O Globo/GDA
Ansiosa por perder algunos kilos rápidamente, la empresaria inglesa Kerry Boland, de 34 años, recurrió -sin recomendación médica- a una inyección de adelgazamiento de un mes de duración, que la dejó hospitalizada con sospecha de pancreatitis aguda.
Los medicamentos comprados por Karry, de la familia de la semaglutida y de la liraglutida, costaron cerca de US$ 190 (unos $7.300 uruguayos) y fueron recomendados por una especialista en belleza, que también es enfermera, según el periódico inglés Daily Mail.
"Yo no estaba feliz con mi cuerpo y quería una solución rápida. Trabajo mucho y soy una madre ocupada, no quería ir al gimnasio. Yo había visto a otras personas obtener buenos resultados y pensé: 'Bueno, si funciona para ellas, ¿por qué no para mí?'", contó la empresaria.
Aplicación de un medicamento para adelgazar
Las primeras sensaciones con la aplicación del medicamento ya mostraron a Kerry que debía parar con el procedimiento, pero ella contó que estaba enfocada en hacer un ensayo fotográfico para su emprendimiento, como coach en el área de negocios.
"Dos horas después de tomarlo, estaba desmayada. Fui a casa de mi hermana a visitarla, pero no podía salir del sofá. No podía levantar la cabeza, parecía que tenía una piedra en el hombro y tenía fuertes dolores de cabeza", recuerda.
"Cuando lo pienso, es una locura, pero ese fue el capítulo de mi vida en el que estuve". En los dos días siguientes, Kerry, de 1,70 m, quedó postrada en "agonía absoluta", con calambres estomacales extremos y no pudo comer más que un pedazo de banana, dejándola muy débil.
"Estaba doblada, era como si alguien me estuviera pateando en el estómago y yo tenía diarrea constante. Caminaba como el jorobado de Notre Dame porque no podía pararme. Un amigo dijo: 'Tienes que seguir comiendo', pero eso solo me hizo sentir peor. Comía un pedazo de banana a la vez y me tomaba horas. Estuve despierta toda la noche, cada hora en el baño".
Dos días después de inyectarse el medicamento, Kerry se desmayó en el baño y fue despertada por la hija de 8 años, que pidió ayuda al padrastro para socorrer a la madre. "Estuve inconsciente durante unos minutos y recuerdo a mi hija llamándome afligida y diciendo: 'Mamá, ¿estás bien?' Creo que no estuve desmayada por mucho tiempo, estaba muy débil. Ella gritó por mi compañero y él me llevó al hospital. Estuve con suero durante 15 horas", recuerda la empresaria.
Ahora, Boland teme que pueda haber causado daños permanentes a sus órganos y comparte su terrible experiencia para alertar a otros contra la utilización de productos de "solución rápida".