Es un autor danés, tiene un doctorado en Ciencia Política, y es presidente del grupo de expertos Copenhagen Consensus Center. Se hizo conocido internacionalmente por su libro más vendido “The Skeptical Environmentalist”, donde cuestionaba algunos dogmas del movimiento ambientalista. Sus últimos trabajos, como “Cool it” o “Falsa Alarma” se concentran en el cambio climático, el cual sostiene que es un problema importante, pero que debe ser encarado con inteligencia y sin asustar a la gente de manera injustificada. La semana pasada brindó una charla en Buenos Aires, organizada por el Instituto Cato y la fundación Libertad y Progreso, y habló con El País.
-La tesis dominante hoy es que el planeta se está acabando, y que el cambio climático es una amenaza terminal. ¿Cuál es su respuesta?
-Primero, el cambio climático es un problema real, pero no representa el fin del mundo en que vivimos de ninguna forma significativa. Si miramos los escenarios que plantean los expertos de la ONU, lo que dicen es que para finales de siglo estaremos mucho mejor educados, tendremos un ingreso mucho mayor, nuestros hijos morirán mucho menos, viviremos mucho más. Al igual que hemos visto durante los últimos cien años, las cosas están mejorando en el mundo. El cambio climático significa que las cosas seguirán mejorando, pero a un ritmo más lento. Y eso, por supuesto, es algo muy diferente de lo que escuchamos, de que es el final del mundo. Sí, un huracán es una cosa terrible, pero los huracanes siempre han sido cosas terribles. Ahora, son más malos cuando todos viven en las zonas inundables. En los Estados Unidos, por ejemplo, la población de los últimos 100 años se ha cuadruplicado, pero la población de la costa de Florida ha aumentado 87 veces. Porque es un lugar realmente hermoso para vivir, a menos que haya un huracán. Y entonces el punto aquí es que nos hacemos más vulnerables en algunas maneras, y es claro que tenemos que abordar eso. Una de las maneras en que se puede hacer es con mejor planificación urbanística, y otras cosas. Pero hay que dejar de asustar a la gente y en especial a los niños. Este no es el final del mundo. Es un problema. Y tenemos que hablar de cómo lo arreglamos. Esa es mi respuesta.
-Uno de los argumentos de quienes plantean de manera más catastrófica el problema, es que habría un consenso entre los científicos más relevantes del mundo de que lo que viene va a ser trágico. ¿Es verdad?
-Es parcialmente verdad. A ver… yo soy un científico social, y parto para mi análisis de lo que dice el panel climático de la ONU, donde están los mejores científicos naturales. Y lo que dicen es que hay un problema serio, que las temperaturas van a subir porque estamos emitiendo mucho CO2. Eso es todo verdad. Pero después escuchas a algunos políticos y jerarcas de la ONU, que son mucho más alarmistas, y muchas veces van más allá de lo que los datos señalan. Déjame darte un ejemplo. El nivel del mar aumenta, sí. El peor escenario que plantean los científicos puede ser un metro de aumento. Si se mira alrededor del mundo ¿cuánta gente vive dentro de ese margen que sería afectado? La respuesta es 187 millones de personas. Y así, hemos visto a algunos científicos climáticos diciéndonos que 187 millones de personas tendrán que dejar sus casas. Es un número terriblemente grande. Ahora, algunos periodistas a partir de ese dato han dicho que 187 millones de personas se morirán, lo cual, por supuesto, no va a suceder porque estaría planteado para ocurrir en los próximos 80 años, así que esa gente tiene mucho tiempo para mudarse. Pero la realidad es que las personas que hicieron esta estimación, lo hacen asumiendo que no haremos nada al respecto. Pero eso es muy improbable, porque no es lo que hemos hecho en los últimos 100 o 200 años. Y además vamos a ser mucho más ricos. Si sólo nos adaptamos como lo hemos hecho siempre, en lugar de que esta suba del mar afecte a 187 millones de personas, serán alrededor de 300.000 los afectados. Eso es mucho menos. Sigue siendo un problema, pero hay que ponerlo en contexto. Y creo que aquí es donde, el aporte de las ciencias sociales es importante. Porque no es sólo un tema de las temperaturas y el aumento del nivel del mar, sino también sobre cómo las sociedades humanas reaccionan ante este desafío. Sabemos que hoy podemos adaptarnos muy fácilmente y barato a la mayoría de estos desafíos. Así que yo diría que hay una tendencia a sobredimensionar las cosas porque olvidamos que los humanos se adaptan.
-Una de los principales dilemas es que el debate parece no ser más racional, sino emocional.
-Es verdad. El cambio climático, como varios otros temas, se ha vuelto un debate muy emotivo. Donde o estás conmigo o estás en mi contra, lo cual es muy lamentable. Pero en el fondo debe haber un 5 o 10% que no quieren escuchar ningún tipo de argumento y están emocionalmente involucrados en esto. También hay gente del otro lado que dice que todo es una conspiración china, o de gente de izquierda o cosas así. Creo que es importante reconocer que ambos extremos se niegan a tener ninguna discusión racional. Pero no es la postura de la mayoría de la gente. La mayoría de la gente está preocupada porque los medios les dicen que esto es grave. Pero también quieren información. Y es ahí donde siento que cuando hablas con 80 o 90% de la gente, realmente quieren escuchar cuál es la realidad. Y luego estarán muy sorprendidos cuando escuchen que un metro de alza del nivel del mar no significará que 187 millones de personas van a quedar bajo el agua, como han publicado el The New York Times y el The Washington Post.
-Si tuvieras que dar un dato concreto a la gente sobre el costo real de implementar algunas de las medidas que generalmente se reclaman para frenar el cambio climático ¿cuál sería?
-Bueno, la realidad es que la gente común pierde toda referencia cuando empezamos a hablas de billones y trillones. No tenemos ni idea de lo que significa eso. Creo que una buena manera de ponerlo es que Vaclav Smil, que probablemente es uno de los analistas de energía más respetados del mundo, está estimando que el costo de ir a la cifra de “net cero” emisiones es de 13.000 dólares por persona, por año, para el resto del siglo. Es un tercio de tu ingreso total en un país rico. Es inalcanzable. No vas a encontrar a ningún político que gane su reelección tras pedir a su gente que pague esta cifra por algo que, esencialmente, no va a ver.
-¿Crees que hay una industria alrededor del cambio climático?
-Bueno, si le preguntas a los profesores, ¿están aprendiendo mucho mis hijos?, te dirán que no, que hace falta invertir más dinero en los profesores. Y los médicos te dirán que hay que invertir más en los hospitales. Lo que tenemos que recordar es quién está pagando por todo eso. Entonces deberíamos ser escépticos, porque sabemos que también tienen una tendencia a exagerar un poco. Hay un tema con el mito de que las personas que impulsan “agendas verdes” quieren salvar al mundo y siempre dicen la verdad. Bueno, sí lo hacen, pero también tienen una mirada y un interés muy particular y eso hay que reconocerlo.