¿Qué pasa en el cerebro luego de un golpe sufrido en un siniestro de tránsito o por una caída? El Institut Pasteur de Montevideo, el Banco de Seguros del Estado (BSE) y el Hospital Maciel avanzaron en el estudio de las lesiones cerebrales con el objetivo de estimar la extensión del daño cerebral y predecir cómo evolucionará el paciente. No obstante, luego de casi tres años de investigación, el proyecto agotará su financiación en octubre de este año.

A pesar de que la pandemia por covid-19 retrasó la parte clínica, el equipo de trabajo logró iniciar el seguimiento de unos 15 pacientes del Hospital Maciel y unos 15 pacientes del BSE con traumatismo craneoencefálico. “La gran mayoría se debió a accidentes de tránsito y se trata de personas jóvenes”, dijo Hugo Peluffo, investigador del Departamento de Histología y Embriología de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República y el Laboratorio de Neuroinflamación y Terapia Génica del Instituto Pasteur.

El BSE solo asiste a lesionados en el ámbito laboral, destacándose aquellos casos por accidentes en moto (trabajadores de delivery) y en el transporte de carga, y por caídas. Cada año ingresa un promedio de entre 20 y 25 pacientes traumatizados graves.

“Cuando hay un accidente de tránsito, el cerebro se mueve, se aplasta, incluso hay giros, pero eso no se ve en la neuroimagen (por ejemplo, una tomografía). No es un golpe concreto en un solo lugar y eso hace que se rompan los axones -parte de las neuronas- en diferentes lugares y esto, en realidad, tiene un efecto más devastador”, explicó Peluffo. Esto provoca que el médico no pueda “presumir” cómo será la evolución de ese paciente.

El objetivo de la investigación conjunta es identificar ciertos biomarcadores genéticos en muestras de sangre de los pacientes que permitan, primero, conocer el estado de la lesión y, en segundo lugar, “predecir” su evolución para definir estrategias terapéuticas. “La muestra de sangre es un reflejo de lo que pasa en el cerebro”, apuntó. Por ejemplo, uno de los biomarcadores es una proteína que es parte de las neuronas y que normalmente no está presente en la sangre pero, si lo está, es un indicador de lesión cerebral.

Los biomarcadores son extremadamente útiles para revelar lesiones que no son identificables en la imagenología. Al no aparecer en los métodos convencionales, algunos pacientes reciben el alta al no manifestarse ningún síntoma en el corto plazo, pero los desarrollan entre dos a tres años después. “Algunos pacientes tienen manifestaciones más neuropsicológicas, como depresión, problemas de memoria o problemas de ejecutividad, que muchas veces no se asocian con el trauma original. Al no tener ninguna movilidad afectada, nadie entiende por qué no pueden integrarse a su vida social normal”, explicó Peluffo. En la treintena de pacientes estudiados, hubo algunos casos de biomarcadores alterados a los dos años del trauma. Identificar a estos pacientes antes permite plantear líneas terapéuticas.

En paralelo al estudio de pacientes, el equipo ha ido conformando un banco de muestras para cotejarlas de acuerdo a su evolución. Esto incluye también a pacientes que no sufrieron un traumatismo craneoencefálico pero sí otras lesiones (por ejemplo, una rotura de huesos) para descartar biomarcadores que denotan daños en los tejidos pero no se corresponden con el sistema nervioso.

Un obstáculo con el que se ha encontrado la investigación es que, hasta ahora, no se ha podido desarrollar un método de análisis local con la misma precisión que ofrecen sistemas extranjeros. Otro es que la financiación, en parte aportada por la ANII, se agotará en octubre y todavía se desconoce su renovación.

El estudio serán presentado el miércoles 8 de mayo, a las 18 horas, en el Institut Pasteur (Mataojo 2020) en una actividad gratuita por el mes de la seguridad vial que incluye una actuación de la banda de música del instituto.