Alertan sobre cirugías aplazadas, retraso en diagnósticos de enfermedades y caída de la medicina preventiva

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Cirugía. Foto: Gerardo Pérez.

SALUD

La pandemia de COVID-19, que estuvo en el centro de la atención en 2020, devino en una sindemia que ahora inquieta en Uruguay.

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La pandemia del COVID-19 devino en una sindemia: varias epidemias en simultáneo. El foco sanitario puesto en el nuevo coronavirus trajo en el mundo cánceres que han sido diagnosticados demasiado tarde, afectaciones cardíacas que se presentan en un estado avanzado y hasta un retraso en el esquema de vacunación. Uruguay no es la excepción.

Dentro de las principales preocupaciones que considera el grupo de científicos que asesora al gobierno (GACH) está la suspensión de cirugías, la caída de la medicina preventiva y el retraso en diagnósticos y tratamientos de las enfermedades crónicas no transmisibles.

Por eso en un documento que los científicos publicarán esta semana, hacen énfasis en la relevancia de recoordinar cuanto antes las 50.000 cirugías postergadas en el país, retomar el ritmo de pruebas de diagnóstico precoz de enfermedades (tamizajes) que había previo al COVID-19, y, sobre todo, estimular las consultas presenciales.

El otorrino Hamlet Suárez, que coordina el equipo de especialistas del GACH, advierte que Uruguay está padeciendo “aquello que ya estaba ocurriendo en el hemisferio norte”, pero, “aprovechando que el estrés del sistema de salud no es tan grande como que el atraviesa Estados Unidos o parte de Europa, se está a tiempo de corregir y estimular la concurrencia a las consultas médicas”. De lo contrario, explica Suárez, se corre el riesgo de un “efecto boomerang”: los cánceres y problemas cardiológicos se detectan en forma tardía, aumenta la carga en cuidados intensivos (que es lo que se quería evitar), crece la morbimortalidad y el “remedio” termina siendo más caro que la enfermedad (incluso en dinero).

La asociación oncológica portuguesa ya reportó unos 1.000 casos de diagnósticos tardíos de cáncer a causa del retraso en las consultas. La prestigiosa British Medical Journal confirmó que uno de cada cuatro enfermos oncológicos ha sido captado en fases avanzadas de la enfermedad. Y esa misma revista científica evidenció un aumento de las muertes en emergencias móviles porque, como las ambulancias estaban saturadas por COVID-19, hubo retrasos en las reanimaciones.

Uruguay, observaron los especialistas, tuvo un impacto más moderado como consecuencia de un mejor manejo de la pandemia y una menor saturación sanitaria. Pero no está exento del problema. En particular, dice Suárez, “a la insistencia de atención remota (que, aclara, es un complemento, pero nunca una sustitución), se le suma cierto temor de consultar”. Y los números son elocuentes.

Tratamiento. Polémica por postura del MSP de no costear cirugías de pacientes de las mutualistas. Foto: AFP.
El problema al que se enfrenta Uruguay también se vivió en otros países. Foto: AFP.

Cáncer.

Las mamografías, para detectar tumores mamarios, cayeron entre 49% y 66% (dependiendo el prestador y el mes). Los Papanicolaou, para diagnosticar cáncer cervicouterino, se redujeron entre el 52% y 80%. Y las pruebas de presencia de sangre en las heces (uno de los síntomas más frecuentes del cáncer de colon), bajaron entre 34% y 73%. Así lo indica el reporte de la profesora Lucía Delgado y su equipo de Oncología Clínica.

“Si en un screening, como ser una mamografía, se halla una tumoración inicial, tipo 1, cuando se hace visible porque la persona no consultó a tiempo, ya se tiene el grado de evolución que limita el pronóstico terapéutico”, explica Suárez.

Estos retrasos y bajas de tamizajes preocupan a los médicos en un país que tiene a los tumores entre las dos primeras causantes de muerte. Y esa preocupación se acrecienta aún más si se tiene en cuenta que también hay una caída en las confirmaciones de cánceres y los tratamientos.

