PANDEMIA
Un repaso de la llegada y el avance del COVID-19 desde el 13 de marzo. Una pandemia que probablemente nos acompañe por un largo tiempo y cuyas implicancias aún están dilucidándose.
Y un día llegó y nos cambió casi todo: la economía, el relacionamiento social, el trabajo... Hoy se cumple un mes de la llegada del COVID-19 al país, una pandemia que probablemente nos acompañe por un largo tiempo y cuyas implicancias aún están dilucidándose.
Ya desde un comienzo, impactó. Porque determinó que se suspendiera algo que jamás imaginamos se suspendería en el país de la pelota: el jueves 12 de marzo se anunció que las fechas del campeonato nacional de fútbol -a tres de haber comenzado- empezarían a jugarse sin público, una medida que era el preludio del parate total. Un día después, aquel viernes 13, se declaró la emergencia sanitaria.
Pero vendría un golpe aún más serio a la sociedad: el 14 de marzo se comunicó que las clases, en todos los niveles, se suspenderían. De ahí al cierre de fronteras primero con Argentina (decretado el 16 de marzo), luego con Brasil (una semana después) y finalmente con todo viajero extranjero (el 24 de marzo) no había un gran trecho.
Nada de eso impidió que el virus se instalara: el lunes 16 del mes pasado El País publicaba como nota principal de esta sección que ya había casos autóctonos. Dos días después se anunciaba otra medida que preocupaba.
“Toda la construcción a licencia”, se titulaba la nota publicada el martes 17 en esta sección: “Un acuerdo entre gremiales y sindicato prevé que unos 45.000 trabajadores tomen una licencia especial desde el próximo lunes”, decía el comienzo del artículo, que también tenía una declaración de la ministra de Economía Azucena Arbeleche. “El foco que estamos poniendo es que los motores de la economía no se pueden apagar”, indicaba Arbeleche. Una estrategia que el gobierno quiere mantener en el entendido que esos motores deberán estar más o menos prontos para recuperar lo perdido estas semanas.
Entre tanta información necesaria pero angustiante, el jueves 19 se supo que un equipo de la Universidad de la República y el Instituto Pasteurhabían desarrollado un test para poder diagnosticar el COVID-19. “El país está a tiempo de seguir la estrategia de Corea del Sur: muchos diagnósticos rápidos”, decía entonces el virólogo Rodney Molina.
Un día después se comunicaron las iniciativas de medidas económicas por parte del oficialismo: desde facilitar créditos a diferir cuotas y pago y flexibilizar el mecanismo del seguro de paro, todo para intentar paliar una situación que afectaba a todo el cuerpo social. A esas medidas se le sumaría otra que daría para fuertes discusiones: el 26, el gobierno anunció que rebajaría por tiempo limitado los sueldos más altos de la administración pública, exceptuando a los de Salud Pública. “Fue muy inteligente”, resumió el dirigente del Pit-Cnt Gabriel Molina, en un audio que, como el coronavirus, se propagó muy rápido.
Aún así, todo seguía en el plano de las grandes y distantes decisiones y debates. Cuando el sábado 28 de marzo el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, dio la noticia de la primera víctima mortal de la pandemia, el exministro de la Corte Electoral Rodolfo González Rissotto, la presencia del virus en Uruguay cobró un cariz más trágico y humano.
Pero también surgieron, en esos días, las primeras señales de la solidaridad espontánea de mucha gente. “Pequeñas iniciativas populares se multiplican para sobrellevar la crisis económica y sanitaria”, fue el título de una nota de El País el 30 del mes pasado, con vecinos que fabricaban lavamanos para poner en la calle y la proliferación de ollas populares y reparto de canastas que se esparcen como medidas que buscan aliviar la angustia y las dificultades que el virus trae consigo.
Octavo fallecido y 11 nuevos positivos
“Si nosotros bajamos la guardia, aflojamos el músculo y salimos de casa, esto se dispara”, alertó ayer el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, respecto a las medidas de aislamiento para evitar un mayor avance del COVID-19. Y agregó, en una entrevista en Telemundo: “Estamos ante una pandemia que no sabemos cuánto dura, un enemigo del Uruguay y del mundo que no conocemos demasiado. Hoy no tiene cura por sí misma”.
Anoche, unos minutos después que finalizó la entrevista de Delgado en canal 12, se supo que un hombre de 69 años se convirtió en el octavo fallecido en Uruguay a causa de coronavirus. Estaba internado en cuidados intensivos en Montevideo desde el 28 de marzo y padecía patologías previas.
Ayer, según informó el Sistema Nacional de Emergencias (Sinae), se realizaron 660 exámenes y 11 tuvieron resultado positivo. Se mantiene así una baja tasa de positivos sobre el total de test realizados.
La cantidad de personas afectadas desde la llegada de la enfermedad es de 480. Hoy hay 241 personas con infección en curso y 231 ya se recuperaron. Delgado dijo que el país se enfrenta a un desafío más en las próximas semanas: la llegada del frío. “Aparecen las enfermedades estacionales que solapan con el coronavirus. Empezamos a tener otros factores de riesgos”, indicó.
El “factor Carmela” en el contagio
La notoriedad adquirida por la empresaria de indumentaria Carmela Hontou -quien regresó de un viaje a Italia y España y contagió a varias personas en un casamiento, se dio gracias a dos plataformas de comunicación Whatsapp y Twitter. Durante unos días de marzo volvieron al centro del debate los límites en el derecho a (cierta) privacidad, el clima de “linchamiento social” y el tono para informar sobre algo que puede afectar muchos más allá del círculo social de la protagonista.
“Efecto colateral” violento
“Efectos colaterales del confinamiento”. Así se expresó el presidente en una conferencia de prensa el 23 de marzo, cuando le preguntaron sobre la ola de asesinatos de género que se dio a fines del mes pasado: El País, el domingo 22 de marzo, informaba que hasta esa fecha iban ocho asesinatos, del cuales la mitad eran femicidios. El presidente también dijo: “El bien tutelado siempre es la vida, lamentablemente la vida no se nos va solo de una manera, se nos va de varias”.
Solidaridad también en alta mar
Muchos australianos y neocelandeces asociarán el nombre del crucero “Greg Mortimer” y “Uruguay” por un tiempo. Anteayer, luego de casi dos semanas, partieron hacia Australia los 110 pasajeros del crucero turístico que no pudo llegar al puerto de Montevideo porque ya había contagio entre los viajantes. “Tarea cumplida”, afirmó el canciller Ernesto Talvi en Twitter, también anteayer. Algunos de los que retornaron a Australia se despidieron de Uruguay besando su suelo antes de subirse al avión que los llevaría a casa.