LA NUEVA NORMALIDAD
Los expertos piden a la población tener una actitud responsable ante el coronavirus, que llegó para quedarse “un buen rato”.
La Organización Mundial de la Salud estima que la pandemia del COVID-19 durará menos que la (mal) llamada Gripe Española, pero no menos de dos años. Y ni siquiera una vacuna -de esas que se buscan a toda marcha- promete poner fin inmediato al riesgo de contagio. El nuevo bichito, que fue bautizado hace ocho meses y que parece sobrevivir a las cuatro estaciones, se empeña en que la humanidad aprenda a vivir con él, al menos por un buen rato.
“Sin vacunas el riesgo seguirá latente y, aun con vacunas, en el futuro previsible el riesgo seguirá porque todavía no sabemos cuán eficiente será la inmunidad”. Julio Medina, catedrático de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de la República, lee cada día las novedades científicas sobre la marcha del nuevo coronavirus. Y si algo aprendió de esas lecturas es que, antes que empalagarse con las prometedoras curas, hay que considerar que, pese a las mutaciones y cambios de temperatura, “el virus no disminuye su capacidad de ser infectante” y la manera más eficiente para su control “es disminuir la interacción entre las personas”.
Porque aunque el calorcito que se avecina invite a brindar, “los uruguayos vamos a seguir conviviendo con esto en verano”.
Cuando hay cuatro grados en el ambiente, se mantiene estable hasta 14 días. Cuando la temperatura asciende a 37 grados, sobrevive más de un día. E incluso a los 56 grados es capaz de permanecer media hora. El SARS-CoV-2, como casi todos los virus, es sensible a la temperatura. Pero, a diferencia de otros de sus temibles familiares, el verano no lo mata.
La prueba está en Europa: Francia registra más de 4.700 infectados en un día, Alemania alcanza los mismos niveles de contagios que cuando la cresta de la primera ola, y en España ya se habla de “zonas fuera de control”.
¿Por qué? El calorcito estival invita a socializar, a reunirse en fiestas, a tirar la toalla (o el tapaboca). Y, reitera el profesor Medina, el SARS-CoV-2 es más eficaz en su contagio en ambientes con mucha gente, en espacios cerrados (como los boliches), en recintos con poca ventilación y en el que las personas permanecen más tiempo reunidas (como un casamiento).
De ahí que, al decir del secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, la Noche de la Nostalgia sea “el día de más riesgo” desde que la pandemia se instaló en Uruguay. Con el aditivo que la cadena de contagios en un local bailable -mientras los cuerpos sudan al ritmo de Fiebre de Sábado por la Noche o Gloria- sería difícil de rastrear.
De hecho, el brote que se inició hace más de un mes en un prestador de salud de Montevideo sigue goteando casos positivos y, aunque está “bajo control”, no logró “apagarse” del todo.
Este brote que tuvo como epicentro a sanatorios, al igual que el caso del hospital psiquiátrico Vilardebó, el residencial de adultos mayores, el casamiento, la iglesia en la frontera, el cumpleaños en un asentamiento y el jardín de infantes en Libertad dejan dos enseñanzas: esta enfermedad suele comportarse en forma de brotes (algunos masivos y otros intrafamiliares), y la concentración de personas en espacios cerrados y con poca distancia entre sí es tierra fértil para el contagio.
Ir a un bar, a un estadio cerrado, a una ceremonia religiosa de más de 500 fieles, al gimnasio e incluso al cine son algunas de las actividades que revisten un “alto riesgo” de contagio.
Así lo demuestra una clasificación liderada por el comité de Enfermedades Infecciosas de la Asociación Médica de Texas (TMA, por sus siglas en inglés), cuya traducción al español estuvo a cargo de Carolina Scasso y la adaptación del propio Medina.
Bajo esta escala, que tiene en cuenta los protocolos y el uso de mascarilla, las actividades de la Noche de la Nostalgia estarían en lo más riesgoso de la clasificación.
