Miedos y secuelas que dejará la pandemia a pesar del cese de la emergencia sanitaria

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18 de Julio convertida en peatonal. Foto: Leonardo Mainé

COVID-19

Sufrimiento psíquico, problemas de aprendizaje y hasta el temor de dejar de usar el tapaboca.

El sufrimiento psíquico que generó la pandemiano terminó con el cese de la emergencia sanitaria por parte del gobierno. Fueron dos años y 17 días en los que toda la población se vio afectada de manera profunda. Lo vivido va a persistir durante tiempo indefinido y en eso coinciden diversos profesionales.

“En Uruguay, de un día para el otro, se decidió terminar con la emergencia sanitaria. Pero terminó en lo legal. Para la gente es un proceso distinto”, asegura Ricardo Bernardi, psiquiatra y exintegrante del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH). Según Bernardi, lo que ocurrió no fue que “nos hayamos sentido más vulnerables, sino que nos dimos cuenta de que lo somos”.

Menores.

“Hay muchos niños transitando duelos, algunos sin haber tenido contacto con esos familiares antes de sus muertes”, asegura Gabriela Garrido, catedrática de psiquiatría infantil. “La demora y disminución en las redes de apoyo del sistema de salud tuvo un impacto enorme en el acceso a las consultas que repercute y va a repercutir a mediano plazo”, añade.

Garrido destaca un aumento en la cantidad de lesiones autoinflingidas y conductas suicidas, además de la duplicación en las tasas previas de ansiedad y depresión en menores: uno de cada cuatro presenta síntomas graves de depresión y, uno de cada cinco, sintomatología significativa de ansiedad.

Por otro lado, Pablo Cayota, director del Santa Elena, afirmó que en los adolescentes se ve una dificultad en estar sin tapabocas: “A muchos les cuesta dejarlo y no por temas sanitarios; hay temas de protección, invisibilidad, etcétera”.

Cayota nota, además, un gran problema en que se haya cortado la socialización, debido a que así es como los adolescentes construyen su identidad. “Tuvimos alumnos que cancelaron idas a campamentos porque sabían que al aire libre no se utilizarían tapabocas”, añadió Cayota.

Dos jóvenes usando tapaboca pasan caminando frente al Ministerio de Salud Pública. Foto: Estefanía Leal
Dos jóvenes usando tapaboca pasan caminando frente al Ministerio de Salud Pública. Foto: Estefanía Leal

Sobre poblaciones más específicas, Garrido mencionó el aumento de cuadros de dependencia a las pantallas en niños con Trastornos del Espectro Autista (TEA).

También hubo cambios positivos. En ese aspecto, Cayota destacó “la adaptación a la virtualidad como una herramienta complementaria, la protagonización de los alumnos en sus procesos de aprendizaje y la creatividad como forma de resiliencia”.

Adultos mayores.

El coronavirus se ensañó en particular con las personas de mayor edad: la mitad de los fallecidos a causa de esta infección en Uruguay tenían más de 75 años.

El psicólogo Robert Pérez, coordinador del Centro Interdisciplinario de Envejecimiento de la Universidad de la República, admite que “la carga” sobre la población más adulta ha sido tal que “la recuperación de las libertades no será tan sencilla”.

En su clínica viene entrevistando a “varios” adultos a los que les cuesta salir de sus casas. “Muchos no veían cara a cara a sus hijos o sus nietos, solo lo hacían por videoconferencia, y ahora se acostumbraron al confinamiento. Te dicen que no les cuesta nada esperar un poco más”.

Tanto es así que, según el psicólogo, “es probable que muchos de los adultos que fallecieron por causas que no eran covid tal vez vieron acelerado su fallecimiento fruto de la soledad o la angustia”. Y agrega: “Nunca nos vamos a enterar, son muertes invisibles”.

La evidencia internacional, por otra parte, demostró un incremento de los diagnósticos de ansiedad y depresión en el que los adultos mayores no han sido la excepción. “Más allá de rótulos o diagnósticos, lo que se constata es un sufrimiento psíquico”, asegura Pérez.

Pero al igual que con los más jóvenes, no todo es negativo. “La pandemia permitió que se empiecen a cuestionar las condiciones de vida en la vejez, el lugar que se les asigna a los más adultos, y qué queremos de nosotros mismos cuando lleguemos a esas edades”, añade el psicólogo.

En este sentido, por ejemplo, el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) -junto con la cartera de Salud Pública- empezó a ejercer un mayor control de las casas de salud, e incluso presentó cinco denuncias penales por maltrato, abusos o deficiencias de distintos tipos los centros que atienden a personas mayores. También obligó a otros a regularizar su situación.

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