La demanda de trasplantes de órganos ha crecido desde la pandemia, mientras los procedimientos tuvieron una leve baja en 2023 tras un repunte en 2022, lo mismo que ocurrió con la cifra de donantes, de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Células, Tejidos y Órganos (INDT), datos a los que accedió El País.
En 2023, los trasplantados del corazón, hígado, riñón y pulmón llegaron a 173 en total, una cifra menor que en 2022 (186) y al promedio de 185 entre 2018 y 2019, aunque por encima de 2021 (120) y 2020 (162). En tanto, hubo 28 fallecidos que estaban en las listas de espera, la cifra más baja desde 2018.
El trasplante renal, en Uruguay y el mundo, concentra 80% de la demanda total. En 2023 hubo 137 transplantados de riñón, así como 207 ingresos que sumaron 443 personas en lista de espera, el mayor número desde 2018. Se obtiene este órgano, en promedio, en unos dos años y medio.
Le siguieron los trasplantes de hígado (26), corazón (9) y pulmón (1). Esta secuencia va en línea con el registro de años previos. La particularidad del año pasado fue un salto en la lista de espera del trasplante de corazón, que pasó a 72, más del doble que en 2018 (32). Mientras que los ingresos para obtenerlo (37) significó la cifra más alta desde 2018.
Menos de 500 personas integraban la lista de espera de trasplantes en 2018 y 2019. Tras una caída en el primer año de pandemia, la demanda no cesó, llegó a 580 solicitudes en 2023 y a 600 hasta abril pasado, cifra que puede variar.
Este aumento no es exclusivo de Uruguay, que ostenta tasas históricas de buena cobertura en la región y a nivel internacional, sino que es mundial, indicó a El País la directora del INDT, Milka Bengochea.
Uruguay, como otros países, al contar con una población más envejecida, sube la carga de enfermedades crónicas no transmisibles, que muchas veces determinan insuficiencia de órganos, y por ende mayor demanda de trasplantes, que provoca una aumento de personas en la lista de espera, explicó.
El aumento en las listas de espera per se, “no es un mal da-to” pues “se ve en casi todos los países con buen acceso al trasplante”, como Uruguay. En tanto, los “impactos” en los últimos años, en este punto como en la cantidad de trasplantes, fueron “generalizados” en el mundo por “efecto de la pandemia”, acotó. Uruguay, a diferencia de muchos países, continuó con la actividad de trasplantes y donación durante la crisis sanitaria.
Un aspecto clave refiere a los donantes de órganos, que un 90% se obtienen de personas fallecidas.
Como los órganos deben estar oxigenados, solo pueden donarlos aquellos con una muerte encefálica en CTI -un 1% de fallecidos en cuidados intensivos- o los que mueren en emergencia con ventilación mecánica. Y no deben tener contraindicación médica, ni judicial si son muertes violentas.
Un indicador global marca que se debería tener un donante por cada cama de CTI, pero Uruguay no llega a esos niveles. En 2023, tuvo 70 donantes, una cifra menor a 2022. Los prestadores de salud deben notificar las muertes al INDT.
En tanto, el aviso de hospitales de potenciales donantes está “por debajo” de lo esperable, mientras que los equipos de trasplantes están “muy exigentes” con los requisitos de órganos, dijo Bengochea.
Sobre la espera en trasplantes de corazón, acotó que “uno de los factores que influye es que los equipos cardíacos se ponen muy selectivos a la hora de aceptar donantes”.
Un donante puede proveer de tejidos y órganos a más de una persona, por lo que la rapidez y la comunicación fluida entre las partes involucradas resulta clave para salvar vidas. Una llamada de un centro de salud al INDT -abierto 24 horas- avisa de un posible donante. Tras chequear online que no hay negativa a ser donante -por ley todos lo son, salvo que especifiquen lo contrario-, un médico coordinador y un psicólogo van al hospital. Mientras el último especialista comunica a la familia que la ley lo considera donante y que se lo está evaluando, un intensivista especialmente formado va al CTI para el mantenimiento de los órganos. “Todo el proceso debe ser rápido”, remarcó Bengochea. Y como ilustra Pedro Almodóvar en su película “Todo sobre mi madre”, cada segundo cuenta. Hay órganos que pueden ser trasplantados solo en las primeras seis horas, y que en ocasiones llegan en avión. Pero antes de removerlos se extrae sangre al fallecido que se envía al INDT. Allí se coteja con las muestras de quienes están en la lista de espera, y con la asistencia de un complejo software, que contempla varios indicadores, se selecciona bajo un estricto protocolo a el o los receptores de órganos y se los llama. Lo mismo a los equipos de trasplantes para realizar la ansiada operación, en un centro especializado de Uruguay o Argentina.