La artritis gotosa, o gota, es la inflamación de las articulaciones producidas por depósito de cristales de ácido úrico. Para detectarla se mide el ácido úrico en sangre (uricemia), cuyo valor normal se considera hasta un máximo de 7mg/dl. Sin embargo, se ha demostrado que el 50% de las personas con más de 9mg/dl no manifiestan la enfermedad.
La artritis de la base del dedo gordo del pie (podagra) ocurre en la mitad de los casos de gota. La inflamación de otras articulaciones tiene la característica de no afectarlas en forma simultánea sino en los sucesivos ataques de la enfermedad. Es raro observar más de una articulación afectada en el mismo episodio.
Otras articulaciones comprometidas pueden ser las del tobillo, afectando fundamentalmente el tendón de Aquiles (en su bolsa sinovial, bursitis, o en forma de tendinitis), la articulación de la rodilla, codo o muñeca.
Los primeros ataques suelen ser agudos, intensos, a menudo de inicio nocturno, y con una duración de alrededor de varios días, hasta dos semanas si no se toma medicación. A veces puede tener un inicio solapado que se va agravando progresivamente. Cuando remite el paciente queda asintomático hasta el nuevo empuje, quedando la piel descamada sobre la zona previamente afectada.
La evolución de la enfermedad admite grandes variaciones individuales. Lo habitual es que sin tratamiento los episodios aumenten en frecuencia, duración e intensidad; sin embargo existen casos en que aún sin tratamiento pueden transcurrir varios años antes de que se repita la crisis. En otros, la sucesión de los episodios y su prolongación, casi sin períodos asintomáticos, lleva a un sufrimiento crónico que es causa de invalidez articular.
Es frecuente que la evolución de la enfermedad se vea perlada de episodios asociados a transgresiones dietéticas o a la ingesta de alcohol, a la realización de ejercicios intensos o a traumatismos locales. En otros, las crisis gotosas se asocian a enfermedades graves, o al postoperatorio de grandes cirugías.
En todos los casos se aconseja restringir las bebidas alcohólicas, fundamentalmente la cerveza, y el consumo de achuras, carnes rojas, embutidos y el exceso de calorías.
Tradicionalmente se reconoce a la colchicina como sustancia que tiene a la vez valor terapéutico y diagnóstico, debido a la rapidez y eficacia analgésica, que es selectiva y específica para la artritis gotosa. Se administra en dosis orales hasta que ceda el dolor o aparezcan efectos secundarios (sobre todo diarreas), siendo lo habitual que éstos coincidan con la remisión del dolor, cuando se llega a los 4 o 6 mg.
Los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) son útiles asociados a la colchicina, o solos, en dosis máximas, sobre todo la indometacina, en dosis de 50 mg cada 8 horas. La hiperuricemia asociada a una alta excreción urinaria de ácido úrico (a menudo con litiasis) suele corregirse en dos semanas con allopurinol al disminuir la síntesis de ácido úrico. En cambio, en los pacientes con baja excreción urinaria de ácido úrico, ésta se aumenta con probenecid.