A pocos días de finalizar 2024, loscasos de dengue en América ascienden a casi 12,7 millones, un aumento del 175,73% en comparación con 2023, según datos de la OMS y la OPS. Aunque la tendencia ascendente comenzó en 2021, nunca antes había alcanzado niveles tan altos. Las muertes también han aumentado de manera alarmante: de 437 en 2021 a 7.713 en 2024.
Uruguay no estuvo exento de la crisis, registrando 702 casos autóctonos, 410 importados y cinco fallecimientos por esta enfermedad transmitida por el mosquito Aedes aegypti, también vector de la fiebre amarilla, la chikungunya y el zika.
“Es probable que haya nuevos brotes grandes, quizás no al inicio del verano, pero sí hacia febrero y marzo”, advirtió a El País Zaida Arteta, profesora agregada de Enfermedades Infecciosas de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República (Udelar).
Según la experta, los principales focos de atención deben seguir siendo Paysandú y Salto, además de los turistas que viajen a Brasil. Asimismo, subrayó la necesidad de reforzar el primer nivel de atención en todo el país para mejorar la identificación de pacientes infectados, separándolos por grupos y aplicando metodología diferente.
En este contexto, la semana pasada diversos especialistas presentaron una guía para el abordaje del dengue en una actividad organizada por el Consejo Regional Montevideo del Colegio Médico. La guía, ya aprobada por el Ministerio de Salud Pública (MSP) y de próxima difusión, ofrece recomendaciones para el personal de salud. “Lo más importante es pensar en dengue al momento del diagnóstico. Tanto los médicos como la población deben sospechar de la enfermedad”, señaló Arteta a El País.
“Hay que sospechar”
Con análisis de la variabilidad climática de los últimos años —incluyendo inviernos más cortos— y considerando que la reemergencia del dengue es un fenómeno cíclico que ocurre cada tres a cinco años, algunos expertos habían estimado que los primeros casos autóctonos de dengue aparecerían a fines de marzo de 2024. Sin embargo, estos se adelantaron y surgieron a finales de febrero debido a condiciones climáticas más favorables para la proliferación del Aedes aegypti. Tradicionalmente, abril —coincidiendo con el inicio del otoño— era el mes con el mayor pico de contagios.
No obstante, anticipándose al 2025, Arteta ya proyecta que el pico de casos podría darse entre febrero y marzo, aunque no descarta la posibilidad de registros en enero, por lo que es fundamental la pronta divulgación de la guía.
“Cada prestador tiene armado un plan de contingencia, pero el sistema de salud, en general, debe dar una respuesta adecuada para aquellos casos que pueden llegar a ser graves o para personas con patologías de base. Lo más importante en este momento es que estemos todos preparados y que los médicos que vayan a ver pacientes a domicilio o los vean en los hospitales piensen que los cuadros febriles pueden ser dengue u otras enfermedades transmitidas por mosquitos”, explicó.
Elaborada este año por profesionales del Departamento de Medicina Familiar y Comunitaria de Cenur Litoral Norte (Udelar), y basada en la experiencia del verano anterior y en el análisis de casos clínicos, la guía busca unificar criterios y suplir las “opiniones dispares sobre cómo proceder” ante las infecciones, según explicó la profesora agregada Diana Domenech durante el taller Manejo práctico del dengue. Su objetivo principal es garantizar su aplicación a nivel nacional.
La guía categoriza a los pacientes en tres grupos —A: dengue sin signos de alarma, sin comorbilidad ni condiciones asociadas; B1: dengue sin signos de alarma, con comorbilidad y/o condiciones asociadas; B2: dengue con signos de alarma— y detalla cómo actuar ante una nueva fase intermedia entre el cuadro febril inicial y la etapa crítica. Su objetivo es facilitar la identificación temprana de síntomas de alarma que puedan anticipar un cuadro grave, algo esencial considerando que el 80% de los casos son asintomáticos.
“Hay cuestiones sutiles que son importantes en el primer nivel de atención y que indican gravedad. Por ejemplo, ¿el paciente no orina hace más de seis horas? Síntoma de gravedad. ¿Toma líquidos pero sigue teniendo sed? Síntoma de gravedad”, explicó Domenech.
En esta etapa, se debe derivar al paciente al segundo nivel de atención cuando ocurre la "defervescencia", es decir, la transición de la fase febril a la afebril, que marca el inicio de la fase crítica. Esto suele suceder entre los días tres y siete de la enfermedad y va acompañado de síntomas como dolor abdominal intenso y progresivo, vómitos persistentes, acumulación de líquidos, entre otros. “Hay que centrarse en saber cómo ocurre la defervescencia”, enfatizó Domenech.
Para anticiparse a posibles complicaciones, la guía establece que el hemograma sea utilizado como herramienta de evaluación general en la primera consulta y se repita al inicio de esta transición. “Hay que saber leerlo e interpretarlo”, subrayó. Por ejemplo, si el análisis muestra leucopenia (bajo número de leucocitos en sangre), “indica la presencia de una infección viral” y, por ende, “aumenta la probabilidad de un diagnóstico de dengue”. Si evidencia plaquetopenia (disminución del número de plaquetas), esto es “una característica del dengue, aunque su ausencia no descarta la enfermedad”. Por último, una alteración en la proporción de glóbulos rojos se considera “un indicador de alarma muy concreto y sensible”.
Para los pacientes del grupo A, se recomienda un seguimiento diario a través de llamadas telefónicas o telemedicina, complementado con consultas presenciales a partir de la defervescencia o ante la aparición de criterios de alarma. El grupo B1 incluye a embarazadas, menores de 1 año, personas en condiciones sociales de riesgo, y pacientes con coagulopatías, hepatopatías o enfermedad renal crónica. En estos casos, se recomienda la derivación directa al segundo nivel de atención, sin manejo domiciliario. Por su parte, la guía establece que los pacientes del grupo B2 deben ser trasladados para recibir hidratación intravenosa.
Arteta señaló: “Muchas veces, la persona tiene fiebre y, como el dengue no era muy frecuente en Uruguay, asume que se trata de gripe u otro cuadro febril. Lo mismo ocurre con los médicos. Lo primero es considerar la posibilidad de dengue y solicitar los estudios necesarios para confirmarlo o descartarlo. Es decir, hay que sospechar”.
Además, recomendó que quienes viajen a Brasil durante el verano utilicen repelente y, en caso de fiebre, consulten de inmediato para evitar una mayor propagación del virus.