Las anatomías patológicas (donde se estudian los tejidos que fueron extraídos) cayeron 18%, “eso es por la no consulta”, dice Suárez. Y los tratamientos de quimioterapia bajaron 17%.

Pero, los cánceres no son las únicas enfermedades no transmisibles que se están viendo trastocadas por la pandemia. La otra primera causante de muerte, las patologías del sistema circulatorio, están siendo objeto de inquietud.

Corazón.

Los especialistas del GACH reportaron que en las mutualistas privadas de Uruguay hubo un cuarto menos de exámenes preventivos de afectaciones cardíacas (ecocardios, test de esfuerzos y otros) en relación con 2019. Y en las clínicas “varios cardiólogos están detectando alteraciones en el rimo cardíaco en pacientes que consultan demasiado tarde”.

La Comisión Honoraria de Salud Cardiovascular de Uruguay está esperando que el Ministerio de Salud le facilite los datos de mortalidad y egresos hospitalarios para analizar más en detalles la repercusión de la atención en esa especialidad médica. Pero, más allá de esas variables, los cardiólogos estiman que COVID-19 trajo aparejados cambios comportamentales que inciden directamente en la salud cardíaca. Algunos posiblemente positivos, como una mayor alimentación casera. Otros negativos, como más sedentarismo.

La revista BJM sostiene que Uruguay es el único país donde mamografía es obligatoria.
Las mamografías cayeron entre 49% y 66%. Foto: Archivo

Cirugías.

Una de las medidas más extendidas, para no saturar la ocupación de camas hospitalarias, ha sido la suspensión de las cirugías coordinadas (aquellas que no eran de urgencias). Tomando como base las realizadas el año anterior a la pandemia, estiman que entre 40.000 y 50.000 intervenciones fueron aplazadas. La mayoría de ellas en Montevideo donde el feriado quirúrgico fue más intenso.

En teoría, a mitad de febrero caería el decreto que permite a las instituciones establecer el feriado quirúrgico, y la propuesta de los científicos es retomar las coordinaciones. Según Martín Sánchez, del Sindicato de Anestésico-Quirúrgicos, “hay prestadores que se están haciendo los vivos y con la excusa de desocupar camas se están ahorrando unos pesos”. Como ejemplo, cita su disciplina, la oftalmología, en que “la mayoría de intervenciones son ambulatorias y no significan una ocupación de camas”.

Suárez reconoce que “aún queda mucho por estudiar”. En Uruguay todavía no se ha hecho foco en algunas patologías que ya se evidencian en otros países. Irlanda constató un aumento de la miopía en niños como consecuencia del uso excesivo de pantallas. España reportó afectación de la laringe en docentes que forzaban la voz para hablar con tapabocas. Y puede que haya más.

Alertan retraso en la vacunación

La mitad de los niños de 12 años en Uruguay no ha recibido las vacunas que le correspondía en 2020. Ese retraso en el esquema de vacunación preocupó al Ministerio de Salud Pública, quien lanzó una campaña de estímulo.

Teresa Picón, la responsable del área de inmunizaciones de la cartera, había explicado que acorde se avanzaba en la edad del niño, mayor era la caída de dosis administradas respecto al año anterior. En ese sentido, las autoridades están en alerta ante la eventualidad de que la pandemia afecte a otras enfermedades transmisibles y no solo a aquellas no infecciosas como el cáncer o la diabetes.

En Perú, por ejemplo, está habiendo un brote de difteria, una enfermedad que en Uruguay no se han reportado casos en los últimos 40 años y para la que existe vacuna. Brasil y Bolivia están pasando nuevos auges de sarampión.

Al respecto, Melinda Gates, esposa del multimillonario Bill y codirectora en la fundación que lleva su nombre, dijo que “25 años de vacunación se han borrado en 25 semanas”. En África, por ejemplo, el ministro de sanidad de la República Centroafricana, una de las naciones más pobres de ese continente, le confesó a Melinda que su principal preocupación no era el COVID-19 sino cómo reencauzar la vacunación contra el sarampión porque se van “a perder miles de niños”.

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