Reflexiones sobre el Día de la Madre

| La maternidad es fuente de relaciones entrañables Será un domingo con diferentes matices afectivos

ANA MARÍA ABEL

El domingo próximo viviremos en muy diferentes circunstancias personales y familiares otro Día de la Madre. Muchos serán los varones que felicitarán a las mujeres por haberles dado la vida, o los hijos. La maternidad es fuente de relaciones entrañables e inseparable -quiérase o no, reconózcase o no- de la paternidad.

En algunas casas, la madre se verá asediada por bulliciosos niños. En otras, una mujer madura pasará rodeada de hijos y nietos ya adolescentes. Muchas madres añorarán la cercanía física de quienes están probando suerte lejos. Pero un llamado telefónico con un ¡feliz día, mamá! disolverá por unos minutos la distancia. Otras madres sentirán un zarpazo de nostalgia y dolor por una ausencia definitiva: hijos que murieron en su seno voluntaria o involuntariamente una vez ya gestados, o al nacer, o en un accidente o de una cruel enfermedad. Quizá alguna no sepa el paradero de un hijo. Muchas festejarán con alegría su maternidad colmada en unos hijos adoptivos que no le deben la vida biológica, pero son tan hijos de su corazón como si los hubieran calculado amorosamente. Habrá mujeres casadas felizmente a quienes el regalo de un hijo no les ha sido otorgado, porque recibieron otro don: el de una generosidad ilimitada para prodigarse en sobrinos y ahijados.

Será también el día de mujeres solteras quienes, por corresponder al llamado para una maternidad espiritual, son fecunda y felizmente madres.

El domingo 11 de mayo tendrá diferentes matices afectivos para cada uno: todos somos hijos de una mujer y un hombre. Seguramente reviviremos recuerdos de nuestra infancia y nuestra madre o, si no llegamos a conocerla, de quien hizo sus veces.

El ser femenino posee una especial apertura hacia el ser humano pues el hombre ha sido confiado a la mujer. Ella lo concibe y da a luz. "Darás a luz con dolor" resonó en el Paraíso. Profunda riqueza de la maternidad sin ahorro de dolor: por el contrario lo presupone. amor y dolor: dos caras de la misma moneda. ¡Extraña combinación de sentimientos!

Quizás el domingo en algún corazón femenino se cuele un sabor agridulce. Admirar la madre por excelencia y su estar junto al hijo hasta el final, nos hará intuir algo de la trascendente felicidad que encierra el binomio dolor-amor materno y entender por qué el derecho de ser madre incluye y resume todos los verdaderos derechos cuyo reconocimiento reclaman las mujeres.

Se trata de establecer prioridades.

Valeria Mazza con su cuarta hija, Taína, en brazos, afirma: "desde que tuve a mis hijos la cosa ha cambiado. Todo lo organizo en base a mi familia. Creo que soy mejor ama de casa que modelo. Mi marido y yo tomamos un día el compromiso de darnos felicidad el uno al otro y lo estamos consiguiendo a base de amor y mucho respeto".

El mejor tiempo para hablar con los hijos.

Fernando Corominas, presidente del Instituto Europeo de Estudios de la Educación, comprobó que el 80 por ciento de las ideas se asientan antes de los 10 años. Es bueno tener en cuenta que ese es el tiempo óptimo para hablar con los hijos y ser escuchados, porque después de los 12 años, se pone más difícil.

El tesoro de tener abuelos.

Tiempo sin prisa donde los nietos podrán preguntar y perderse en las respuestas, cuentos para soltar la imaginación y la fantasía, relatos en que están los padres cuando eran niños, mucho cariño que es abono donde se sostienen las raíces del alma del niño. Siembra de virtudes: amor del bueno.

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