LA MARCHA DE LA PANDEMIA
Hubo 30.000 muertos por COVID-19 y 2,5 millones de casos en la última semana. La mayoría son por la variante Delta.
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Uruguay, al igual que el resto de los países de la región, tuvo la oportunidad de vivir la parte inicial de la pandemiacon el diario del lunes a la vista. Lo que empezó a pasar aquí en marzo de 2020 ya había pasado hacía mucho en Italia, España y Francia, que para ese momento estaban viviendo una situación catastrófica. La película de lo que iba a pasar se conocía, y a partir de ella se empezaron a tomar las primeras medidas.
El colapso total de camas de CTI y del resto de los servicios de salud no llegó a suceder nunca, entre otras cosas, gracias a la ventaja con la que corrió Uruguay: el tiempo. En lo que va de noviembre, la película adelantada parece traer una de sus peores escenas y el escenario sanitario europeo es, actualmente, comparable con el que hubo antes de que existiera la vacuna contra el COVID-19.
Con más de 2,5 millones de casos y cerca de 30.000 muertos registrados en la última semana, Europa es la región del mundo más afectada por la pandemia. ¿Cómo se explica esto? Y lo más importante: ¿Es posible que pase algo similar en Uruguay?
Los expertos están de acuerdo en que, en el corto plazo, ya no es trasladable la situación europea a la uruguaya, aunque sí podría serlo a la del resto de la región.
Cobertura.
El primer motivo que rompe con el paralelismo es la cobertura de vacunación. Países como Bulgaria o Rumania tienen menos del 50% de su población sin las dosis iniciales contra el COVID-19, mientras que, en Uruguay, casi el 80% de la población recibió, por lo menos, la primera dosis de la vacuna.
“En este momento, la cobertura vacunal de nuestro país es superior a la de la mayoría de los países europeos, se ha vacunado a población adolescente (de 12 a 18 años), y se está planificando la vacunación de menores en la franja de cinco a 11, que son un importante engranaje para la transmisión viral”, explicó a El País el catedrático de inmunología, Gualberto González.
Además de la buena cobertura, Uruguay mantiene desde hace varios meses el modelo de testeo, rastreo y aislamiento (tetris, por sus siglas en inglés), algo que potencia la capacidad de controlar la cantidad de casos positivos diarios. Esto sumado a la buena cobertura de vacunación, según explicó a El País el virólogo Santiago Mirazo, “hace que el riesgo de la aparición de brotes grandes u olas no parezca muy probable en el corto plazo”.
Mirazo sostuvo: “Los no vacunados siempre juegan un rol importante en las epidemias y, sobre todo, en la fase que estamos atravesando ahora porque las olas suelen empezar gracias a quienes decidieron no vacunarse”.
Medidas.
En segundo lugar, según los científicos locales, se ubica la permanencia de medidas no farmacológicas. “En Europa, varios países decidieron levantar las medidas de control no farmacológico de la pandemia (tapabocas, distanciamiento social y aforos) apostando al grado de inmunidad de la población resultante de la vacunación con dos dosis y a la inmunidad natural por infecciones previas. Pero, en algunos casos la cobertura no era suficientemente alta, habían tenido relativamente pocos casos de infecciones por lo que la inmunidad natural tampoco era muy extensa y, además, estaba en marcha el proceso de caída de anticuerpos”, dijo González.
En Uruguay, las medidas no farmacológicas no llegaron a terminarse del todo. El Ministerio de Salud Pública (MSP) comunicó que los tapabocas ya no eran necesarios en espacios abiertos hace dos meses, cuando los casos nuevos no pasaban los 200 diarios, pero en el caso de espacios cerrados como locales comerciales u oficinas estatales, siguen siendo obligatorios y no hay intenciones de que esto cambie.
De todas maneras, los aforos en las fiestas realizadas en salones autorizados aumentaron y, en el caso de que todos los invitados cuenten con el esquema inicial de vacunación, el baile está autorizado y el aforo puede ser de hasta 800 personas.
Estacionalidad.
Según la matemática y exintegrante del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), María Inés Fariello, aunque aún no hay estudios que comprueben que el COVID-19 es un virus estacional, como sucede con la gripe, sí es cierto que ahora el clima “parecería estar teniendo un rol más importante de lo que se creía antes”. Esto, según Fariello, se explica a partir de que con la llegada del invierno, tal como sucede ahora en Europa, “aumentan las actividades en lugares cerrados y en general la ventilación de los ambientes es peor”.
Anticuerpos y refuerzo.
Por último, la disminución natural de la inmunidad que traen las vacunas y la necesidad de una tercera dosis de refuerzo es un punto en el que hay unanimidad entre los científicos. Uruguay comenzó a aplicar terceras dosis en setiembre, mientras que son pocos los países europeos que administraron dosis de refuerzo antes de octubre y, además, la mayoría lo hicieron para grupos etarios específicos.
“Es muy importante que en Uruguay se vengan aplicando las dosis de refuerzo. porque estas aumentan los niveles de inmunidad a valores muy por encima de los generados con las dos iniciales, y por lo que sabemos de otras vacunas, podría dar lugar a una protección más duradera”, sostuvo González. Y agregó: “La mejor manera de evitar que se replique lo que sucede en Europa es disminuyendo el número de personas no vacunadas y dándonos la tercera dosis”.
Por su parte, Mirazo subrayó que “conforme baje la inmunidad y no aumentemos cobertura, el riesgo de una ola está”. Además, el virólogo llamó a “no sorprendernos” de que exista la revacunación, tantas veces como sea necesario, contra el COVID-19.
Alemania: el peor de la clase
“Probablemente, al final de este invierno, prácticamente todos en Alemania, como se ha dicho ya de manera cínica, estarán vacunados, sanados o muertos", dijo este lunes el ministro de salud alemán, Jens Spahn. "Estamos ante una situación altamente dramática. Lo que está en vigor ahora, no es suficiente", advirtió por su parte la canciller Ángela Merkel esta semana en una reunión interna de su partido.