Por Agustín Magallanes
"La Inteligencia Artificial (IA) aplicada en salud es como un medicamento. Hay que testearlo para confirmar que hace bien y que no discrimine a pacientes de un tipo u otro”, graficó a El País el médico uruguayo Félix Rígoli, actual consultor de Inteligencia Artificial y desigualdades en salud de la Fundación Osvaldo Cruz (Fiocruz) de Brasil. Hoy a las 19 horas brindará una conferencia de acceso libre que se podrá seguir en YouTube sobre el impacto de la IA en la salud, organizada por el Sindicato Médico del Uruguay (SMU).
Rígoli fue director general del Casmu durante 15 años, luego fue asesor principal en sistemas de salud en la Organización Panamericana de la Salud (OPS) entre 2000 y 2015, y desde entonces se desempeña como consultor en el Instituto Fiocruz, centro de investigación en salud pública que es referencia en América Latina.
El experto se propone durante su charla analizar el impacto de la IA en los sistemas de salud y en la profesión médica. El avance de esta tecnología implica que “una máquina tome decisiones que antes eran tomadas por una persona”, lo que conlleva en tomar en cuenta varios elementos con el fin de salvaguardar al paciente y mantener la calidad de asistencia.
Rígoli estuvo a cargo de la reciente “Guía de análisis y Monitoreo Ético de Innovaciones Digitales en Salud”, de Fiocruz para el sector médico, que incluye 12 puntos, algunos de los cuales enumeró en esta entrevista con El País, que buscan “garantizar el acceso equitativo y transparente a las innovaciones digitales en salud por parte de las poblaciones”.
La IA se puede utilizar para buscar aspectos de un paciente en una base de datos, hasta para realizar un diagnóstico tomando en cuenta exámenes y su historia clínica, aunque por el momento la decisión final sigue siendo del médico.
Entre los puntos a considerar, Rígoli señaló en primer término que el “gran tema” es la protección de los datos de los pacientes. Puso énfasis en tener en cuenta “quién es el dueño de la base de datos” y “qué está permitido hacer y qué no” con esa información. “Qué va a pasar con esos datos en el futuro y si se van a vender o no”, es un aspecto a tener en cuenta, sostuvo. En Europa y otras zonas, agregó, “el sistema de salud vendía todos los datos para compañías farmacéuticas para hacer estudios” y esto se hacía “sin consentimiento informado”.
Otro punto que señaló Rígoli es la posible incidencia de la industria farmacéutica en el sistema de historia clínica electrónica que “lleve al profesional de salud a dar un determinado medicamento”. Es decir, al buscar los datos de un paciente, se sugiere brindar un determinado fármaco.
“Se descubrió que una cantidad de protocolos -que son la base de esto- son hechos por profesores y médicos que están siendo pagos por las compañías farmacéuticas para recomendar un medicamento A o B”, indicó Rígoli, quien puntualizó que a veces el profesional esto “no lo sabe”. Incluso dijo que estas historias clínicas electrónicas son “regaladas” a hospitales o ministerios y que se han detectado casos en Estados Unidos, Europa y Australia.
“Lo que se ha visto es que una vez que la IA hizo su diagnóstico, es muy poco probable que el profesional de salud vuelva para atrás. Hay como una especie de autoridad”, puntualizó el experto sobre el rol de esta tecnología.
Rígoli también remarcó que la IA aplicada no debe contar con “prejuicios raciales, de sexo y de clases socioeconómicas”. Esto tomando en cuenta que el sistema está entrenado con datos que vienen de antes, los cuales pueden traer ciertos “sesgos”. Puso como ejemplo que en Brasil y Estados Unidos han detectado que pacientes afrodescendientes “estadísticamente reciben menos analgésicos que los pacientes blancos”, y que si esto no se corrige, el sistema lo replicaría.
Otro de los puntos que planteó es la importancia de la accesibilidad para todas las edades de las aplicaciones médicas que involucran la IA.
Consultado sobre si existe un cierto riesgo de que la IA suplante a los médicos, el consultor retrucó: “Que venga a suplantar no es tanto peligro, sino que venga a introducir un nuevo sesgo. Así como la industria farmacéutica a veces introduce un sesgo para que los médicos hagan algunos tratamientos que no son tan necesarios, la IA si está llevada por un interés comercial puro puede también tenerlos”.