Aniversario del Graf Spee, día 2: el buque alemán desembarca a sus muertos y heridos

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Los ataúdes de los marinos del Graf Spee muertos en la batalla poco antes de ser desembarcados en Montevideo. Foto: Archivo El País

URUGUAY EN LA GUERRA MUNDIAL (JUEVES 14 DE DICIEMBRE DE 1939)

El acorazado del Reich, de avanzada tecnología naval, sufrió diversas averías en la batalla; repercusiones en todo el mundo por el combate en el Río de la Plata

La imagen de decenas de féretros cubiertos con la bandera de guerra del Reich sacude a los uruguayos, que recibieron ayer con sorpresa y hasta curiosidad la noticia de un combate naval frente a las costas de Punta del Este.

El ingreso al puerto de Montevideo de uno de los contendientes, el “acorazado de bolsillo” alemán Admiral Graf Spee, fue seguido horas más tarde por el desembarco de los 36 muertos y los 57 heridos en la batalla. Los marinos que perecieron serán sepultados mañana en el Cementerio del Norte. Los heridos más graves fueron trasladados por ambulancias de la Asistencia Pública a los hospitales Militar, Italiano y Pasteur.

Ahora, la intención de los alemanes es reparar los daños sufridos por el buque durante la contienda antes de zarpar nuevamente.

Sin embargo, el embajador alemán en Uruguay, Otto Langmann, recibió al capitán Hans Langsdorff con malas noticias:

-Desearía poder decirles bienvenidos a Uruguay, caballeros, pero ustedes acaban de cometer un grave error al traer su buque aquí buscando ayuda.

Sucede que si bien Uruguay declaró por decreto del 5 de septiembre pasado su neutralidad en la presente guerra, en el país predominan las simpatías hacia Francia y Gran Bretaña. Apenas parte de la pequeña colonia de ascendencia germana, más algunos grupos menores de tendencias fascistas, apoyan al régimen de Hitler.

A las 17 horas desembarcaron los oficiales y la tripulación de los mercantes hundidos por el Spee, que se mantenían allí como prisioneros. Langsdorff les indicó que a partir de ese momento estaban en libertad.

El gobierno uruguayo designó una comisión para inspeccionar los daños y decidir sobre el tiempo que podía permanecer en puerto. La comisión abordó el buque a las 19 y permaneció dos horas. Además, algunas embarcaciones de menor tamaño navegaron a su alrededor: eran curiosos que querían ver de cerca al famoso barco.

Repercusiones en Europa.

La batalla registrada frente a Punta del Este ayer 13 de diciembre fue el tema principal de los periódicos en Europa, así como de declaraciones de los gobiernos británico y alemán.

En Londres, los diarios amanecieron hoy con grandes titulares repitiendo la palabra “Victoria”. “Esto es mejor que hundir al Bremen media docena de veces”, aseguró The Star, en referencia a un transatlántico alemán que sirve de apoyo a la flota de guerra. La Cámara de los Comunes tributó un homenaje a las naves Exeter, Ajax y Achilles y a las tripulaciones que enfrentaron a los alemanes. El informe del primer ministro Neville Chamberlain fue recibido con aplausos en el recinto.

“La forma en que nuestros barcos, pese al menor poder de fuego, atacaron a ese poderosísimo buque y lo obligaron a buscar refugio es digna de las mejores tradiciones de la Armada británica”, comentó el jefe de la oposición, el laborista Clement Attlee.

Mientras tanto, un comunicado oficial del Reich también habla de victoria, pero del Graf Spee, que según el informe presenta “leves averías” en tanto el Exeter sufrió “graves daños”.

El diario Lokal Anzeiger de Berlín denunció que las naves británicas “usaron gas mostaza” contra el Spee. Esta afirmación fue desmentida hoy por autoridades británicas.

La tripulación del Graf Spee formada en el Puerto de Montevideo. Foto: Archivo El País
La tripulación del Graf Spee formada en el Puerto de Montevideo. Foto: Archivo El País

Varias interrogantes.

No se ha informado oficialmente hasta cuándo permanecerá el Graf Spee en Montevideo. Un despacho de la agencia UPI indicó hoy que en círculos navales ingleses se estima que el barco podría estar 30 días en Montevideo o “todo el tiempo que dure la guerra”. El embajador británico Eugen Millington Drake reclamó a las autoridades uruguayas que dieran a los alemanes solo 24 horas para efectuar las reparaciones.

La Convención de La Haya estipula que un buque de guerra no tiene derecho a permanecer en un puerto de un país neutral más de 24 horas, salvo excepciones. Y entre esas excepciones figuran precisamente las averías. Pero también se establece que si un mercante de una nación beligerante sale de un puerto neutral, antes de las siguientes 24 horas no puede hacerlo un navío de guerra enemigo. Como la llegada y partida de barcos británicos es habitual en Montevideo, eso puede demorar al Spee.

Si bien se aprecian numerosos daños exteriores en el barco, el problema más grave es la destrucción de una caldera auxiliar en el interior de la nave, pues resulta imprescindible para los sistemas de purificación de combustible y lubricante, sin los cuales no podrá navegar en alta mar.

El crucero alemán Graf Spee. Foto: Archivo El País
El crucero alemán Graf Spee. Foto: Archivo El País

Mientras tanto, los cruceros Ajax y Achiles esperan al Spee anclados en la zona del banco Inglés. Se asegura que el Almirantazgo británico enviará refuerzos a la zona.

