Expertos sostienen que el fin del testeo masivo de covid-19 podría emerger de las aguas residuales

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Personal de la salud haciendo un hisopado. Foto: Leonardo Mainé.
Laboratorio ATGen, en LATU, personas se realizan test en el auto, DRIVE-THRU, pacientes se somete al examen dentro de su auto para saber si tiene coronavirus, pandemia declarada por OMS, foto Leonardo Maine, Archivo El Pais, nd 20200407
Leonardo Maine/Archivo El Pais

CORONAVIRUS

Los científicos coinciden en que “están las herramientas para un cambio de estrategia" a la hora de detectar los casos de coronavirus.

En las cañerías y las cloacas circula una de las claves para el manejo de la post-pandemia del covid-19. Incluso podría esconderse allí una de las soluciones para acabar con el testeo masivo en busca del coronavirus. Porque en las aguas residuales los científicos están encontrando más respuestas de las imaginables: la fecha en la que ingresa cada nueva variante viral, la circulación comunitaria del virus, el sub-diagnóstico de los infectados y hasta curiosas mutaciones que jamás fueron halladas en las pruebas biológicas con humanos.

La bioestadística Natalie Dean, de la universidad de Emory en Atlanta, Georgia, publicó esta semana una reflexión en la revista científica Nature en la que vaticina que los testeos aleatorios de la población -con una muestra representativa como se hacen las encuestas de opinión pública- y la búsqueda de trazas del coronavirus en las aguas residuales serán, de aquí a poco tiempo, la manera más eficiente para seguir a los contagios que haya de covid-19.

El virólogo uruguayo Santiago Mirazo y otros de sus colegas de la Universidad de la República (Udelar) están pensando en esa misma dirección. Por eso, en los laboratorios del Instituto Clemente Estable y de Facultad de Ciencias tienen frascos con aguas servidas de Salto, Montevideo, Rivera y Cerro Largo a efectos de develar en qué fecha exacta ingresó ómicron a Uruguay.

Los datos clínicos, esos que surgen de los hisopados a los infectados, indican que el primer paciente con ómicron en Uruguay fue hallado el 14 de diciembre. Pero el equipo interdisciplinario de la Udelar -en el que intervienen expertos de Ingeniería, Ciencias, Medicina, la intendencia capitalina y la OSE- tiene la sospecha de que la introducción de esta variante puede haberse dado incluso antes. Y la manera de comprobarlo sería a raíz de los fragmentos del virus que quedan circulando en las cloacas, carecen de capacidad infectiva, pero conservan más información de la que se imagina.

Según la secuenciación de los genomas que hace el Grupo de Trabajo Interinstitucional (GTI) en Vigilancia de SARS-CoV-2, ómicron fue capaz de convertirse en la monarca absoluta de las variantes en menos de un mes. En la última medición, a la que accedió El País, el 93% de las muestras de pacientes era de ómicron y el resto de delta (lo último más bien concentrado en hospitales de Montevideo donde delta todavía da pelea).

Eso refleja una particularidad de la marcha epidemiológica uruguaya que “se está pudiendo constatar en las muestras de las aguas residuales que se han recogido desde 2020: en Uruguay no se encontraron linajes perdidos, sino que una variante desplaza a la otra como en oleadas y a gran velocidad”, explicó el virólogo Mirazo. Las primeras variantes cedieron ante p1, luego se impuso delta y ahora ómicron.

Las aguas que circulan en las cloacas de Nueva York demuestran que no en todo el mundo ha pasado lo mismo. Porque los científicos habían encontrado allí, hace más de un año, trazas de una variante del coronavirus que jamás se había detectado en los hisopados con humanos. Esos “linajes perdidos”, como les llaman, siguieron apareciendo y demostraron que hubo variantes que nunca salieron a la luz por los estudios clínicos.

La científica uruguaya Mónica Trujillo, radicada en Estados Unidos, es una de las responsables de este proyecto investigativo. “Realmente nos costó entender qué era lo que teníamos”, dijo Trujillo al periódico The New York Times. “Lo que podemos decir es que no hemos encontrado los linajes crípticos en las bases de datos humanas, y hemos buscado por todas partes”.

En Uruguay no se encontraron aún esos linajes perdidos o crípticos, pero se siguen buscando. Porque la ONG que administra la donación privada que financia el proyecto en Estados Unidos, National Center for Science and Civic Engagement, le encomendó a Trujillo y su equipo que extienda la investigación al hemisferio sur. Así es que el equipo de la Udelar y sus pares del norte avanzan en las nuevas pesquisas y, según adelantó Mirazo, “en menos de un mes se espera tener los primeros resultados de la fecha en la que ya circulaba ómicron en el país”.

