SALUD PÚBLICA
Grupo de padres plantea que el servicio sanitario empeoró desde entonces; el médico presentó una denuncia contra Ney Castillo.
El médico oncólogo Gustavo Dufort trabajó 27 años en el Servicio de Hematología y Oncología Pediátrica del Centro Hospitalario Pereira Rossell. Primero como pediatra, luego como coordinador de internación, más tarde como director de trasplante de médula ósea pediátrica y finalmente, cuando a sus 70 años Ney Castillo debió jubilarse y dejar la dirección, Dufort pasó a ocupar ese lugar tras concursar y ganar la jefatura, en diciembre de 2018.
Sin embargo, su tiempo al frente del servicio duró poco y estuvo signado por enfrentamientos con Castillo y con las autoridades de la Fundación Pérez Scremini, que por convenio con ASSE se ocupa de la gestión operativa del servicio. Primero lo echaron de la fundación, pero siguió yendo a trabajar al servicio. Tras ocho meses en esa situación singular que él catalogó de “insostenible”, en agosto de 2020 acordó con ASSE su desvinculación.
“Llegó el momento de decir cómo pasaron las cosas”, soltó Dufort el miércoles de la semana pasada ante los diputados que integran la Comisión de Salud, adonde compareció virtualmente junto con un grupo de padres que lo acompañó y que reclama su restitución.
Ganar el concurso, dijo Dufort entonces, “fue el principio del final”. “A partir de ahí comenzaron las dificultades para desempeñarme como jefe, ya que la fundación y el doctor Castillo pusieron condiciones para que la dirección del hospital me nombrara. Hubo que hacer un acuerdo que establecía que el doctor Castillo mantenía una asesoría, y eso llevó a la situación incómoda que sucede cuando en un servicio dos figuras quieren ejercer la jefatura, y tuvo como consecuencia algunos enfrentamientos”, sintetizó el oncólogo según consta en la versión taquigráfica.
Dufort entiende que no tuvo respaldo ni de la Pérez Scremini, ni de Castillo, ni de la dirección del Pereira Rossell. “Nunca pude tener el escritorio de jefe porque el doctor Castillo nunca se fue de ahí; hago este comentario para que tengan una idea de la tensión que viví”, contó ante los parlamentarios.
Las diferencias, según relató, fueron varias. Una fue sobre los cuidados paliativos a pacientes. También chocaron por la creación de un posgrado en la especialidad, algo que Dufort quiso impulsar “para que quien quiera estudiar y dedicarse a la oncología pediátrica tenga la libertad de hacerlo, y no suceda como ahora, que es un servicio en el que solamente pueden entrar y trabajar aquellos que la fundación, especialmente el doctor Castillo, autorice”.
“Es como un pequeño imperio que ha transformado ese servicio en una empresa privada, en la que no tiene ninguna incidencia la institucionalidad”, continuó Dufort. Y agregó: “Eso fue lo que les dio fortaleza para desvincularme, a pesar de mi trayectoria, y sin motivo, porque lo único que se dijo públicamente fue que yo tenía un mal relacionamiento con la fundación”.
Denuncia.
El 27 de marzo, siete meses después de su salida, Dufort presentó una denuncia ante la dirección del hospital.
En el documento, al que accedió El País, refiere a “una serie de apartamientos de parte de la Fundación Pérez Scremini del Convenio Interinstitucional suscrito con esa Administración (ASSE)” en 2013. Afirma que se “viola el convenio” y se “bloquea la participación y el contralor” de ASSE. Pide “la adopción inmediata de las medidas correspondientes para ajustar el accionar de dicha Fundación a Derecho”.
Dufort hace un relato de su versión de los hechos, y asegura que se le “obstaculizó progresivamente” el ejercicio del cargo. En ese sentido, indica que Castillo “continuaba desempeñando en los hechos las funciones propias de la jefatura”.
Cuenta que en una reunión en junio de 2019, ante un planteo suyo Castillo tuvo una “reacción inadecuada, con agresiones verbales e incluso un intento de agresión física” hacia él. Según relata, denunció la situación a la dirección del hospital pero “lejos de corregirse, se fue agravando”, y con el tiempo fue quedando “marginado institucionalmente”.
A su vez, afirma que “se ha definido un escenario que atenta contra la adecuada prestación” del servicio “y afecta los valores extremadamente sensibles que se tutelan”.
Al respecto, los padres que apoyan a Dufort afirmaron en el Parlamento que la atención “se ha deteriorado” con su partida del médico y reclaman su restitución
Respuesta.
“Yo soy asesor médico, no soy el que manda”, se defendió Castillo en diálogo con El País, y en ese sentido dijo sobre la salida de Dufort: “Después de muchas desavenencias, no directamente conmigo, después de desautorizar a las autoridades, se decidió la desvinculación”.
A su juicio, parte de la explicación de la “falla” de su excompañero fue que “no pudo formar un equipo” y “la atención quedó dependiente” de él. A su vez, deslizó: “Nadie del personal hizo ninguna movida (por Dufort). En cambio, cuando me echaron a mí (en 2011), se paralizó el servicio”.
Castillo dijo tener en su poder dos cartas de padres, sobre cuyos relatos él tiene varios puntos para contrastar, y se ofreció a ampliar su postura en instancias posteriores.
“Lo triste es tomar de rehenes a papás a los que se les murió un hijo. Es terrible, es muy duro hacer eso. En el fondo, es intentar desacreditar a una fundación que ha contribuido a que Uruguay tenga los mejores resultados de Latinoamérica, y no lo digo yo”, concluyó.
Los relatos de padres a favor de Dufort
Tiempos de espera que pasaron de una hora y media a cuatro horas, deficiente atención del dolor en pacientes terminales, consultas en las que pasan “de médico en médico”, proyectos de mejora que naufragaron, y un “deterioro” que se empezó a ver en la atención a partir de la salida del oncólogo Gustavo Dufort del Servicio Hemato Oncológico del Pereira Rossell. Así podrían resumirse los planteos de un grupo de padres de pacientes con cáncer (algunos fallecidos, otros que se han curado y otros que están en tratamiento) ante la Comisión de Salud de Diputados.
Pero, en esencia, su participación consistió en destacar el trabajo de Dufort con sus hijos. En ese sentido, varios lo consideran protagonista de sus mejorías o incluso le atribuyen su sobrevida. Algunos mencionaron su tenacidad para insistir en opciones terapéuticas; otros contaron que fue al juzgado con ellos a reclamar medicación; también hubo quien relató que Dufort estaba dispuesto a poner de su bolsillo para acceder a un tratamiento.
En el entendido de que la fundación “ha bajado muchísimo su nivel”, estos padres se contactaron también con el director del hospital, Álvaro Galiana, a quien le expresaron su percepción sobre el servicio.