En esta historia quedó involucrado también un vapor de pasajeros francés, el Formose, que pasó a corta distancia de la batalla ayer. Algunos de sus 60 pasajeros declararon que pudieron escuchar los cañonazos, pero no vieron a los contendientes. Tras su paso por Montevideo, el Formose seguirá viaje a Buenos Aires.

Dos grandes interrogantes se plantean hoy: ¿hasta cuándo estará el Graf Spee en el puerto montevideano? ¿Se repetirá la batalla naval con los británicos cuando llegue ese día?

Entretelonesde la batalla en el Río de la Plata

El relato de la batalla en el Río de la Plata seguirá vivo dentro de 20, 40 u 80 años. Y los historiadores continuarán debatiendo los pormenores del encuentro del Graf Spee con el Exeter, el Ajax y el Achilles.

Un tema que se procura establecer es quién descubrió a quién en las proximidades de Punta del Este.

El pasado 2 de diciembre, cuando el “acorazado de bolsillo” alemán hundió al carguero Streonshalth, el capitán de este barco lanzó al mar una bolsa con documentos que recogieron tripulantes del Spee. Entre los papeles figuraba un mapa con las rutas comerciales del Reino Unido hacia y desde el Río de la Plata. Desde Alemania, el Alto Mando también envió información sobre un importante convoy comercial en el Plata.

La posibilidad de dar un gran golpe al comercio británico pudo cautivar al capitán Langsdorff, más allá de que estaba previsto por estos días el regreso de la nave a Alemania para realizar trabajos de mantenimiento. Algunos piensan que el marino quería duplicar sus logros hasta las 100.000 toneladas hundidas al enemigo.

Pese a haber enviado al fondo del mar a nueve mercantes, Langsdorff estaba ansioso por más acción, algo que sus superiores no aceptaban: las órdenes de Berlín eran hundir barcos comerciales y evitar entrar en batalla con naves de guerra. Un par de veces el capitán había solicitado sin éxito una flexibilización de esas órdenes.

Sin embargo, también los británicos esperaban que su enemigo se acercara al Río de la Plata. Cuando el Spee hundió al Doric Star, este logró enviar una señal de socorro indicando su posición. El comodoro Henry Harwood, comandante de la Fuerza G, destinada por el Almirantazgo para dar caza al buque alemán, ordenó entonces poner proa hacia el estuario platense. Todo ello hace pensar que el encuentro era inevitable.

Otro tema de discusión es por qué Langsdorff no ordenó continuar los ataques sobre el Exeter, severamente dañado, para terminar de hundirlo, en vez de dejarlo huir. Hay quienes piensan que para ello debía superar las fuerzas combinadas de los cruceros livianos.

El capitán del Graf Spee resultó herido en un brazo y en la cara por esquirlas de bombas durante la batalla y que incluso quedó inconsciente durante algunos segundos. El debate se abre aquí sobre si el marino estaba en condiciones adecuadas para tomar decisiones.

Alta tecnología naval al servicio de la destrucción
La ilustración presenta la estructura del graf spee, buque de avanzado diseño. Foto: Archivo El País

El Admiral Graff Spee, que se encuentra desde ayer en el puerto de Montevideo, constituye el orgullo de la Kriegsmarine (marina de guerra) alemana, tanto por sus adelantos tecnológicos como por sus acciones bélicas.

El buque contiene, en el casco del tamaño de un crucero (mide 186 metros de eslora y 21,5 de manga), el blindaje y el poder de fuego propios de un acorazado. Por eso se dice que “es más rápido que el más fuerte y más fuerte que el más rápido”. A los británicos se les ocurrió llamarlo, junto a sus gemelos Admiral Scheer y Deutschland, “acorazados de bolsillo” (pocket battleships).

Alemania, como potencia derrotada en la Gran Guerra de 1914-1918, debió seguir las restricciones impuestas por el Tratado de Versalles para sus fuerzas armadas. En particular, sus navíos de guerra no podían superar las 10.000 toneladas.

Para ahorrar peso se utilizaron en la construcción del Spee aleaciones ligeras pero de gran resistencia. Además, el uso de soldaduras en vez de remaches le ahorró varias toneladas.

Una de sus innovaciones es el telémetro electrónico, que le permite no solo medir distancias como los telémetros comunes, sino que además hace posible seguir los movimientos de otros barcos. Por otra parte, es la primera vez que una nave de sus características se mueve con motores diesel.

Su armamento es poderoso: seis cañones de 280 mm distribuidos en dos torretas, más piezas de 150, 105 y 88 mm y ocho tubos lanzatorpedos. Utilizaba también un hidroavión de reconocimiento, pero debido a problemas técnicos previos no pudo despegar en la batalla frente a Punta del Este.

El buque fue botado el 30 de junio de 1934 y comisionado el 6 de enero de 1936. Desde 1938 su capitán es Hans Langsdorff.

El Graf Spee zarpó del puerto de Wilhemshaven (norte de Alemania) en agosto de 1939 con la orden de hundir mercantes enemigos en el océano Atlántico. Cuando se encontró con el Exeter, el Ajax y el Achilles frente al Río de la Plata había enviado al fondo del mar nueve barcos, por un total superior a las 50.000 toneladas, y tomó a sus tripulantes como prisioneros.

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