Para esta etapa del proyecto los científicos uruguayos cuentan con muestras a partir de noviembre de 2021.

Estrategia.

Las autoridades del Ministerio de Salud Pública ya están en conocimiento del proyecto, y algunos científicos uruguayos entienden que “para los tomadores de decisión esta investigación podría ser relevante para redirigir la estrategia”, puntualizó el virólogo uruguayo Mirazo.

“En el corto plazo podría pensarse en una estrategia que sea más eficiente en una relación de costo-beneficio haciendo un estricto seguimiento epidemiológico a través de las aguas residuales”, agregó.

El cambio en los criterios de testeo que fijó el MSP en enero hace que muchos de los posibles casos positivos pasen debajo del radar, en especial los asintomáticos. Eso se suma a un subdiagnóstico previo a escala planetaria. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (más conocidos por su sigla en inglés CDC) estimaron en setiembre que solo se informaban la cuarta parte de los infectados con el coronavirus en ese país. En África, agrega la bioestadística Dean, el promedio está más cerca a uno de cada seis.

“¿Quién puede conducir mirando sólo por el espejo retrovisor?”, es la pregunta retórica que se hace Dean en el artículo de la revista Nature. Y responde: “Más de dos años después del comienzo de la pandemia está claro que el virus SARS-CoV-2 seguirá circulando durante mucho tiempo. Millones de personas se infectan a diario y existe la amenaza de nuevas variantes. Invertir en un muestreo aleatorio (combinándolo con pesquisas en las aguas residuales) puede preparar mejor a los gobiernos para el futuro. (Incluso) se puede utilizar un único marco de muestreo para múltiples patógenos, como la influenza y otros virus respiratorios. ¡Sí, el muestreo aleatorio costará, pero la mala información también es costosa!”.

El bioinformático Hugo Naya integró el equipo de “muestreo y análisis estadístico” del grupo de científicos que asesoraron al gobierno uruguayo (GACH). Si bien dejó de investigar sobre el covid-19, dada su expertis coincide en que “están las herramientas para un cambio de estrategia... no es ciencia ficción”. Pero aclara que “con el esfuerzo de pequeñas instituciones no se llega al resultado (idóneo), sino que se necesita una estrategia que sea política pública y masiva”.

Ómicron ya sustituye a delta en los CTI
Paciente COVID-19 positivo en CTI. Foto: Francisco Flores.

Ómicron está sustituyendo a la variante delta más rápido de lo imaginado por los científicos. Incluso más rápido que lo observado en Estados Unidos. Porque en las unidades de cuidados intensivos, en donde delta suele fortalecerse dada su capacidad de replicarse más en los pulmones y agravar la enfermedad, la sustitución de una variante por otra parece un hecho.

Cuando los científicos locales secuenciaron el genoma del virus de todos los pacientes que ingresaron en enero al Hospital Español, el centro de referencia para covid-19 en Uruguay, observaron que -como informó El Observador- el 76% de las muestran presentaban la variante ómicron y el restante 24% era delta.

En los primeros ocho días de febrero se analizaron nueve muestras más, de las cuales ocho fueron ómicron y una sola fue delta. Así lo reflejan los datos que surgen del proyecto de colaboración entre el laboratorio de Virología Molecular de la Facultad de Ciencias, el laboratorio de Evolución Experimental de Virus del Institut Pasteur y el Hospital Español.

Según el virólogo Gonzalo Moratorio, uno de los investigadores en este proyecto, “lo que se muestra claramente es que en el CTI se observa la misma dinámica observada en la población en general: el desplazamiento de delta por ómicron”.

En este sentido, el virólogo sostiene que los uruguayos “no padecimos a delta” como sí lo padeció el resto del mundo. “El hecho de haber tenido un escudo de protección por el impulso de la tercera dosis y la cercanía entre la fecha que la mayor cantidad de gente se inoculó con la segunda dosis y el arribo de delta, hizo que esa variante ni nos moviera, ni nos enteráramos”.

Entre los pacientes del Hospital Español que fallecieron en el último mes, los investigadores encontraron casos de delta y de ómicron. Pero según Moratorio, hay “diferencias significativas en las chances de morirse según los estatus vacunales: cuando entran jóvenes al CTI por lo general no estaban vacunados”.

La otra determinante es entre quienes murieron con covid-19 y por covid-19. “Hay casos de pacientes con cánceres muy avanzados, con terapias muy agresivas o que entran al CTI por otra causa y en el examen de ingreso resulta positivo a covid... en esos casos es importante distinguir entre las muertes por y con covid”.

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