Uruguay registró 8.000 muertos más de los que cabría esperarse según el promedio histórico

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Atención de pacientes con coronavirus en CTI. Foto: AFP
Health workers take care of a patient next to a private isolation room where lies the corpse of a patient who died of coronavirus, at the Covid-19 Intensive Care Unit (ICU) of a private hospital in Montevideo, on June 04, 2021. - Uruguay has the highest number of Covid-19 deaths per capita in the world in the last 14 days, there is an increase of 11% from the last 7 days according to AFP's database (Photo by Pablo PORCIUNCULA / AFP)
PABLO PORCIUNCULA

NO SOLO POR FALLECIDOS CON COVID

Ese exceso de mortalidad -así es como le llaman los técnicos- en 2021 no se explica solamente por la acumulación de fallecidos con covid-19.

En Uruguay murió el año pasado más gente de la que cabría esperarse de acuerdo al promedio histórico. Y ese exceso de mortalidad -así es como le llaman los técnicos- no se explica solamente por la acumulación de fallecidos con covid-19. Porque los datos preliminares del Ministerio de Salud Pública (MSP) muestran que durante el 2021 ocurrieron 8.000 fallecimientos más de los que se estimaban al seguirse la tendencia de los últimos años, mientras que las muertes por coronavirus fueron menos de 6.200. O sea que, pasando en limpio, hay 1.800 muertos más que no tienen que ver -al menos directamente- con la enfermedad que causa el coronavirus.

El reporte de los fallecidos diarios que el Sistema Nacional de Emergencias divulga cada tarde se transformó, desde el comienzo de la pandemia, en una especie de sismógrafo de la marcha del covid-19. Durante el pico de la ola que causó la variante p1, cuando morían más uruguayos que los que cabían en un ómnibus por día, era sencillo deducir que el país atravesaba un exceso de mortalidad. Lo mismo pasa ahora en el pico de la ola ómicron. Pero lo que ese “sismógrafo” no develaba era que incluso en los meses de más calma estaba muriendo más gente que cualquier año.

Porque en 11 de los 12 meses del año pasado existió ese exceso. La excepción fue setiembre, cuando murieron las mismas 3.000 personas que se estimaba que fallecerían siguiendo la tendencia histórica. El caso contrario fue abril con un 75% más decesos de los previsibles.

El equipo de Estadísticas Vitales del MSP está afinando las cifras, dado que los datos de noviembre y diciembre son con base a la información administrativa que surge de los certificados de defunción. Teniendo en cuenta esas salvedades, puede decirse que en el 2021 se reportaron 41.729 muertes en el país y que es la cifra más alta desde que hay registro.

El demógrafo Ignacio Pardo, del Programa de Población de la Universidad de la República, aclaró que “en Uruguay no existen diferencias significativas entre el registro administrativo y la depuración que hace el MSP”. Por lo cual, las principales conclusiones no cambian: en 2021 hubo un exceso de muertes cercano al 24%, fue el récord de fallecimientos en un año (el registro más alto era de 2019, con 34.807).

El fin de la vida.

Cuando los expertos en población intentan adjudicarle a Uruguay un rótulo, hay dos frases que suelen repetirse: “es una sociedad envejecida” y “es un país con muy baja fecundidad”. Es esta la consecuencia de una población en la que nacen pocos niños y en la que los adultos se mueren, en promedio, más tarde que en otras zonas de la región. Eso hizo que ya en los últimos años hubiera departamentos en los que morían más de los que nacían, aunque a escala país seguía habiendo un crecimiento vegetativo (más nacimientos que fallecimientos).

En el hospital Pereira Rossell, donde nace uno de cada seis niños del país, se reportaron en 2021 unos 30 nacidos vivos menos que el año anterior. Eso sirve de termómetro para, de manera preliminar, constatar que la natalidad sigue su tendencia a la baja... una caída más lenta, pero a la baja.

Los demógrafos uruguayos estiman que el impacto del covid-19 no se notará en el largo plazo, aunque sí es probable que haya detenido (de manera pasajera) el crecimiento de la población local. Eso marca una diferencia con las pandemias del cólera o de la llamada gripe española en que las muertes no superaron a los nacimientos, según explicó la experta Raquel Pollero.

El covid-19 sí es probable que deje una huella en las causas de muertes. Según el epidemiólogo Juan Gil, “a partir de que se ingrese en una fase endémica, estable como la gripe, podrá estimarse una cantidad esperable de personas que morirán por esa enfermedad”. Por ahora, aclaró el exintegrante del GACH, “es muy temprano para entender cuántas son esas muertes esperables, porque tampoco está del todo claro qué impacto tendrán las vacunas y los nuevos tratamientos para evitar esas futuras muertes”.

La infectóloga Susana Cabrera coincide: “En cada enfermedad hay una letalidad que tiene esa enfermedad cuando es diagnosticada en tiempo y forma. Salvo que el coronavirus se transforme en una infección respiratoria alta, como los rinovirus para los cuales uno no espera muertes en los adultos, seguirá habiendo una cantidad de fallecimientos esperables”.

Una de las consecuencias que se esperan de la pandemia es que haya incrementado las muertes esperables para otras enfermedades. El caso más sencillo de entender es el del cáncer: los diagnósticos y tratamientos tardíos, dada la saturación del sistema sanitario y la reducción de las consultas presenciales, aumenta los fallecimientos por esa causa.

En el mundo ya se está notando ese incremento de las muertes por cánceres. Pero la profesora de Oncología Clínica de la Udelar, Lucía Delgado, explicó que “en Uruguay no hubo un aumento de las muertes por cáncer durante la pandemia (aunque) se estima que habrá un aumento de la mortalidad a mediano y largo plazo”.

Sí hubo “un leve aumento de la incidencia y mortalidad por cáncer de mama en las mujeres jóvenes”, al igual que en el resto del mundo, “y las causas están todavía en estudio”.

En este sentido, dijo el epidemiólogo Gil, “es esperable que aumenten las muertes por cirugías postergadas o enfermedades crónicas no tratadas, pero es difícil saber en qué magnitud se dará el impacto”.

La otra duda que tienen los técnicos es el impacto exacto de las muertes diagnosticadas con covid-19 versus aquellas que fueron por covid-19.

El médico forense Guido Berro lo explica así: “Cuando una persona que maneja borracha se accidenta y muere, fallece por el accidente de tránsito con alcoholemia positiva, pero no es el alcohol por sí solo que la mata... lo mismo habrá que afinar para el covid-19”.

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