LA MARCHA DE LA PANDEMIA
Con la vacunación contra el COVID-19 el cálculo ya no es tan lineal, dicen expertos. Fuente del Ministerio de Salud Pública reconoció que estos debates “también se dan a la interna”.
“El Índice de Harvard tiene la ventaja de que es simple, pero habría que volver a analizarlo y cambiar las franjas (que cambian de un color a otro)”, reconoce la matemática María Inés Fariello, una de las científicas que integró el grupo asesor del gobierno (GACH). Porque la clasificación fue hecha previo a que existieran las vacunas, cuando el virus circulaba y, conforme aumentaban los positivos, había una estimación de cuántos entrarían en CTI y cuántos morirían.
Las vacunas previenen las enfermedades graves y muertes, por tanto, ahora esa relación entre positivos y potencial saturación del sistema sanitarios no es tan lineal.
El GACH había sugerido en febrero que se siguieran los indicadores de riesgo de la Organización Mundial de la Salud. Son más complejos, incluyen la saturación hospitalaria y los muertos pero, por su propia complejidad, “es difícil saber qué decisión tomar si un indicador da bajo y otro alto”, dice Fariello. Además, explica, “la cantidad de casos, los ingresos a CTI y los fallecidos miden la situación en diferentes momentos de la pandemia”, por tanto es difícil atar el indicador a una toma de decisión.
En esa línea, el magíster en Salud Pública Joaquín Bazzano, asesor en ASSE, tuiteó: “¿Se acuerdan cuándo surgió el Índice de Harvard con sus puntos de corte? ¿Les parece que el criterio utilizado para definir niveles de riesgo es el mismo en el contexto de una enfermedad emergente que en una población con una inmunización natural y artificial de más del 75%?”.
Una fuente del Ministerio de Salud Pública reconoció que estos debates “también se dan a la interna” y que lo recomendable sería que “los protocolos no vayan ajustados a un índice en específico”.
El País buscó sin éxito una respuesta oficial de las autoridades sobre este asunto.