Treinta y Tres - Enviado
Ramona Elena Toledo (91) era jubilada. Trabajó muchos años en un campo junto con su esposo. Cada tanto, regresaban a la ciudad de Treinta y Tres y descansaban en su casa. Enviudó a los 86 años y se radicó en forma definitiva en la ciudad olimareña. Recibía una pensión que le permitía pagar la mensualidad del "Residencial Adulto Mayor", ubicado en el centro de Treinta y Tres, donde vivía desde hacía cuatro años. En el último tiempo su salud se había deteriorado.
Dominga Hernández (77) también era jubilada. Durante años fue maestra, dando clases en escuelas de Treinta y Tres y Varela. Padecía diabetes y un problema de visión. Pero tenía sus facultades mentales intactas. Hace un año y medio que había ingresado al residencial.
Carmencita Lourdes Larronda (65) fue compañera y consejera de una generación de auxiliares de enfermería de Treinta y Tres. Estaba internada en el residencial. Sus compañeros la recuerdan como una persona apacible, solidaria y muy trabajadora. "Siempre tuvo una sonrisa en los labios y una palabra en aquellas circunstancias donde el humano (paciente) parece ver que el mundo se le desintegra de a pedacitos", relataron en una red social.
María Estela Padula Ducatelli (95) sufría demencia senil. Su sobrino nieto e hijo adoptivo la cuidó durante muchos años en su casa con empleadas. Pero luego, problemas laborales lo llevaron a que decidiera internar a María Estela en el residencial porque ya no podía atenderla como antes.
Las cuatro mujeres integran la triste lista de 10 personas que fallecieron en el incendio ocurrido en la madrugada del domingo 7 en el "Residencial Adulto Mayor". En el siniestro también murieron Amanda Guillermina Martínez Toledo (91), Carlos Ramón Cidade Herrera (81), Marne Mespolet Campos (87), Hayde Carnales (90), Myriam Nocedo Ibarra (87) y Alvarito Pereira (81).
Todas las víctimas fallecieron por inhalaciones de monóxido de carbono provocado por un eventual cortocircuito del sistema eléctrico o por la caída de una sábana o una prenda encima de una estufa, algo que continúa siendo investigado para determinar las causas del incendio.
Una funcionaria del residencial, de 30 años, fue la única sobreviviente del incendio. Se trató de la mayor tragedia ocurrida en un residencial en Uruguay. Por eso se declaró tres días de duelo en la ciudad de Treinta y Tres.
La funcionaria declaró que un poco antes de las seis de la mañana del domingo pasado se encontraba higienizando a una de las internas. Cuando salió del baño observó un intenso humo y fuego en la instalación eléctrica. El humo invadía tres habitaciones donde dormían los ancianos. Por el garaje, la mujer logró sacar a la calle a la interna que la acompañaba. Volvió por una segunda residente y también la sacó al exterior. No pudo regresar al residencial porque ya sentía síntomas de intoxicación.
La Policía y los bomberos sacaron a otros ocho abuelos y los colocaron encima de colchones tapados por frazadas. Ninguno de ellos estaba quemado, aunque algunos tenían mucho hollín cubriéndoles los rostros.
A unas 10 cuadras del lugar, una ambulancia con un médico y una auxiliar de enfermería partió a las 6:20 horas de la madrugada de ese fatídico domingo rumbo al residencial, ubicado en el centro de la ciudad de Treinta y Tres.
Cuando la ambulancia llegó, se encontraron con dos enfermeras tratando de reanimar a los ancianos, pero ya habían fallecido como consecuencia de la inhalación de monóxido de carbono. Solo tres residentes permanecían aún con vida. Dos de ellos fueron trasladados al hospital y uno a la mutualista de Treinta y Tres. Sin embargo, al poco tiempo murieron.
En el block del hospital, la empleada del residencial lloraba. Se sentía culpable por lo ocurrido. Según pudo saber El País, la dueña del residencial también estaba en shock por la muerte de todos sus residentes.
Por el momento no será citada a declarar por la fiscal actuante, Alicia Abreu, quien decretó la reserva de las actuaciones. Se encargará del caso hasta la finalización de la feria judicial prevista para el próximo lunes.
Abreu subroga a la fiscal de Treinta y Tres de 2° Turno, Ana Paula Segovia, quien resolverá las citaciones de la dueña del residencial, funcionarios y familiares de los abuelos fallecidos, técnicos de Policía Científica y personal de Bomberos. Segovia analizará los dictámenes de Policía Científica y de Bomberos sobre el origen del fuego que provocó las 10 muertes.
Respaldo al residencial
Ayer se realizaron los sepelios de las víctimas en el Cementerio de Treinta y Tres. Liliana Martínez, hija de Ramona Elena Toledo, relató a El País, que estaba muy agradecida por la atención que su madre recibió en el residencial. "Los cuidados fueron los mejores. Solo tenemos palabras de agradecimiento", aseguró.
Mientras que Malcom Araujo, sobrino e hijo de criación de María Estela Padula Ducatelli, también destacó la atención del establecimiento al señalar que "la cuidaron en forma impecable, muy bien".
Por su parte, Santiago Dotta, hijo de Ramona Dominga Hernández, declinó hacer comentarios.
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