El Ministerio de Defensa deberá responder en pocos días un recurso legal vinculado a una ya extensa disputa en torno a los derechos sobre el águila de popa del acorazado alemán Admiral Graf Spee, rescatada de las aguas en febrero de 2006 por el empresario Alfredo Etchegaray, que además plantea ahora la necesidad de que la figura sea, por fin, exhibida al público.
Con el patrocinio de los abogados Leonardo Guzmán y Carlos Rodríguez, Etchegaray presentó el pasado lunes un recurso de revocación y jerárquico ante Defensa. El objetivo, según dijo Guzmán a El País, es que el Estado “No ignore el reconocimiento que el propio Estado hizo de los hechos” que motivaron las demandas presentadas por su patrocinado y los sucesores del buzo Héctor Bado.
Lo que buscan es que el Estado los indemnice por los “enormes daños y perjuicios” generados por el rescate del águila y del telémetro del buque. Lo hacen basados en el artículo 24 de la Constitución, que indica que el Estado será civilmente responsable por el daño causado a terceros en la ejecución de los servicios públicos.
El último rechazo a estos reclamos llegó por parte de Defensa, en una audiencia de conciliación realizada el pasado 7 de abril. Para Etchegaray se trata de hechos notorios, probados con documentos en poder del gobierno que van de 2006 a 2023, “cuando se dio por cerrado un acuerdo verbal que nunca se concretó”.
Con esta mención el empresario se refería a una oferta que dice haber recibido, a mediados del año pasado y de forma directa, por parte del presidente Luis Lacalle Pou. Fue, afirmó, en una reunión a la que el mandatario lo convocó en la Residencia de Suárez y Reyes.
En diálogo con El País Etchegaray, que estimó que le corresponderían U$$ 25 millones por las labores de rescate en medio de un litigio que lleva 17 años, afirmó haber aceptado una oferta de US$ 5 millones por parte del presidente. Con todo, el empresario destacó que Lacalle Pou fue el único que mostró interés en resolver el tema. “Me dijo que consideraba todo esto muy injusto”, aseguró. Pocos días después, Lacalle Pou anunciaba su intención de fundir el águila para transformarla en un “símbolo de paz”, lo que finalmente fue desechado.
Ahora, será Defensa el que tenga que fundamentar en un plazo de 20 días hábiles las razones de su negación a los hechos y, en definitiva, de toda negociación.
Por otra parte, Etchegaray planteó si este no será el momento de definir la exhibición permanente del águila. Con ese objetivo se presentó la semana pasada ante la Comisión de Cultura de la Junta Departamental de Montevideo. En su visión, la mejor opción será el Museo Naval, ubicado en la Rambla del Buceo.
“Está claro que la exhibición académica es el destino natural más inteligente y menor considerado por cualquier gestor en el mundo”, dijo y agregó: “La historia debe recordarse, porque la información enriquece”.
En enero, El País publicó una carta en que la hija de Hans Langsdorff, el capitán del Graf Spee, le pidió a Lacalle Pou que el águila, uno de los últimos grandes símbolos de la Alemania nazi que subsiste, fuera exhibida. De la misma forma se expresó el Museo Yad Vashem que, en Jerusalén, está dedicado a conservar la memoria en el Holocausto. “Hoy, el águila está guardada en un cajón que pagué yo”, lamentó Etchegaray.
La Esvástica, “símbolo” judío en las sinagogas
Etchegaray aseguró que el águila, depositada en una dependencia de la Armada, como símbolo de poder y valor, ya era utilizada por las legiones de la Antigua Roma. También por los alemanes, desde la Edad Media, como identidad de su pueblo.
En su exposición ante la Junta Departamental, el empresario también apuntó “como curiosidad” que la cruz gamada o esvástica - asociada al nazismo y que está en la base de águila, además de utilizarse en muchas partes de la India con un significado de “introspección, fue un «símbolo judío»” y que “está en los mosaicos de las sinagogas más antiguas”.
Etchegaray recordó que la cruz gamada también se puede visualizar en edificios de Montevideo, como el juzgado ubicado sobre la calle Paraguay.