La Universidad de la República (Udelar) culminó el estudio ejecutivo para construir un Instituto Nacional de Vacunas, enfocado a la salud humana y salud animal. La iniciativa comenzó en plena pandemia de covid-19, obtuvo recursos en el Parlamento para su estudio y ahora aterrizó en un anteproyecto con detalles para su puesta en marcha.
El relevamiento, presentado el lunes al Poder Ejecutivo y que será anunciado mañana en una conferencia, prevé la inversión de US$ 25 millones, que se podrían extender a US$ 30 millones ante imprevistos, dijo a El País el decano de la Facultad de Química, Álvaro Mombrú, coordinador del proyecto.
El rector de la Udelar, Rodrigo Arim, planteó en mayo de 2021 la necesidad de crear este instituto. Mombrú tomó la posta y comenzó a tener reuniones con 15 investigadores de Udelar, Instituto Pasteur, INIA y el Clemente Estable, las que se extendieron hasta junio de ese año. Luego, en la Rendición de Cuentas de 2021, se destinaron $ 7 millones para avanzar en este anteproyecto.
Desde 2022 a esta parte, se arribó a dos informes que superan las 200 páginas. Se trata de un estudio de viabilidad económica de prefactibilidad y otro con detalles técnicos, que incluyen hasta qué aberturas se utilizarían en la “Planta de Productos Biotecnológicos”.
El plan prevé la construcción de una planta de 3.000 m2, de dos pisos, que tardaría de 24 y 36 meses, con equipamiento especializado para fabricar vacunas y medicamentos biológicos de alto costo.
En el instituto se podrían fabricar, por ejemplo, vacunas de ARN mensajero -como la anticovid de Pfizer-, porque es una tecnología que no requiere niveles tan altos de bioseguridad como con otras dosis, que suponen, además, invertir más dinero. La planta tiene niveles de bioseguridad iguales o inferiores a dos, en una escala de cuatro niveles.
El proyecto no determinó una ubicación específica del instituto y tampoco cómo sería su gobernanza, que no necesariamente sería encabezada por la Udelar, aunque sería parte de su consejo directivo.
También se analizará en esta próxima etapa la figura jurídica del instituto y cuál sería la asociación con los potenciales laboratorios nacionales e internacionales interesados en producir en esta nueva planta.
Mombrú agregó que la pandemia fue el “disparador, sin ninguna duda”, para avanzar en este proyecto, que “nos da soberanía” ante una emergencia sanitaria. Por ejemplo, explicó, frente a otra pandemia se podrían producir aquí hasta 3,5 millones de dosis si un laboratorio resuelve transferir su tecnología, patentada, para abastecer a este mercado u otros.
“El proyecto implica apropiarse de tecnología que permita adaptarse rápidamente ante desafíos sanitarios que se presenten”, lo que permite “contar de forma soberana con conocimiento y su aplicación adecuada para defenderse ante situaciones futuras que puedan provocar otra emergencia sanitaria”, indicó el estudio.
El instituto contaría con un área de investigación, que involucre a varios especialistas. Además, en las fases de desarrollo y producción “se podrán producir vacunas específicas de valor local o estratégico o aquellas que se consideren de importancia y cuya licencia se obtenga”, acotó el informe.
Lo cierto es que en este instituto no se prevé solo la producción de vacunas, sino medicamentos biológicos de alto costo. Este sector, de “alto valor agregado”, demanda recursos humanos “calificados”, con salarios “superiores” a la media y que generan grandes “exportaciones”. Mombrú agregó que las ventas al exterior de estos productos pueden “proporcionar divisas muy importantes al país”.
Para el caso de salud animal, con la nueva planta se podrían producir vacunas o inmunoterapias para combatir enfermedades infectocontagiosas y parasitarias que “repercuten en la producción nacional”.
Con el instituto, ante la obtención de dosis importadas “se podrá tener la confianza de su efectividad y seguridad al contar con un instituto con capacidad completa para evaluar su calidad”, agregó el informe.
De esta forma, Uruguay podría retomar la producción nacional de vacunas que se desarrolló hasta los años 80. Mombrú explicó que en aquel momento se definió no invertir en tecnología de mayor complejidad, pero ante la “popularización” de la técnica y la irrupción de la pandemia, se volvió a replantear esta posibilidad.
“No estamos hablando de 10 o 12 años para que funcione”, aseguró Mombrú. En caso de que el Poder Ejecutivo dé luz verde, estaría funcionando “para el 2028” o “incluso antes”, agregó el decano de la Facultad de Química.
El inmunólogo Alejandro Chabalgoity, manifestó hace dos años que Canadá, Sudáfrica, Australia y otros países buscaban instalar estos institutos. “Una de las lecciones aprendidas es que los países con mayores posibilidades logran una mejor gestión de situaciones como la vivida en la pandemia”, puntualizó el anteproyecto.
Iniciativa de la Udelar es vista con “muy buenos ojos” desde gobierno
El decano de la Facultad de Química, de la Universidad de la República (Udelar) remarcó que el Instituto Nacional de Vacunas “es un proyecto país, no es solo de la universidad”. Visualizó que el plan “es todo ganancia” y contó que se prevé construir tras una inversión de unos US$ 25 millones.
Mombrú se reunió este lunes con el Poder Ejecutivo y aseguró a El País que en el encuentro se vio “con muy buenos ojos, afortunadamente”, avanzar en el proyecto, que no forma parte de la Rendición de Cuentas, sino que implicaría un presupuesto extra.
“Está muy sólido el informe y abre perspectivas de futuro con una producción de muy alto valor agregado, por lo que tiene mucho potencial de crecimiento”, indicó el decano.
El exministro de Salud Pública, Daniel Salinas, había manifestado en 2021 que estaba “muy de acuerdo” con avanzar con este proyecto. El intendente canario, Yamandú Orsi, en tanto, habló en abril de ese año con el presidente Luis Lacalle Pou de la necesidad de producir vacunas en Uruguay.
Consultado sobre si algunos laboratorios ya plantearon su interés de participar en esta iniciativa, Mombrú respondió que se los consultó y que “mostraron todos una mirada muy positiva”. Puntualizó que “plantearon que una infraestructura de estas características podría ser muy beneficiosa para impulsar áreas de trabajo en donde hoy por hoy, por las condiciones actuales, están restringidos”.
El decano puntualizó que los medicamentos usan “tecnologías muy similares a las vacunas”. Mombrú estimó que si se crea el nuevo organismo “va a haber una interacción muy interesante entre distintos laboratorios y el instituto”.