"Vamos a hacer un poco de luz?", dice la odontóloga Susana Teitelbaum al ingresar al cuarto de Isaac, un niño de 11 años internado en la Fundación Pérez Scremini mientras le realizan quimioterapia. Son las diez de la mañana y el niño está acostado en su cama, envuelto en sábanas blancas hasta el cuello, solamente dejando ver su cabecita sin pelo. Se incorpora y se despereza con timidez. “Dentista, ¿tenés la del cuello?”, le pregunta.
Ella abre su maleta y saca una especie de collarín blanco, setea el nivel de la luz y se lo coloca en el cuello a Isaac. En este caso la luz le sanará esa zona del tracto digestivo, porque el niño tiene aftas y herpes que le provocan mucho dolor al comer. Luego, Susana le pide que abra “bien grande la boca”, y le comienza a pasar el láser por la lengua y la mucosa con otro aparato que llama “la pistola”, debido a la forma que tiene.
Ambos artefactos tienen la misma función, a pesar de que sean para distintas zonas del cuerpo. Irradian luz láser de fotobiomodulación, que es antiinflamatoria, analgésica y biomodeladora celular (oxigena la célula para que se recupere más rápido). La quimioterapia mata las células cancerígenas, pero también mata las defensas y por eso los pacientes con cáncer son más propensos a enfermarse por bacterias y virus, que entre otras cosas hacen que aparezcan aftas, herpes y hongos en la mucosa.
Congreso láser 2023 en Uruguay
Este año Uruguay fue elegido para ser la sede del Congreso de la Sociedad Latinoamericana de Láser Odontológico y Áreas de la Salud. La doctora Susana Teitelbaum fue elegida como presidenta del congreso que se realizará el 28, 29 y 30 de noviembre en el hotel Enjoy de Punta del Este. Se espera que vengan 200 profesionales de América Latina y Europa.
Susana es la única funcionaria médica de la Pérez Scremini a la que los chicos esperan con ansias. Y es que su tratamiento no implica pinchazos, vías o pastillas que los hagan sufrir náuseas. Mientras la odontóloga les pasa el láser a los pacientes -sin tener contacto con la mucosa-, ellos no sienten absolutamente nada, pero los beneficios del tratamiento se notan en muy pocos días.
La doctora sigue su recorrido por los pasillos de la fundación e ingresa al cuarto de Byron, un niño de dos años con leucemia. Está sentado en su cama, mirando dibujos animados y abrazado a un caballo de peluche.
La odontóloga, a la que los pacientes de la Pérez Scremini llaman la doctora de la “luz mágica”, se ofrece a hacerle el tratamiento al caballito y el pequeño asiente animado. Ella, entonces, prende “la pistola”, gradúa la luz e invita al niño a pasársela su peluche. “¡Mirá cómo salta de contento!”, le dice Susana mientras mueve el peluche de abajo hacia arriba. Después le pide que abra la boca y le pasa el mismo aparato al niño. Esta vez se trata de un tratamiento preventivo para evitar que la quimio afecte la mucosa del Byron.
Susana Teitelbaum conoció este tratamiento por primera vez en un congreso odontológico en San Pablo, en 1994, pero fue 19 años después, luego de hacer el curso y pasantías en hospitales oncológicos en Brasil, que compró las máquinas para traer este tratamiento innovador a Uruguay.
Cuando en 2016 el médico pediatra y oncólogo Luis Alberto “Ney” Castillo, que dirige la Fundación Peréz Scremini, se enteró de que una odontóloga estaba haciendo ese tratamiento, la mandó a llamar para pedirle que tratara a sus pacientes. Durante los primeros tres meses en que Teitelbaum recorrió las habitaciones del hospital, el médico iba detrás de ella y le iba preguntando a los niños internados si el tratamiento les estaba dando resultados.
En esos días la dentista vio casos extremos: niños y adolescentes que tenían la boca y garganta muy afectadas por mucositis severas, que estaban llenos de llagas y herpes que no los dejaban hablar ni comer. La doctora dice que ya no se llega a tales extremos, porque en el momento en que los niños comienzan a hacerse la quimioterapia ella les hace tratamientos preventivos que evitan que se llegue a estas situaciones tan complejas.
“Ya tienen sufrimientos suficientes”
Aunque el oncólogo “Ney” Castillo reconoce que este tratamiento para muchos pueda ser algo no tan significativo, porque no contribuye a la cura del cáncer, indica que las situaciones de dolor más fuertes se dan por las afecciones en la mucosa. “Todas las cosas que sean un aporte para mejorar la calidad de vida de los chiquilines es relevante, porque ya tienen sufrimientos suficientes”, dice el médico. El tratamiento lo piden los padres, agrega el doctor. La odontóloga Teitelbaum comenzó utilizando el láser terapéutico en las cavidad bucal y cuello, pero luego se especializó para también poder usar este mismo producto en todo el cuerpo. Uno de los lugares más afectados tras la quimioterapia, además del tracto digestivo, es la cola, vagina, testículos y axilas, sobre todo en los bebés que usan los pañales. “De un día para el otro ves maravillas”, cuenta la especialista. Si bien ella fue la pionera de este tratamiento en nuestro país, trayendo máquinas que en su momento costaban miles de dólares, hoy en día este método ya se ha extendido y la odontóloga da cursos de capacitación a otros profesionales del área.