“Nos refugiamos en la comida”: Uruguay tiene 50.000 obesos mórbidos

Los tratamientos son gratuitos en el Maciel, pero hay una larga lista de espera; la Suprema Corte de Justicia teme por juicios.

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Médicos del programa.
Médicos del programa.
Foto: Leonardo Mainé

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Por Maite Beer
Al ingresar a una tienda de ropa, Adriana comenzó a pasar las perchas para mirar las prendas y al girar la cabeza vio cómo un grupo de mujeres se codeaban con cara de asco. Una de las vendedores se acercó a ella y le dijo, en pocas palabras y mirándola de arriba a abajo, que no tenían talla para ella. Pero la realidad era que la mujer estaba yendo a comprarle un regalo a otra persona y nadie se tomó el tiempo de preguntárselo.

Siempre fue “la niña gordita”. A los 13 años pesaba 115 kilos, pero incluso sus hábitos fueron empeorando cada vez más. Tenía un trabajo muy intenso como modista, lo que generaba que solo durmiera dos o tres horas por día. Prácticamente no comía durante toda la jornada, pero por la noche, como recompensa, comía porciones enormes de frituras y harinas. Además de tener un trabajo estático, Adriana nunca en su vida había hecho ejercicio.

Evitaba cualquier tipo de consulta médica porque tenía miedo de lo que le pudieran diagnosticar y prefería ocultarse en su casa de Las Piedras. Durante muchos años permaneció en el anonimato para el sistema de salud, pero en 2010, ya con un cuadro de obesidad mórbida, un médico general la derivó al Programa de Obesidad y Cirugía Bariátrica del Hospital Maciel.

Se trata de un programa interdisciplinario compuesto por psicólogos, nutricionistas, internistas y cirujanos que realizan esta operación bariátrica que puede ser a partir de la extracción de una porción del tracto digestivo para así “achicarlo” o a partir de un bypass gástrico que reduce aún más el estómago. El Maciel es el único centro de ASSE, prestador público que atiende a cerca de 1.500.000 personas, que tiene esta atención especializada para obesos. En la actualidad hay 600 personas en el programa y hay una larga lista de espera.

Pero lo que busca este programa no es que las personas solamente mejoren a partir de la operación que disminuirá su apetito y los ayudará a bajar de peso, sino que su cometido es que se comprometan a adoptar un estilo de vida saludable y que, luego de la cirugía, puedan mantener un peso adecuado. Por eso, en primera instancia les piden a a los pacientes que bajen el 10% de su peso antes de realizarse el procedimiento.

Quienes son atendidos en el programa son los obesos mórbidos, es decir las personas que tienen un índice de masa corporal mayor de 40 Kg/m2, aunque en promedio tratan a personas con un índice de 52 Kg/m2. El paciente con el cuadro más severo que participó en el programa pesaba 297 kilos.

Adriana, que cuando entró al programa tenía 34 años, comenzó por tener terapias grupales para poder identificar por qué tenía los hábitos que tenía y cómo los podía combatir. Fue entonces que la nutricionista le dijo que tenía que comenzar una dieta con las cuatro comidas y la mujer quedó en shock, pensó que iba a “salir rodando” dado que ella ayunaba de día y se saturaba de noche.

Pero, poco a poco, se fue convenciendo de que necesitaba hacer un drástico cambio de vida.

“Lo que me hizo convencerme fue que caminaba y sentía que me ahogaba, o que tenía que extender mi pierna y apoyar un pie para poder atarme los championes y, al final, por el hecho de tener miedo a morirme y no ver a mis hijos crecer”, contó a El País.

Al día de hoy Adriana pasó de una vida sedentaria a hacer ejercicio todos los días; dejó de ocultarse detrás de la gente cada vez que sacaban una foto y comenzó a subirse a un escenario para bailar frente al público; y encontró la motivación para pasar de buscar ayuda en profesionales a ser ella misma la que lidere un grupo terapéutico, llamado Cambio de Hábito. Su foto de perfil de WhatsApp recuerda como le cambió la vida: con una imagen de ella antes y otra de ella ahora.

Más recursos

El doctor Gustavo Rodríguez, director de la clínica quirúrgica del Maciel es el referente del Programa de Obesidad y Cirugía Bariátrica que comenzó a tener un enfoque multidisciplinario en 2015, aunque las cirugías bariátricas las realizaron por primera vez en 2006.

El Maciel es el único centro público que lleva a cabo este procedimiento, donde se operan 80 personas por año de forma gratuita, mientras que en clínicas privadas del país tiene un costo de entre 8.000 y 12.000 dólares.

Este programa integral consiste en terapias individuales y grupales con psicólogos, dietas a medida realizadas por nutricionistas, internación y cirugía bariátrica, controles posteriores y procedimientos plásticos para, en última instancia, retirar lo que se denomina como colgajos, que es la piel que sobra y queda colgando luego de que la persona adelgaza muchos kilos.

