Usuarios de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) se agolpan a diario, por horas, dentro y fuera de la farmacia del novel Hospital del Cerro, para intentar acceder a su medicación, constató El País y lo reconocieron autoridades.

Pese a que la demora se atribuye, en gran medida, a un cambio del sistema informático (e - medicamentos) en el área metropolitana, que enlentece la entrega porque se migran datos en cada caso, este no sería el único obstáculo para revertir esto.

Desde adultos mayores con bastones, hasta jóvenes con sus hijos menores, muchos aguardan desde la mañana a la tarde, para conseguir remedios. En muchos casos, para pacientes crónicos, que varias veces, y pese a la larga espera, no los logran conseguir ese mismo día.

El proceso actual resulta espinoso. A partir del cambio informático, se entregan tandas de números desde las 7.00 horas. Y desde entonces hay gente esperando, sin saber a qué hora los van a atender.

Al comienzo suelen entregar un centenar de tiques, y luego evalúan si dan más. Oscilan entre unos 300 y 600 al día allí. La sala de espera, recién estrenada y con aire acondicionado, tiene capacidad para medio centenar. Algunos buscan su número y van después. Pero otros, no pueden pagar boletos, contaron. Entonces la espera es adentro, y si no a pleno sol.

El tiempo de entrega se “duplicó” en las cinco, de seis ventanas, de la farmacia del Cerro, que atiende hasta las 0 horas, según su director Guillermo Avellanal, un horario extendido frente a otros centros. Y cada usuario, salvo quienes van de la emergencia con un tique rosado, debe entrar en el circuito de la larga espera.

Esta escena, coincidieron usuarios, personal y fuentes de la salud, ocurre a diario. Varios reiteraron que hacen la fila sin saber si su medicina va a estar, y si es que llegan a obtener un número, unas horas después.

La Federación de Funcionarios de Salud Pública señala en la puerta los faltantes. La semana pasada informaron que no había Olanzapina, Serflú 250, Clonoten, Gaap, Novemina Compuesta, Omeprazol, Domus, Sylab Plus, Pregabalina, pantalla solar, Dermocrema y crema revulsiva.

Es jueves de tarde y la temperatura exterior supera fácil los 30° C. En el acceso a la farmacia hay ancianos, jóvenes, y otros que llegan con sus hijos, tratando de aguantar lo más posible. Adentro, la sala de espera, escoltada por una recepcionista y un policía, está repleta. El monitor parece detenido.

“Está todo mal organizado”, se quejó una mujer, que esperaba afuera desde hace cuatro horas, y no consiguió número. “Mayormente es gente mayor, es una falta de respeto esto”, acotó una anciana a su lado.

Un hombre, también adulto, dijo que el mes pasado esperó “más de tres horas” para obtener su medicación, cuando meses atrás era “una hora”.

Pasaban los minutos y se juntaba cada vez más gente. Algunos preguntaban en recepción y les decían que no había tiques. Mientras adentro bordeaban 60, afuera 30 aguardaban otra tanda de números. Un joven que vino desde el Hospital Maciel remarcó que “a los pacientes crónicos los atienden hasta las 18.30 porque dicen que a esa hora se les cae el sistema”. Otro comentó, preocupado, que hace “tres días” viene a buscar un remedio que su abuela debe tomar “sí o sí”.

Vinculado con este punto, la mayoría manifestó que no llegan a acceder a los fármacos. “Algunos los compro en la feria. No queda otra”, graficó un hombre de unos 50 años.

“Es una tomada de pelo. No pueden dejar pacientes crónicos sin medicamentos”, se quejó una mujer. Otra, a su lado, dijo que era asmática, y su tía diabética. “No podés jugar con la vida de la gente”, lamentó.

Un hombre contó que esperó ese día “más de cuatro horas” para acceder a remedios para él y su vecina. Al salir, alertó que “están faltando medicamentos” porque no encontró Clonapine, y le dijeron que vaya el “miércoles o jueves”. Cuestionó que al pedir un tique no les permiten consultar si hay o no un fármaco, para evitar así esperas innecesarias.

“Te perdés el día de laburo acá”, lamentó otro, sin número que aguardaba hacía horas. “Están atendiendo y no corren los números”, se quejó una mujer. Los consultados coincidieron que no denunciaron las demoras por miedo a represalias.

“La gente se enoja, ¿viste?”, graficó una señora. Muchos, coincidieron en que el personal no es “ágil” en la atención, pese a reconocer que la demora, en parte, es porque se deben migrar datos de cada usuario, de un sistema al otro.