PARLAMENTO
Henry Cohen expresó que “los efectos poscovid constituyen un síndrome que agrupa dolores de cabeza tipo migraña, fatiga, falta de fuerza, depresión psíquica, síntomas sensoriales e insomnio”.
En su comparecencia ante el Parlamento, el coordinador de Salud del GACH, Henry Cohen, expresó que “los efectos poscovid constituyen un síndrome que agrupa, por ejemplo, dolores de cabeza tipo migraña, fatiga, falta de fuerza, depresión psíquica, síntomas sensoriales e insomnio”.
La consecuencia más conocida, en ese sentido, es la llamada “neumonitis crónica poscovid (que incluye un déficit funcional pulmonar)”, pero también se observan casos de “fibrosis pulmonar que se vincula a alteraciones trombóticas”.
Daniel Augustower, es un ejemplo en este sentido. El hombre relató meses atrás a El País que contrajo el virus en marzo del año pasado y la enfermedad lo golpeó con fuerza: estuvo dos meses internado en CTI conectado a un respirador. Pero casi un año después sus pulmones ya no funcionan como antes, y sus riñones se deterioraron de forma irreversible.
En el mundo médicos sostienen que el síndrome post-COVID puede durar semanas o meses y en algunos casos termina convirtiendo en una secuela de por vida. La revista médica británica The Lancet publicó un estudio que analiza los efectos a largo plazo en enfermos ingresados en el hospital Jinyintan de Wuhan. El 76% de un total de 1.733 pacientes, que recibieron el alta médica entre enero y mayo de 2020, aún acarreaba algún efecto de la enfermedad medio año después, entre junio y septiembre. El síntoma más frecuente fue la fatiga o la debilidad muscular, detectada en un 63% de los enfermos.
Como si fuera poco, la caída de los tamizajes para enfermedades crónicas no transmisibles y la suspensión temporal de entre 45.000 y 50.000 cirugías coordinadas, hacen que, según Cohen, “el impacto a mediano y largo plazo de la demora y no asistencia de patologías no Covid empieza a visualizarse en forma significativa”.
El médico dijo: “El rango de complicaciones vinculadas a la disminución de la consulta médica va desde el aumento de miopía en niños durante la cuarentena por el uso prolongado de la pantalla de la computadora, complicaciones en el manejo de la diabetes tipo 1 en niños y adultos, y complicaciones cardiovasculares severas no habituales por la tardanza en realizar la consulta, hasta atrasos en pacientes oncológicos y también en los programas de diagnóstico precoz de diferentes enfermedades”.
El otorrino Hamlet Suárez, que coordina el equipo de especialistas del GACH, advirtió días atrás a El País que Uruguay está padeciendo “aquello que ya estaba ocurriendo en el hemisferio norte”, pero, “está a tiempo de corregir y estimular la concurrencia a las consultas médicas”. De lo contrario, explica Suárez, se corre el riesgo de un “efecto boomerang”: los cánceres y problemas cardiológicos se detectan en forma tardía, aumenta la carga en cuidados intensivos (que es lo que se quería evitar), crece la morbimortalidad y el “remedio” termina siendo más caro que la enfermedad (incluso en dinero).