Cuatro de cada 10 residentes médicos trabajan 55 horas semanales o más solo dentro de su formación para ser especialistas, según una encuesta del Colegio Médico del Uruguay (CMU) y la Unidad de Salud Ocupacional de la Facultad de Medicina (Universidad de la República), realizada este año a residentes médicos, doctores que perciben unos $ 36.000 líquidos por mes; y a los posgrados.
Además de la sobrecarga horaria que deben asumir para ser especialistas, sin contar con otros trabajos que la mayoría toma, 71,6% de los encuestados manifestó malestar general con respecto a su estado de salud. Al 56,4% le diagnosticaron enfermedades psíquicas en los últimos dos años, y 20,7% tiene síndrome de burn out, de agotamiento mental.
En tanto, 58,6% de los médicos residentes percibe violencia en el ejercicio de su residencia y casi la mitad (46,8%) en los posgrados. En ambos casos, coincide que la violencia que más se registra es la psíquica. Además, uno de cada tres residentes percibe violencia por parte de sus superiores y uno de cuatro posgrados de sus docentes. Mientras que un tercio, respectivamente, percibe la violencia en forma semanal o mensual.
El presidente del Sindicato Médico del Uruguay (SMU), José Minarrieta, dijo el pasado jueves en la presentación de esta encuesta que los números son “bastante shockeantes”, pero que “no hay sorpresa en el territorio” porque “se sabe que esto sucede”, y es una “realidad compleja”.
La expresión de que la actual es una "generación de cristal”, dijo, supone “la excusa” de personas de su generación para “banalizar lo que sufren colegas de generaciones más chicas”. Minarrieta subrayó que hay un “tema cultural”, a cambiar, ante conceptos “arraigados” de otras generaciones, como “si yo lo sufrí, que lo sufran ellos”, o “así se hacen hombrecitos, trabajando de noche” y que “sufriendo es como se aprende”.
Minarrieta planteó “aislar” la situación que viven los residentes del resto para enfocarse en “cómo cambiarla". El SMU, consideró, “debería priorizar en esta etapa las mejoras salariales para los médicos más jóvenes y más postergados”. Y enfatizó: “No podemos pretender que por menos de $ 40.000 en la mano las personas se dediquen solo a ese trabajo”, en alusión al multiempleo generalizado, y naturalizado.
“La residencia es nuestra mejor herramienta para formar especialistas, pero eso no puede convalidar todas las cosas negativas que estamos viendo”, resaltó, a su turno, el decano de la Facultad de Medicina, Arturo Briva, en el mismo evento.
Esta encuesta fue respondida entre mayo y agosto por 343 residentes, el 32,9% de los 1.042 activos en Uruguay, quienes trabajan sobre todo en el sector público (ASSE, hospitales de Clínicas, Policial y Militar), pero también en mutualistas, que perciben una remuneración por hacer su posgrado luego de recibirse de médicos generales, tras acceder a un cupo si logran buen puntaje en la prueba única de residencias (PUR), anual, aplicada desde 2023. También participaron en este relevamiento 111 posgrados.
De un total de 454 respuestas, participaron médicos de entre 25 y 30 años (300), que cursan su primer año de residencia (172), que suele extenderse tres años, aunque especialidades como cirugía general son cinco años. Respondieron sobre todo quienes trabajan en Pediatría, Anestesiología y Medicina Interna, como informó La Diaria.
Un tercio de los residentes indicó tener otro empleo además del posgrado pago, mientras que casi otro tercio afirmó contar con dos trabajos más. Un 60% dijo tener un día libre a la semana y el 21% ninguno.
La mediana de trabajo por fuera de la residencia son 20 horas semanales. Por ejemplo, en ASSE, la residencia es de 48 horas semanales. Y esto no incluye horas extra no pagas en ciertas especialidades, tal como coincidieron fuentes médicas a El País. Tanto entre los residentes como en posgrados, 61% indicó ser el principal sostén del hogar, y un 27% que tiene personas a cargo.
“Es como un sufrimiento que hay que pasar”
Un médico residente de cirugía general del sector público señaló a El País que trabaja “de domingo a domingo”. No tiene días libres, algo que se mantiene en los cinco años, en el ámbito, en el sector público y privado, dijo en línea con otras fuentes médicas. Si bien debería trabajar poco más de 40 horas semanales, en promedio son entre 60 y 70, y llega a las 80 a veces.
Si bien se puede fijar una guardia de 24 horas, cuando esta termina “no te vas a tu casa”, dijo, sino van a otro trabajo. “A veces, incluso, salís de estar 24 horas sin dormir, tenés una cirugía de mañana y tenés que ir a operar”, contó. Consultado sobre el régimen, respondió: “Esto siempre se supo y nunca se hizo nada. Es como un sufrimiento que hay que pasar”.
El sacrificio no solo es con las prácticas, con exámenes teóricos y hasta tesis, sino económico, que se extiende a todas las especializaciones. Para llegar a ser cirujano, este joven resolvió ganar durante años una cuarta parte de su sueldo como médico general. “Yo sé que hay gente que vive con $ 36.000, pero somos médicos...”, lamentó.
En tanto, quienes no tienen este régimen de residencia, que varía por especialidad, deben asumir más trabajo extra, llegando a una carga horaria similar para tener un sueldo digno. “Con unos $ 30.000 no podés vivir. Pagás un alquiler y no comés más. Es imposible”, graficó a El País una residente de medicina intensiva del sector privado.
La doctora que busca ser intensivista tiene guardias por 36 horas semanales, que “siempre son más”, llegando a “cuarenta y algo”; con día libre incluido, como en otras especialidades. Lo cierto es que su trabajo implica unas 80 horas semanales porque además trabaja como medica general en una emergencia.
“Uno cuando elige sabe que las condiciones son lamentables. Las exigencias y el ambiente son duros”, dijo sobre una situación que incluye un estigma. “Todo el tiempo nos están diciendo lo de las generaciones nuevas, que tenemos menos aguante”, añadió.