Por Agustín Magallanes
OSE evalúa instalar tanques de agua potable en escuelas metropolitanas para garantizar el consumo de los alumnos, en un contexto de aumento de la salinidad y de intenso déficit hídrico. Así lo confirmaron a El País fuentes del organismo, quienes indicaron que la decisión fue compleja por la logística que implicaría llevar agua potable desde otras zonas del país hacia centros educativos en camiones cisterna, agregaron las fuentes.
Una de las opciones sobre la mesa es avanzar con esta medida con agua proveniente de Maldonado. Además, no se descartó extender esta medida a residenciales.
Esta decisión permitiría acceder a agua con menos cloruro y sodio que los fijados por OSE para la zona metropolitana desde el pasado jueves, con el objetivo de “asegurar el abastecimiento” de esa población. El límite del sodio pasó de 280 miligramos por litro (mg/l) a 440, mientras que los cloruros de 300 mg/l a 720.
El gusto salobre del agua, poco agradable hasta para el mate, generó todo tipo de críticas en el almacén, el ascensor, en redes sociales y hasta derivó en memes. No obstante, la ministra de Salud Pública, Karina Rando, insistió en que los niveles fijados no generan riesgo para la población, aunque recomendó que de ser posible aquellos que sean hipertensos consuman agua embotellada.
Este elemento está sobre la mesa de las autoridades de OSE y del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Sin embargo, las fuentes indicaron que no es sencillo determinar quienes realmente necesitan consumir agua embotellada, que tiene unos 10 mg/l ante el límite de 440 mg/l. Según supo El País, no se prevé descontar de forma general el Impuesto Específico Interno (Imesi) del agua mineral, de $ 22,18 por unidad.
La inquietud por la calidad del agua generó una corrida para obtener bidones y botellas en almacenes y supermercados. El País consultó sin éxito a las principales marcas de agua para obtener detalles de ventas en esta coyuntura especial.
Otra posible medida que evalúa OSE -y que considerará en el directorio de mañana- es extraer agua del río San José, dijo su presidente, Raúl Montero, a En Perspectiva. El bombeo implicaría una inversión de al menos US$ 20 millones.
Análisis
Para fijar el aumento, el MSP tomó en cuenta un informe de UTEC. Su autor, Héctor García, sostuvo que la suba “no aumentará significativamente el riesgo” para personas saludables, y puntualizó que quienes tengan hipertensión o problemas de salud “deben limitar su consumo de agua a los 20 miligramos por litro”. En diálogo con El País, dijo que el límite original de 200 mg/l que rige desde hace años ya “era alto para un hipertenso”. García puntualizó que el sabor, olor y el gusto del agua son parámetros secundarios.
Además del monitoreo que hace OSE, hoy y mañana la Unidad de Análisis de Agua (UAA) de la Facultad de Química tomará las primeras muestras semanales de agua de red tras el cambio de límite. El área ejecuta un plan de muestreo que la Unidad Reguladora de Servicios de Energía y Agua le encomienda. Roberto Chiazzaro, director de Ursea, dijo a El País que acompañaron días atrás el aumento de salinidad.
En este sentido, Alexandra Sixto, directora de UAA, advirtió a El País que los resultados no los publican por una cláusula de confidencialidad.
¿Afecta el consumo en gatos y perros?
El aumento de la salinidad en el agua también generó preocupación sobre el impacto en las mascotas. El País consultó a Alejandro Benech, profesor titular en el Departamento de Pequeños Animales de la Facultad de Veterinaria, sobre si es recomendable que los gatos, los perros y otras mascotas consuman agua embotellada o no ante esta situación. El experto sostuvo que la diferencia de gusto para las mascotas es “difícil” de manejar, sobre todo en los gatos. Tienen el gusto “bastante afinado”, por lo que cualquier cambio en la comida y agua podría derivar en que tomen “menos”. En esa línea, dijo que se podría dar agua mineral, aunque puntualizó que como también tiene otro gusto a la que están acostumbrados “es cuestión de probar”. En el caso de los perros, dijo que también pueden generar un rechazo al gusto pero “no es tan habitual” como en los gatos.
Vinculado con el aumento de sodio, Benech subrayó: “Hay que tener cuidado con los perros y gatos que tienen problemas cardíacos y renales”. Tal como se recomienda para los humanos, en estos casos “convendría” que tomaran agua embotellada. No obstante, aclaró que, según estudios previos, si el aumento del límite es transitorio por 45 días como se prevé, “el riñon es capaz de manejar ese aumento de la sal sin afectar la salud del animal”.