Thais dos Santos, la asesora regional de la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) en Vigilancia y Control de las Enfermedades Arbovirales, dijo en entrevista con El País desde Washington (EE.UU.) que “sorprende” la cifra de casos de dengue registrados en la región hasta la fecha y sostuvo que el organismo ofreció apoyo a Uruguay. La experta brasileña, licenciada en Microbiología con un Máster en Epidemiología, y que ostenta el cargo desde 2018, habló de los factores en juego y el trabajo llevado adelante.
-¿Cuál es la situación actual de dengue a nivel regional?
-Es una enfermedad endémica en las Américas, y tenemos registros yendo más de 400 años atrás. Vemos que es un comportamiento con ciclos epidémicos de 3 a 5 años. Hubo una reemergencia en los años 80, después de los programas de erradicación del Aedes aegypti. Desde esa época vemos un progresivo aumento. En 2023 fue el mayor registro, con más de 4,5 millones de casos en las Américas. Estamos empezando marzo y ya hay casi 2 millones.
-¿Cómo suele comportarse el virus en la región?
-Tradicionalmente, la temporada de transmisión de los arbovirus en general, pero específicamente el dengue, es relativamente delineada a los períodos de más lluvia. En el hemisferio sur tiende a ser casi siempre en marzo-abril; y en el hemisferio norte acaba siendo el segundo semestre. Pero este año tuvimos un crecimiento bastante explosivo del dengue en las Américas.
-¿Qué ocurrió esta vez?
-Los países del hemisferio norte, que normalmente para enero o febrero ya bajaron el período de transmisión, siguen activos; mientras que la temporada del hemisferio sur se ha anticipado.
-¿Por qué se desató esta situación extendida de casos?
-Una hipótesis es que las personas que pasaron dos años por la pandemia en sus casas, en momentos que se hubieran contagiado, no lo hicieron. También no podemos olvidar el cambio climático. Las enfermedades transmitidas por vector son un centinela del impacto en salud de cambio climático, porque dependen de un mosquito sensible a la temperatura.
-¿Qué están observando diferente ante estos contagios?
-Las temporadas son un poco más largas que lo habitual, por lo que vemos períodos de transmisión más extensos. Y que esto ocurre en lugares donde antiguamente no veíamos transmisión porque el clima se está dando más para permitir que los mosquitos sobrevivan más y puedan transmitir estos virus.
-¿Qué opina de la situación actual de Uruguay?
-Las personas se mueven, y si hay epidemias en otros países, las personas que se infectan van con el virus y son potenciales transmisores. No es sorprendente que el virus se encuentre en un lugar donde está el mosquito.
-¿Es previsible que con este escenario Uruguay supere su mayor brote, del año 2016?
-En este momento no he visto ningún modelo matemático que incluya a Uruguay. Sabemos que hay una correlación en los años de El Niño con más transmisión de arbovirus. Estamos en un momento del fenómeno, y será así hasta mediados de año, en que se espera mayor transmisión.
-¿De qué depende dicha transmisión del virus?
-De una población susceptible, el virus presente y el mosquito presente. Especialmente en estos momentos, de primera introducción, es el mejor momento para tratar de interrumpir esta triada.
-¿Era esperable un impacto de esta magnitud de dengue o sorprendió a los expertos?
-La intensidad de la transmisión que hemos visto este año nos sorprende, especialmente porque venimos de un año epidémico en 2023; y en especial cuando vemos nuevos serotipos. Se cree que una vez que una persona se infecta con un serotipo, tiene inmunidad de por vida, pero sigue siendo susceptible a otros tres.
-¿Faltan mensajes más claros y contundentes de los gobiernos para tomar medidas de forma más sistemática, como eliminar los criaderos?
-El dengue en las Américas nunca ha sido un tema desatendido. Siempre fue un tema con mucha visibilidad política, mucha atención política y mucha acción concertada. Hay que tener en cuenta que las determinantes que llevan a la transmisión muy frecuente están fuera del sector salud, como el cambio climático y disponibilidad de agua.
-¿No hay más pedidos a los gobiernos en esta coyuntura?
-Con el dengue, en nuestra experiencia, la llamada a la acción no es tan necesaria, porque es un tema que socialmente puede ser desestabilizante. No es que no se le dé la atención que merece.
-¿Cómo observa la gestión del gobierno uruguayo en el manejo de las arbovirosis?
-Ustedes deben tener interlocutores locales que pueden hablar un poco mejor de la gestión del gobierno. Tenemos un vínculo a través de la representación con las autoridades; hemos ofrecido nuestro apoyo y estamos colaborando para asegurar que los casos se mantengan así, muy limitados, y que no haya una transmisión un poco más ampliada del dengue.
-¿Qué efectos prevé si se cumplen los pronósticos de récord de casos regionales?
-Venimos implementando una estrategia de manejo de casos enfocada en la atención primaria y la identificación de signos de alarma del dengue. Así hemos podido bajar muchísimo la letalidad en la región. Pese a que en 2023 tuvimos récord de casos, pudimos mantener la letalidad abajo de 0,05%. Si hubiéramos tenido la misma letalidad que en 2010, hasta 2024 hubiéramos visto 6.500 muertes más.
-¿Cual es el escenario futuro con la foto de 2023, y la previsión récord para 2024?
-Estamos en una región endémica de la enfermedad y obviamente vamos a seguir viendo casos. Y estos años pares de alta transmisión no son algo completamente atípico. En ciclos epidémicos de 3 a 5 años, vemos 2 años de epidemia y después baja de nuevo. Hay muchos factores, incluyendo el fenómeno de El Niño este año.
-¿En qué pone foco la OPS?
-Lo importante, y lo que hay que enfocar, es qué acciones son necesarias para intentar reducir la transmisión y el número de muertes. Pensamos que con las autoridades nacionales estamos desplegando actividades bien dirigidas e intensas con ese objetivo.
-Ahora apuntan a que el equipo médico pueda diagnosticar los casos y la población elimine los criaderos...
-Exacto. Los mensajes para la población son dos. Uno, qué se puede hacer dentro de los domicilios para reducir los mosquitos, y segundo es que ante cualquier signo de alarma de dengue la persona busque la atención médica.
-En abril de 2022, una jerarca de OMS sostuvo que la próxima pandemia podría “muy probablemente, deberse a un nuevo arbovirus”. Con este panorama, ¿es cada vez más cercana la hipótesis?
-La situación de alta transmisión en varios países, al mismo tiempo, es un importante marcador que se está dando. El riesgo, que siempre miramos y los sistemas de vigilancia se fortalecen para detectar, es un nuevo virus al que la población no tenga ninguna inmunidad, que fue lo que ocurrió con chikungunya y zika, en una región completamente susceptible, sin historia de transmisión. Pero, a diferencia de las infecciones respiratorias, los virus transmitidos por mosquitos dependen de estos. La dinámica de transmisión obviamente va a ser muy diferente a lo que se observó con la pandemia de coronavirus.
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