PANDEMIA
ASSE defiende uso de plasma convaleciente para amortiguar el impacto del virus y advierte buenos resultados.
Parece que pasó mucho tiempo, pero hace apenas algunos meses la situación sanitaria de Uruguay se vio verdaderamente comprometida a causa del COVID-19. Camas de CTI al borde del colapso, récord de fallecidos diarios que se superaba de forma semanal y un rastreo de los casos literalmente imposible de mantener. En ese momento de caos, diferentes representantes de la salud se basaron en evidencia internacional y llevaron adelante una estrategia para amortiguar el impacto del virus que hace pocos días fue desaconsejada por la Organización Mundial de la Salud (OMS): el uso de plasma convaleciente.
El trabajo en Uruguay con respecto al uso de plasma rico en anticuerpos se dividió en dos. En una primera instancia hubo un “tratamiento compasivo” en donde se administraron muestras extraídas de pacientes que ya habían transitado el virus a aquellos que se encontraban internados en CTI. “Eso tuvo muy poco resultado y más que nada fueron casos anecdóticos”, dijo a El País el gerente general de ASSE, Eduardo Henderson.
La segunda parte comenzó a partir de que los científicos del Instituto Pasteur, la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, el Ministerio de Salud Pública (MSP), la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) y el Servicio Nacional de Sangre decidieron cambiar la estrategia. Allí se trabajó administrando el plasma a pacientes con comorbilidades severas y mayores de 65 años que estuvieran cursando las primeras 72 horas de la infección por el virus.
En esa segunda estrategia, se administró plasma rico en anticuerpos de COVID-19 a un total de 357 pacientes. De estos, 320 no tuvieron ninguna complicación y transitaron la enfermedad de manera leve, lo que significa un 89% del total. Del resto, hubo un 10% que falleció y otro pequeño que padeció el COVID-19 grave. “Es evidente que fue un tratamiento sumamente eficiente en la medida de que todos esos pacientes eran susceptibles a morir o enfermarse gravemente del virus”, explicó Henderson al respecto de los resultados obtenidos.
La sorpresa para los científicos uruguayos ocurrió esta semana, precisamente el 7 de diciembre, cuando la OMS emitió un comunicado desaconsejando la utilización de plasma convaleciente de forma preventiva en pacientes con comorbilidades o mayores de edad, tal como lo hizo Uruguay.
“El plasma convaleciente no debería ser utilizado para tratar a pacientes COVID que aún no transitan la enfermedad de forma grave. No mejora las chances de sobrevivir ni tampoco reduce la necesidad de respiración mecánica en estos, mientras que podría implicar altos costos para los pacientes”, indica el texto publicado por la OMS.
Por su parte, el gerente general de ASSE, uno de los principales promotores del uso de plasma para pacientes infectados que aún no padecen un COVID-19 grave, dijo: “Cuando vimos esto no sabíamos qué hacer y enseguida nos pusimos en contacto con el doctor Arturo Casadevall, uno de los profesionales del Hospital John Hopkins de Estados Unidos más experientes en el tema”.
Ese médico terminó jugando un papel importante para la ciencia local, debido a que los expertos uruguayos decidieron alinearse con su postura y no con la de la OMS. “Nos explicó que es un error no recomendarlo y es cierto que no es la primera vez que la OMS se equivoca”, sostuvo Henderson al respecto. Y agregó: “Vimos los resultados aquí y fueron muy buenos”.
Cantidad de anticuerpos.
A pesar de que aún no hay un consenso a nivel mundial sobre cuál es la cantidad de anticuerpos necesaria para lograr una protección adecuada contra el COVID-19, los científicos que aplicaron el método de plasma convaleciente en Uruguay establecieron que sería necesario tener una concentración de 1.000 anticuerpos por muestra como “parámetro básico”.
“Sacábamos el plasma a los pacientes ya curados y luego este se mandaba a analizar porque variaban las cantidades. Solo usábamos los muy ricos en anticuerpos para asegurar el efecto en la medida de lo posible”, aseguró Henderson.
Ahora, a partir de la dispersión de Ómicron, los expertos están estudiando la efectividad del uso de plasma convaleciente como tratamiento adicional contra la nueva variante del COVID-19.