredó de su madre, en las cercanías de Lascano. “El campo me encanta. Me fascina. Es lo que me libera”, dice el productor, que mantiene la tierra heredada, compró hectáreas y además arrienda.
En 1996 conoce a José Carlos Cardoso, en ese momento el referente local del herrerismo. “El Cabeza”, como lo llama, lo invita a escribir en su diario, El Este, donde publica durante décadas una columna semanal.
Aquellos fueron años de expansión. Presidió en 1998 el club de fútbol El Molino, de Lascano, con el que logra un vicecampeonato departamental, y dos años más tarde funda el Rocha Fútbol Club para competir en la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF). En el año 2000, con Juan Ramón Carrasco como jugador y director técnico, asume la vicepresidencia del club y al año siguiente, la presidencia.
Su nombre empieza entonces a conocerse en todo el departamento, hasta convertirse en un referente blanco.
Parricidios
En el año 2000, Alejo debuta como edil herrerista en la Junta Departamental. Pronto se destaca al impulsar un juicio político contra el intendente Irineu Riet Correa, también blanco, por “un descalabro administrativo”.
“Fui el promotor, el impulsor y el que lo fundamentó en el Senado, como representante de la Junta Departamental. Fue el más grande dolor político de mi vida: tener que hacer un juicio contra un propio compañero”, recuerda. ¿Las razones? “Era una pésima gestión administrativa que además se había completado con una omisión: no habían mandado la rendición de cuentas a la Junta”.
Cuando a Umpiérrez le reprochan que los blancos fundieron la intendencia (Riet Correa gobernó entre 1990-1995 y 2000-2005), él recuerda aquel juicio político.
El segundo parricidio político se concretó en los últimos años, cuando rompe su vínculo con José Carlos Cardoso, quien lo había apadrinado y de quien fue su suplente en Diputados entre 2010 y 2015.
El 8 de noviembre de 2015, cuando Alejo ya ocupaba una banca propia en la Cámara de Representantes, Cardoso, que estaba en el Senado, sufre un accidente de tránsito que lo deja dos años por fuera de la actividad política.
“Cuando él se siente recuperado, plantea públicamente que quiere ir a las dos candidaturas: a la diputación (en 2019) y a la intendencia (en 2020), y yo le planteo mi aspiración de jugar en uno de los dos roles. Yo me había hecho cargo durante dos años, durante su ausencia, de su agrupación; la había mantenido en pie y funcionando, recorriendo todo el departamento. Pero él me dice que no”, relata el intendente electo. Cuando recibe la negativa de su promotor, decide alejarse de la lista 71 y convertirse en el referente de la 404, el sector liderado por el presidente Luis Lacalle Pou.
El sector convoca a herreristas y referentes del Movimiento Nacional de Rocha, como el médico Milton Corbo, que ocupará su banca en Diputados cuando asuma en la intendencia.
A pesar de las rispideces de la campaña, Cardoso sumó votos para su victoria, como candidato del lema, y fue a saludarlo el domingo pasado. También sumaron para su victoria el acuerdo con Batllistas, los colorados liderados por Julio María Sanguinetti, y los 4.000 votos de Cabildo Abierto, un pacto que tensa su definición de “liberal a ultranza”.
Además de ser columnista del semanario blanco La Democracia y del diario rochense El Este, Alejo Umpiérrez fundó y dirigió la Revista Histórica Rochense. También ha publicado cuatro libros de diversos géneros, y tiene pronto un quinto, titulado “El curioso caso del cabo Gómez y otros cuentos”, que reúne 17 relatos breves. Espera por la revisión del corrector para publicarlo.
Tras participar de varias antologías, Umpiérrez publica en 2006 “La forja de la libertad. Crónicas saravistas”, un ensayo en el que aborda principalmente las consecuencias de la revolución de 1904, y en el que profundiza, por ejemplo, en la procedencia de la bala que mató al caudillo blanco.
En 2013 edita “no me malinterpretes”, un poemario de temática amorosa, que dedicó a Ana Laura Serralta, su esposa.
En los últimos años publicó dos libros más: uno de poesía, “Antropofagia”, y un ensayo, "Carlos Julio Pereyra; un republicano integral", en el que aborda la vida y obra del fundador del Movimiento Nacional de Rocha.
Rara avis: pro aborto y defensor de la ley trans
Umpiérrez es una rareza en el Partido Nacional, no solo por su vocación de poeta, sino por varias definiciones políticas. Como diputado votó en 2018 a favor de la ley trans y la defendió en el Parlamento.
Unos años antes, cuando ocupó entre 2010 y 2015 la presidencia de la Convención del Partido Nacional, defendió la ley de interrupción voluntaria del embarazo.
¿Cómo lo explica? “Soy un liberal a ultranza en términos de libertades individuales”, dice y repite cada vez que puede. ¿Por qué entonces un liberal acordaría con Cabildo Abierto? Para explicarlo, se remonta a sus años de militancia frenteamplista, a fines de la década del 80. “Cuando estaba en el Frente, disentía tremendamente con los tupamaros, que todavía no estaban en el Frente.
El gran impulsor del ingreso de los tupas al Frente fue Hugo Batalla y la estrategia de Batalla es la misma que corresponde con Cabildo Abierto. Batalla decía que si el MLN-Tupamaros quedaba aislado, fuera de una estructura política, tendía a su radicalización, mientras que las coaliciones siempre empujan hacia el centro”. Así explica la alianza con Cabildo Abierto, que lo llevó, en definitiva, a ganar la elección departamental. Más difícil de explicar es la primacía en las contiendas electorales de políticos nacidos en Lascano, una ciudad que reúne al 10% de la población del departamento.
Desde el retorno de la democracia, hubo cuatro intendentes electos en Rocha: el colorado Adauto Puñales, el blanco Irineu Riet Correa, y los frenteamplistas Artigas “Chueco” Barrios y Aníbal Pereyra.
Puñales, Barrios y Umpiérrez son oriundos de Lascano, una ciudad que, según Alejo, “gira en torno al mundo del arroz, lo que genera una mentalidad de empresa y empuje, un sentido de trabajo en equipo” y eso es “un aspecto cultural”.
El intendente electo asegura que “el arroz marca el temple”. Y sostiene que la ciudad de Rocha, en cambio, presenta “una sociedad que sufre mucha confrontación interna, y eso frena y mata el desarrollo”.