Gastón Pérgola
A las 8:15 José Mujica ya había depositado su voto en la urna. Una hora después estaba de vuelta en su casa, donde pasó el resto del día. Comió pescado, recibió a su asesor publicitario y acondicionó los cuartos donde alojará a la guardia presidencial.
En todo momento se mostró triunfalista y hasta restó importancia al hecho que más tarde lo llevaría a ser el futuro presidente del país. "Esto no tiene emoción ninguna. A esta altura es como bailar con la hermana", afirmó en las primeras horas del día. Es que la jornada de Mujica comenzó bien temprano.
Sobre las siete de la mañana ya se despachaba con los primeros mates en el interior de su chacra, en compañía de su esposa, Lucía Topolansky. Afuera, el movimiento era nulo y recién empezaban a llegar los primeros custodios, que organizaban su recorrido hasta el circuito ubicado en Carlos María Ramírez y Grecia, en el Cerro.
Cada intento por averiguar la agenda del entonces presidenciable resultaba fallido, hasta que uno de los guardias lo resumió en pocas palabras: "Él es impredecible, no se sabe qué va a hacer". Así, veinte minutos antes de las ocho, llegó al lugar una camioneta Hyundai H-1, que estacionó casi sobre la puerta de la chacra, para evitar que Mujica caminara hasta el portón y fuera asediado por la prensa.
Acompañado por Lucía y sin la presencia de su perra "Manuela", se dirigió hasta el circuito del Cerro, uno de sus bastiones políticos donde goza de buena popularidad.
Con vítores constantes, papel picado y hasta fuegos artificiales lo esperaban sus simpatizantes. "¡Ahí viene, ahí viene!", gritaban jóvenes embanderados que hacían guardia en la esquina, al tiempo que los estruendos de los cohetes se hacían sentir.
"Abajo la burguesía, arriba el pueblo", aclamaba enfervorizada una veterana, y una jovencita comentaba con orgullo que el Pepe era su vecino.
Como si fuera una estrella de rock, Mujica se bajó de la camioneta y fue guiado hasta un "cordón humano" de unos diez metros, conformado por militantes.
Esperó en la puerta menos de cinco minutos, ingresó, posó para las fotos y, justo en el momento que procedía a colocar el sobre en la urna, fue advertido por los integrantes de la mesa de que antes debía "cortar la tirilla". Cuando se retiraba volvió a ser advertido, pero esta vez porque olvidaba su credencial cívica.
El recorrido no terminó allí. Mujica se dirigió hasta Pocitos, lugar donde votó su esposa. Mientras esperaba sentado en la camioneta se dispuso a charlar con la prensa. Allí ratificó que su lugar para vivir será la chacra de Rincón del Cerro. Incluso dijo que durante la tarde se dedicaría a arreglar "unas piezas" para alojar allí a la guardia presidencial.
Entre pregunta y respuesta firmó autógrafos y se mostró atento con varias señoras que se acercaron para tocarlo, desearle suerte y besarle las manos.
A esa altura, el cielo totalmente cubierto de nubes hacía presagiar que la lluvia no tardaría en llegar. En tono de broma, el "Pepe" recomendó a los votantes que sufragaran antes del chaparrón. "Parece que se van a volar todos los papeles, ta. Este va a ser un festejo aguado", auguraba otra vez el presidenciable, al mismo tiempo que transmitía la seguridad de alcanzar la presidencia.
Pasadas las nueve de la mañana se dirigió nuevamente a su chacra, de la que no volvió a salir hasta las 18 horas, momento en que partió hasta el hotel NH Columbia a esperar que la Corte Electoral y los politólogos terminaran de confirmar algo que, de forma indirecta, ya venía anunciando desde la mañana.
En el quincho de su amigo Varela, a pocas cuadras de ahí, lo esperaban con un asado, pero Mujica prefirió la tranquilidad de su chacra, con un filete de pescado como plato principal.
A las 13 horas se apersonó en la chacra el reconocido publicista Francisco "Pancho" Vernazza, encargado del manejo de la imagen del candidato frenteamplista en toda campaña y durante media hora conversó con Mujica, delineando los próximos pasos a seguir.
El "Pepe" también aprovechó la tarde para dormir una siesta. En ese momento una veintena de niños del barrio, acompañados por un mayor, se acercaron a la chacara para obsequiarle una torta frita gigante. Con cánticos enérgicos , los niños pidieron ver a Mujica. "Queremos hablar con el Pepe", solicitaba una jovencita. Pero el Pepe seguía recluido.
Detalles de una jornada
Camino al Hotel - A la hora 17.55, Mujica salió de su chacra de Rincón del Cerro en la van que lo trasladó durante la campaña. Dos motos policiales iban abriendo el camino con las sirenas.
Visita a comités - Antes de llegar al hotel NH Columbia Mujica visitó dos comités de base: la sede de la coordinadora "G" de Paso de la Arena y terminó en el "Cantón frenteamplista Jaime Muñoz".
Ausencia - La gran ausente fue Manuela, la perra preferida de Mujica. A diferencia de elecciones anteriores, no la llevó a votar en esta ocasión. "Se quedó dormida", bromeó Mujica.
El Quincho - Asado, molleja, chorizo, y chinchulín, el menú que tenía preparado el amigo de Mujica, Varela, en su quincho cercano a la chacra. Pero el "Pepe" prefirió quedarse tranquilo en su casa.
Reflexión - "El poder, la gloria, el triunfo es pamento. Así que lo mejor es cultivar la sencillez y andar liviano de equipaje, lo más que se pueda, ¿ta?", reflexionó el veterano.
Imagen - Mujica ratificó que no está dispuesto a cambiar su manera de vivir por el hecho de ser presidente, aunque reconoció que la investidura lo obligará a respetar "ciertas formalidades".