Turista argentino se queja de la inseguridad en el Este.
Sebastián Nassif vive en la provincia argentina de Santiago del Estero. Con su esposa resolvieron pasar sus vacaciones de verano en Punta del Este.
Como otros miles de argentinos, ésta es su primera temporada en el balneario esteño. No vinieron solos. Lo acompañaron sus suegros.
Para esta familia santiagueña, el verano empezó complicado. "En un principio nos dieron un apartamento. Al otro día nos dijeron que teníamos que mudarnos a esta casa". Así ocuparon la casa de dos plantas denominada "Alto Las Piedras" del balneario Buenos Aires, al este del arroyo Maldonado.
También, como tantos argentinos, apenas llegaron fueron robados. En realidad, la primera vez fue una tentativa. El robo ocurrió a la semana. En esta oportunidad la afectada fue su suegra. "La impresión que tengo es muy fea. Me siento inseguro. Me parece un lugar que es muy precario", expresó Sebastián.
"Vine a veranear por 15 días. Hicimos muy poca playa. Encima, mi suegra se quedó una tarde a cuidar la casa. Sintió un ruido, fue y encontró una ventana abierta. Se trató de una tentativa de robo. Esa vez fracasó, pero a la semana el ladrón volvió. Y encima me apuntó con un arma", dijo.
"Apenas pudimos ir a la playa que está acá enfrente. Íbamos y volvíamos con esta locura por los robos. Nos refugiamos en la casa. Fuimos una vez a la playa Mansa y nos volvimos enseguida por miedo a que nos robaran otra vez", expresó el turista.
Intruso.
La casa alquilada por Sebastián es de dos plantas. "Eran como las nueve y media de la noche del 1º de febrero. Estábamos cenando en la planta baja. En la cocina. De repente, mi señora me dice: ¡Che! Parece que hay gente en la casa porque sentí un ruido raro. Cuando subo por la escalera, veo a una persona en la puerta del dormitorio principal. Estaba vestido con ropas negras. En una mano tenía el picaporte de la puerta. En la otra, un revólver. Bajé lo más rápido que pude y saqué a mi familia de la cocina hacia el patio de atrás para esperar que el ladrón se fuera de la casa. Casi al mismo tiempo lo veo salir por el lado trasero. Ahí lo sigo. Fue hacia la casa de enfrente. Se paró y me apuntó con el revólver. Me tiré debajo de mi camioneta. No lo vi más", contó Sebastián.
En esta ocasión, el ladrón no robó nada. La oportuna presencia del inquilino evitó el robo. "En la primera ocasión la Policía apareció a la hora. Dieron una vuelta, alumbraron en los alrededores de la casa y se fueron. En realidad, nunca vimos presencia policial desde que llegamos a la zona. No hubo levantamiento de huellas. Se dieron una vueltita y se marcharon", explicó.
El robo ocurrió seis días después. El modus operandi del delincuente fue el mismo. La familia cenaba en la cocina. Esto fue aprovechado por el delincuente. Ingresó de forma sigilosa a la planta alta.
En esa oportunidad, la suegra de Sebastián fue la víctima. "Le llevaron joyas de valor afectivo y monetario. Además, dinero que tenía guardado en un bolso", sostuvo Sebastián.
La visita del ladrón le dejó en claro a Sebastián que la alarma de la casa solo cubría la planta baja, no la parte de arriba donde están los dormitorios. "La casa tiene una escalera por fuera que te permite subir a la planta alta. Por ahí entró el ladrón que, me imagino, la tenía estudiada", narró.
DOS ASALTOS EN UNA SEMANA