Abril y mayo récord: un muerto con COVID-19 cada 27 minutos

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El Sistema Nacional de Emergencias reportó, solo en mayo, 1.660 decesos con la infección que causa el nuevo coronavirus. Foto: Estefanía Leal
Ambulancias en el acceso a vehiculos de emergencia con pacientes respiratorios del Sanatorio de la Asociacion Española en pandemia de coronavirus Covid19, centros de salud privada en Montevideo, ND 20210527, foto Estefania Leal - Archivo El Pais
Estefania Leal/Archivo El Pais

LA MARCHA DE LA PANDEMIA

Desde la primera parte del siglo XX no se veía que una enfermedad infecciosa sea de las primeras causales de defunciones

Mayo acabó siendo el mes con más fallecidos desde que la pandemia dijo presente en Uruguay: cada 27 minutos una persona murió con COVID-19. Así, el virus se posiciona -al menos en el último bimestre- como una de las principales causas de muerte en el país. Desde la primera parte del siglo XX no ocurría que una enfermedad infecciosa ocupara ese lugar.

El Sistema Nacional de Emergencias reportó, solo en mayo, 1.660 decesos con la infección que causa el nuevo coronavirus. Eso equivale a más de 21.300 muertes en una población del tamaño de la argentina, 22.200 de la española, 154.300 de la estadounidense y 658.000 de la china.

Salvo que ocurriera un hecho inaudito, como que los infartos o las enfermedades oncológicas cayeran a niveles impensados, “cabría esperar un exceso de muertes”, estimó la demógrafa Mariana Paredes, especialista en mortalidad.

En diciembre ya se habían encendido las primeras luces de alerta. Según un informe del Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade) que fue presentado en la reunión anual de la Asociación Americana de Población, Uruguay registró un 9% más de muertes por cualquier causa en el último mes de 2020 en relación al mismo mes de 2019.

“Previo a la pandemia se proyectaba que Uruguay tendría un aumento de las defunciones en el 2020”, aclaró a El País Helena Cruz, oficial de Asuntos de Población de la Celade y una de las autoras del informe. Ese incremento, a causa de una población cada vez más envejecida, Naciones Unidas lo había estimado en un 1%.

Pero ocurrió lo contrario: durante casi todo el 2020 Uruguay tuvo bajo control al COVID-19, se redujeron otras enfermedades respiratorias (como las que causa el virus de la gripe), y en el acumulado del año los fallecimientos -sin importar la causa- fueron 6% menos que en 2019.

En este sentido, Uruguay fue caso extraño en la región: Perú tuvo un 82% más muertes de las que se proyectaba; Ecuador, 55%; y Bolivia, 44%.

Tan “extraño” fue lo de Uruguay que, por ejemplo, en agosto del año pasado tuvo 16% menos decesos que en agosto de 2019. Pero en diciembre, con más de 100 muertos con COVID-19, todo cambió.

¿Cuánto cambió? Suponiendo que las muertes por todas las demás causas se hayan mantenido en los registros históricos de los últimos años, COVID-19 explicaría más del 10% de los fallecimientos y sería la principal causa de muerte. Pero ninguno de los demógrafos y epidemiólogos consultados se anima a tal aseveración por la sencilla razón de que Uruguay no publica datos con la frecuencia en que los hacen la mayoría de los países europeos, los del sudeste asiático, Brasil, Perú, Chile y Ecuador. De hecho, acaba de terminarse el quinto mes del año y, a nivel oficial, ni siquiera se han presentado los datos de natalidad y mortalidad del año pasado.

“La pandemia puso en evidencia que los países tienen que mejorar sus datos y la celeridad con que los publican”, apuntó la demógrafa Cruz. El exceso de muertes -el número de muertes registradas en un período en relación a las observadas en un mismo lapso de años anteriores- es una de las herramientas para ir monitoreando la marcha epidemiológica.

La demógrafa Wanda Cabella, referente uruguaya en el estudio de la natalidad, cree que “es increíble que un país que tiene información y de calidad no tenga a disposición los datos en un momento como este”. En los años anteriores, el Programa de Población de Ciencias Sociales de la Udelar accedía al análisis de la información en febrero, “a más tardar en marzo”.

Cabella cree que Uruguay debería analizar “cuántas de las muertes de estos dos últimos meses se podrían haber evitado”. Entre abril y mayo hubo 3.302 fallecimientos con COVID-19. En el promedio de años anteriores (sin COVID-19), en Uruguay morían entre abril y mayo unas 5.200 personas.

Con este ritmo de muertes podría esperarse “que se frenara el crecimiento de la esperanza de vida al nacer”, dijo la demógrafa Paredes. Pero para confirmarlo “habrá que esperar el cierre estadístico de 2021”.

Estos niveles de defunciones, en especial entre los adultos más mayores, también podrían “enlentecer el sobreenvejecimiento” de la población uruguaya. Para que eso se confirme, dijo Paredes, habrá que observar cómo se comporta la vacunación (que priorizó a los más adultos) y el tiempo de duración de la epidemia.

Esta última semana fue la segunda con más casos positivos desde que empezó la pandemia. Eso hace suponer que, si la mayoría de esos infectados no estaban inmunizados, la mortalidad con COVID-19 no descenderá al menos en parte de junio.

“Esta situación es terrible”

El inmunólogo Alejandro Chabalgoity opinó que el sistema político uruguayo “no estuvo a la altura de las circunstancias” en el manejo de la pandemia de coronavirus, porque “los grandes dramas requieren soluciones grandes”. En diálogo con radio Carve, Chabalgoity afirmó que “Uruguay está en una situación terrible”, con una “circulación comunitaria diseminada y descontrolada”. En ese marco, dijo que la apuesta por la vacunación “va a funcionar pero llevará tiempo” y que la cantidad de fallecidos será demasiado alta.

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