ANÁLISIS DEL TRANSCURSO DE LA PANDEMIA
A escala país solo el 17,3% de los casos positivos eran usuarios de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE).
El virus que causa la enfermedad del COVID-19 se adueñó, casi por completo, del Montevideo urbano. En cualquiera de las zonas más densamente pobladas de la capital hay alguien cursando la enfermedad. Fue un avance silencioso desde la segunda semana de octubre, pero que devino en una acometida impetuosa a partir de la tercera semana de noviembre.
Pese a esa arremetida, que vista en una imagen satelital pareciera que la ciudad fuese un campo minado, en Uruguay sigue habiendo una incidencia menor de los contagios en las zonas más pobres.
El SARS-CoV-2 no distingue fronteras territoriales, mucho menos revisa los bolsillos o las cuentas bancarias de a quien ataca. Pero las cifras de casos positivos del nuevo coronavirus que registra la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) dan cuenta que solo el 17,3% de los infectados (entre el 13 de marzo y el 2 de diciembre) eran usuarios del prestador público. Y eso que los afiliados de ASSE representan un 41% de la población uruguaya.
El Sistema Nacional Integrado de Salud hace que sea imposible decir que las personas con bajos ingresos se atiendan en ASSE. De hecho, en los más de 1.400.000 afiliados que tiene el prestador público cabe de todo. Pero estos datos estadísticos también se correlacionan con cómo fue avanzando el virus por la ciudad: lo hizo en menor medida en los barrios con necesidades básicas insatisfechas.
Si la historia de la pandemia en Montevideo durara un minuto y 34 segundos, como ese video que el Ministerio de Salud mostró el viernes a un grupo de periodistas y que resume la ubicación donde cumplieron la cuarentena quienes fueron cursando la enfermedad, podrían distinguirse seis actos.
El primer acto, de solo ocho segundos, da cuenta de una infección que parecería estar focalizada en los barrios costeros del sureste. Era la época en que los dedos señalaban alsupercontagio en un casamiento. Era marzo y solo el 2,7% de los casos eran de ASSE.
En abril inicia el segundo acto. Desde el segundo ocho hasta el 32 de esa película el virus “cruza avenida Italia” y circula por una veintena de barrios de la capital. En ese momento empiezan los brotes en el hospital psiquiátrico Vilardebó y en los residenciales de adultos mayores. En mayo se suman los primeros brotes en Rivera. Y el peso de los usuarios de ASSE, muchos relacionados a esos focos, se hace notar: 22,3% en abril y luego 27,8% en mayo.
Tras el segundo 32, en un tercer acto, el mapa de Montevideo se empieza a despejar al punto que cerca del 20 de junio pareciera estar libre del COVID-19. ASSE, en cambio, sufre entonces el embate en el departamento de Treinta y Tres y sus afiliados que dieron positivo al test del coronavirus representaron más de un tercio de los casos nuevos del mes en todo el país.
Julio da lugar a “otra pandemia”, como definió el matemático Ernesto Mordecki a ese aumento tímido de los casos. Los brotes en los prestadores privados de salud de Montevideo se vislumbran como manchas rojas salpicadas sobre el mapa de la ciudad que se van encendiendo y apagando. ASSE baja la incidencia a su promedio, cerca del 17% en julio, pero en agosto trepa al 24,5% cuando se encuentra un brote en un asentamiento de la capital y Rivera parece perder el control. En setiembre, baja otra vez: 17,1%.
En este cuarto acto Uruguay logra actuar rápido y evitar que el avance del virus se profundice en los sectores más vulnerables como sucedió en la periferia de Nueva York o en las cárceles españolas durante la segunda ola.
A partir de octubre los matemáticos del GACH ven las primeras señales de que Montevideo “la cosa se empieza a poner fea”. Desde el minuto y 16 segundos de esa película, el mapa de la capital enciende más manchas coloradas cuya dispersión y color va en aumento, lo que refleja un crecimiento de la cantidad de activos por cada zona censal (una división que realiza el Instituto Nacional de Estadística para dividir un área según su población y que evita la identificación de una persona concreta). ASSE se mantiene en cifras cercanas al 17% de los casos positivos nuevos del mes, pero en números absolutos triplica su promedio histórico. En criollo significa que tanto en la salud pública como en privados se empiezan a disparar los contagios.