Según una estimación que realiza el equipo a partir de la última Encuesta Nacional de Sobrepeso y Obesidad (ENSO), realizada por el doctor Raúl Pisabarro, en Uruguay hay unos 50.000 obesos mórbidos y cerca de un 70% de la población tiene sobrepeso. Además, Uruguay es el país de América Latina con la mayor prevalencia de sobrepeso y obesidad en niños.

El cirujano Rodríguez remarcó, en esta línea, que el primer objetivo es que el Ministerio de Salud Pública y la sociedad en su conjunto tomen conciencia de que en Uruguay existe una enfermedad grave que es la obesidad severa.

Pero el mayor problema es que el sistema de salud los está discriminando, agregó, porque no ofrece tratamientos correspondientes para todos. En este sentido, el equipo cree que el Estado debe dar las directivas de que esta enfermedad se tiene que tratar y cómo se tiene que realizar este tratamiento. Y esto, subrayó Rodríguez, sí o sí debe ser a través de programas multidisciplinarios y de alta complejidad por todas las comorbilidades asociadas a la obesidad. Por eso, debe haber “centros de referencia” como ocurre en el Maciel.

Esto requiere un personal técnico altamente calificado y, además, se debe realizar una remodelación de infraestructura, además de los recursos materiales. Los pacientes obesos deben poder pasar a través de las puertas de las policlínicas y tener asientos espaciosos para sentirse cómodos, necesitan ambulancias especiales, camillas y mesas de operaciones que soporten hasta 400 kilos, además de instrumental quirúrgico específico como pinzas más largas. En Uruguay ha ocurrido que tuvieron que llamar a los Bomberos para transportar a personas obesas de urgencia.

“Hoy en día la población de ASSE es privilegiada porque, a pesar del vacío que hay en el sistema respecto al tratamiento de la obesidad mórbida, hay pacientes que tienen acceso a una medicina altamente especializada y sin costo que se sostiene en el Hospital Maciel”, remarcó el internista Gerardo Bruno.

Los resultados del programa están en la misma línea que el estándar internacional, añadió el doctor, también subdirector del Maciel, y enfatizó que el “sistema global” debe financiar estos proyectos porque ya hay una ley aprobada en el parlamento sobre la creación de centros de referencia. “Ha ocurrido que muchas personas renunciaban a su mutualista para tener acceso a este programa de obesidad”, detalló la internista Andrea Vaucher, que también forma parte de este.

En medio de la reunión con los cuatro referentes del programa a la que asistió El País apareció, “por pura coincidencia”, el Ministro de la Suprema Corte de Justicia, John Pérez, que pasó por el hospital para conversar con el subdirector Bruno, que le salvó la vida hace algunos años a través de una operación muy compleja. El ministro se puso en sintonía con la conversación y señaló que el sistema de justicia está sobrecargado por recursos de amparo para personas que no acceden a los fármacos y tratamientos que necesitan.

“Cada juzgado civil del país tiene entre cinco y 10 casos de recurso de amparo por semana”, puntualizó; un 80% del trabajo de los juzgados civiles está destinado a estos procedimientos legales. Es decir que las carencias en la salud pública repercuten directamente en la saturación del Poder Judicial.

El ambiente

Un día una señora que iba en el ómnibus le exigió a Lorena que comprara dos boletos porque ocupaba dos asientos. “La gente piensa que así como el drogadicto se droga, la gente gorda come. No está visto como una enfermedad”, relató la mujer a El País.

Según explicó Verónica Pietra, referente de nutrición del programa del Maciel, la obesidad está condicionada por la genética, pero también se asocia mucho al ambiente, en especial a situaciones traumáticas que le tocó vivir a la persona.

Lorena agendó su cirugía bariátrica en 2020, pero esta tuvo que ser cancelada por la pandemia. La segunda fecha que le dieron, en 2021, coincidió con el rebrote del covid. Luego se volvió a postergar, pero porque sucedió algo trágico. Tanto Lorena como su marido se contagiaron con el virus y tuvieron que ser internados, lo que desencadenó la muerte del hombre dado que también era obeso.

La mujer, entonces, tuvo que dejar pasar varios meses para finalmente realizar el procedimiento que se lleva a cabo en el Maciel, porque estaba en periodo de duelo. Durante esos meses de angustia engordó 20 kilos más y llegó al peso más alto que jamás había tenido, con 180 kilos. “Cuando pasamos situaciones críticas, nosotros siempre solemos refugiarnos en la comida”, dijo la paciente que el martes próximo se someterá finalmente a la operación.

Hoy busca ayudar a dos de sus cuatro hijas, que tienen 12 y 26 años, para que puedan luchar contra la obesidad de forma temprana, para no esperar a que el cuadro sea grave para comenzar a tratarse. “Los obesos tenemos mucha vergüenza, yo recién a los 40 años me animé a ponerme una maya de dos piezas para ir a la playa, antes iba completamente tapada”.

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