Texas, al sur de Estados Unidos, acumula más de 11.400 fallecidos y cerca de medio millón de personas que alguna vez se contagiaron. Parte de la masividad de la transmisión en ese Estado, explicaron los investigadores del TMA, fue el “bajo acatamiento” de las medidas de distanciamiento físico, de uso de mascarilla y lavado de manos.
Uruguay, si bien tiene un escenario distinto a Texas, no está exento del riesgo. De hecho, en un momento en que la actividad económica ha vuelto en gran porcentaje a la presencialidad y que el paso del tiempo hace “bajar la guardia”, los médicos piden una “actitud responsable”.
El último sondeo de la consultora Radar, publicado esta semana, muestra que la preocupación de los uruguayos por contagiarse el COVID-19 viene cayendo acorde pasan las semanas. En abril, dos tercios de la población estaba “algo” o “muy” preocupada de contraer la enfermedad. A mediados de agosto el guarismo había caído más de 20 puntos porcentuales y más de la mitad está “poco” o “nada” preocupado.
Esa percepción de superación del estado de emergencia, se revela, según la misma encuesta, en la caída de la frecuencia con la que los uruguayos se informan del avance de la pandemia. En abril, el 72% de la población se enteraba de las noticias del coronavirus dos o más veces por día. Menos de la mitad continúa con esa frecuencia en agosto. Y eso que, según el seguimiento de medios que hizo GlobalNews, los espacios periodísticos en Uruguay, sumados, publican unas 700 notas diarias alusivas al tema.
El desinterés por el tema y la baja percepción de riesgo, están cambiando las actitudes. En el sondeo de Radar los uruguayos reconocen haber disminuido el confinamiento, la actitud de no juntarse con amigos, de no tocarse la cara, la desinfección de baños, cocinas y espacios comunes.
Según Medina, los riesgos latentes deberían estimular un cambio comportamental. El profesor pone de ejemplo un viaje en ómnibus: no es lo mismo un trayecto corto, las ventanillas abiertas y con todos los pasajeros sin hablar y haciendo un uso correcto de la mascarilla, que un tramo de más de media hora, gente con mal uso de la mascarilla y hablando.
Aun así, si se puede, “debería estimularnos a que los trayectos más cortos los hiciéramos caminando o en bici”. ¿Eso resuelve el problema? “No, pero por ahora nada resuelve el problema y el virus seguirá entre nosotros”.
Uruguay hace 104 test por cada caso positivo
Todo parece indicar que aquel que contrajo el nuevo coronavirus genera cierta inmunidad, al menos por un tiempo. Pero la breve historia de esta pandemia no les permite a los científicos sacar conclusiones tajantes. Mucho menos les permite conocer, en una infección que genera altas cifras de asintomáticos, qué porcentaje de la población adquirió la inmunidad. Pero en Uruguay hay un dato que parece alentador: menos del 1% de los test que se realizan arrojan un caso positivo. De hecho, cada 104 exámenes de PCR en tiempo real, solo uno da positivo.
Así lo indica el último reporte del Sistema Nacional de Emergencias. Ayer se procesaron 2.079 análisis y solo seis dieron positivo. De esas personas (tres de ellas de Montevideo, una de San José y dos de Rivera), cinco permanecen cursando la enfermedad en el país (la sexta era un transportista que regresó a Brasil).
Así las cosas, ahora hay 215 personas transitando la enfermedad en Uruguay (dos de ellas en cuidados intensivos); una cifra similar a la que Uruguay había tenido a mediados de abril y a fines de julio.
El 11% de quienes están cursando la enfermedad es parte del personal de salud del país. En buena medida, ello responde a la transmisión que se ha dado en los prestadores y el multiempleo de médicos y enfermeros que agrava la propagación.
Los departamentos del centro del país son los únicos exentos de casos.