En el sexto y último acto, ese que sigue transcurriendo aunque el video haya acabado, los casos se duplican cada una decena de días. El mapa de Montevideo parece tierra arrasada por las manchas rojas e incluso algunas violetas que significan una mayor concentración de personas que cursan la enfermedad en esa zona.
Como la georreferenciación toma en cuenta el domicilio donde la persona vive y no dónde contrajo el virus, es frecuente que los colores más oscuros coincidan con brotes en espacios donde la gente también habita: típicamente en residenciales de adultos mayores. Por eso está casi en violeta la zona de Belvedere, aunque las áreas coloradas barren parte de Lezica y Melilla, de Paso de la Arena y así se va concentrando el color hacia el centro sur... hacia la zona más poblada y de mejores condiciones de vida.
En Montevideo, donde hoy está más centralizada la pandemia, es donde ASSE tiene menos proporción de afiliados respecto a privados. Tal vez por eso diciembre empezó con solo 10% de positivos del prestador público.
Fuentes de ASSE explicaron que el prestador testea con los mismos criterios y metodología que los privados, por lo cual no cabría pensarse en un subrreporte en el sector público. Incluso el 10% de los test que realiza ASSE no son para sus afiliados, sino para camioneros que están de paso o los análisis en la reapertura de la construcción. ¿Entonces, si el virus no distingue el contexto, cómo se explica que los usuarios de ASSE fueron menos “afectados”? Según esta fuente “se confirma la presunción: la pandemia empieza en una zona más acaudalada, muestra una penetración a otros sectores y, pese a haber de todo, muchos brotes se dieron en círculos en los que se mueven clases medias y altas: algunas fiestas, algunos colegios privados, algunas oficinas...”.
Gustavo Mieres, médico especialista en gestión de servicios de salud, lo resume así: “la evidencia deja preguntas abiertas, ¿será que la incidencia es menor en los más vulnerables o será que los menos vulnerables se cuidan menos?”.
Educación refleja suba de positivos
En la reunión que algunos actores tuvieron para definir las medidas de contención de la pandemia el pasado martes el presidente del Codicen, Robert Silva, llevó datos que revelaban que los centros educativos estaban reflejando el aumento de casos positivos en el país. Desde el 23 de noviembre, la Administración Nacional de Educación Pública registró 114 contagios: 60 de alumnos (la mayoría de ellos en edad liceal), 47 docentes y cuatro funcionarios no docentes. Pese a que en algunos colegios privados hubo brotes, las cadenas de transmisión siguen mostrando que los niños menores de 15 años enferman poco y, cuando lo hacen, son con síntomas leves.
Suspenden consultas y cirugías
Tras el aumento de casos en las últimas semanas y brotes que afectan al personal de salud, algunas instituciones médicas debieron tomar nuevas medidas.Tal fue el caso de la Médica Uruguaya, que debió suspender algunas cirugías coordinadas a partir del lunes.Hubo un brote en un turno del block quirúrgico y, a raíz de la falta de personal que está en cuarentena, se recoordinarán esas intervenciones que no eran de urgencia. Por su parte, el Centro de Asistencia del Sindicato Médico del Uruguay (CASMU) resolvió restringir las consultas presenciales, salvo que el médico cite al paciente de forma particular. Algunos funcionarios incluso ya han pasado a régimen de teletrabajo.
Montevideo es el único en naranja
El viernes, cuando la capital del país ingresó en el nivel de riesgo moderado-alto (zona naranja en la escala de la Universidad de Harvard), Rocha estaba situada en la misma clasificación. Pero ayer el departamento esteño reportó solo seis de los 235 positivos nuevos del día, mientras que Montevideo reunió 173. Eso hizo que Rocha bajara a la zona de riesgo amarilla y demostrara ir controlando los dos brotes del Chuy, pero la capital se afianzara en el naranja. En Soriano también se está “apagando” el brote, aunque ayer se registró un nuevo fallecimiento de esa localidad: un paciente de 60 años. De las 1.938 personas que cursan la enfermedad, 28 están en CTI.